El presente texto se plantea como una reflexión ante dos fenómenos actuales el primero es el llamado The Big Quit y el segundo más bien es una crítica social por medio de una expresión artística, el cine, por medio de la película Don’t Look Up. Todo esto para plantear una reflexión en cuanto al papel del artista en la sociedad.

Gabriel Mora-Betancur
1 febrero 2022
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Hay dos acontecimientos que me han llevado a escribir este breve texto. El primero, si mal no recuerdo aparece a finales del año pasado, es la película Don’t Look Up; y el segundo, el llamado The Big Quit. Curiosamente, ambos tienen lugar en los Estados Unidos, el primero a manera de crítica por medio de un acontecimiento ficticio mientras que el segundo es una consecuencia de lo real.

Creo que llegar a una reflexión profunda de las implicaciones sociales que tienen los acontecimientos antes mencionados requeriría de un espacio mucho mayor al que pretendo abarcar en esta entrega. No obstante, no quiere decir que cada uno pueda abordarlos y profundizar en cuanto a los mismos. Sin más preámbulos quiero iniciar con esta idea de Matthew d’Ancona:

Hemos entrado en una nueva fase del combate político e intelectual, donde las ortodoxias y las instituciones democráticas se ven sacudidas hasta sus cimientos por una oleada de alarmante populismo. La racionalidad se ve amenazada por las emociones, la diversidad por la reivindicación de lo autóctono, y la libertad por una derivada hacia la autocracia. Más que nunca, el ejercicio de la política se percibe como un juego de suma cero, y no como una contienda entre ideas. Se trata a la ciencia con desconfianza y a veces, con manifiesto desprecio. (d’Ancona, 2019, Pp. 17-8)

Cuando vi Don’t Look Up, y no hay spoilers en lo que viene, se me vino a la mente toda la reflexión que hace d’Ancona en cuanto a la llamada posverdad y los bulos. Aquí, podríamos reflexionar en cuanto a las elecciones en los Estados Unidos o la toma al capitolio pero para no adentrarnos en la política norteamericana en concreto tomemos un caso que se ha venido replicado en diversas partes del mundo, los llamados anti vacunas, o más concretamente, anti vacunas Covid-19. Las razones por las cuales desconfían de las mismas pueden ir desde el control mental, pasando por Bill Gates, hasta la rapidez con la que fueron puestas al público. Por cierto, no vale la pena tratar de hablar de estudios, pruebas o estadísticas porque no hay credibilidad en las instituciones científicas. La credibilidad la obtiene quien dé el mejor espectáculo mediático.

Una causa de lo anterior, a grandes rasgos podría ser lo que menciona Václv Havel, citado por d’Ancona (2019), en donde: “Cuanto más profunda es la experiencia de la ausencia de significado –en otras palabras, de absurdo-, más enérgicamente se busca un significado.” (p. 160) Y es esto lo que me lleva a pensar en el llamado The Big Quit. Pero antes de hablar en concreto de fenómeno en sí quiero traer a colación este pensamiento de Fisher:

La vida y el trabajo, entonces, se vuelven inseparables. El capital persigue al sujeto hasta cuando está durmiendo. El tiempo deja de ser lineal y se vuelve caótico, se rompe en divisiones puntiformes. El sistema nervioso se reorganiza junto a la producción y la distribución. Para funcionar y ser un componente de la producción en tiempo real, es necesario desarrollar la capacidad de responder frente a eventos imprevistos; es necesario aprender a vivir en condiciones de total inestabilidad o (feo neologismos) “precariedad”. El periodo de trabajo no alterna con el de ocio, sino con el de desempleo. Lo normal es pasar por una serie anárquica de empleos de corto plazo que hacen imposible planificar el futuro. (Fisher, 2016, p. 65)

A mi por lo menos me parece impresionante como las reflexiones de ambos pensadores son pertinentes en nuestra actualidad pese a haber sido escritas antes de la pandemia, y las consecuencias que trajo la misma. ¿Y por qué mencionar la pandemia? Bueno en mi opinión los dos fenómenos van de la mano. No simplemente el no creer en la ciencia sino que en general no se cree mucho en los políticos, se sabe que todos mienten, la cosa es cual miente un poco menos.

Ahora, The Big Quit, creo que no hay duda que la pandemia cambió a muchas personas. Muchos se dieron cuenta que la vida es corta y que el tiempo bien sea junto a sus seres queridos o haciendo cosas que verdaderamente les apasione es en extremo valioso. Por otro lado, muchos vieron que aunque en la dinámica que nos movemos nos suelen hablar de compromiso al trabajo y del empleo como una especie de familia, en realidad a muchas empresas las tuvo sin cuidado si tú o alguno de tus familiares estaba enfermo o moría. Es decir, la ilusión del trabajo como una responsabilidad afectiva y emocional se cayó, así se hizo evidente que el empleado es un medio para producir y no un ser querido, por aquello del “somos una familia” que descaradamente suele surgir en los ambientes laborales.

Ahora, siempre he pensado que los músicos hacemos parte activa de la sociedad. El arte es la respuesta o pregunta a muchas dinámicas sociales. En nuestro gremio, la precariedad laboral (el feo neologismo) no es nada nuevo, aunque sí es cierto que la pandemia acrecentó muchos problemas que ya existían. Así que me pregunto ¿cómo responderemos ante esto? Por otro lado,  los recortes que se le hicieron al arte durante la pandemia ¿se mantendrán como una nueva realidad?

Bibliografía:

  • d’Ancona, M. (2019) Posverdad La nueva guerra contra la verdad y cómo combatirla.
  • Fisher, M. (2016) Realismo capitalista ¿no hay alternativa?

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