Si no es muy habitual encontrar un doble CD de música para cello solo, mucho menos habitual es de música para cello solo escrita en el siglo XXI. Casiopea. Works for Cello solo from XXI Century, es la muy interesante propuesta que el chelista Juan Aguilera Cerezo ha creado este 2022. Un trabajo que recopila una muestra muy variada de compositores de estéticas muy diversas entre sí.
Salta a la vista que 2 CDs de larga duración que conjugan un total de 8 compositores diferentes, escribiendo cada uno de ellos una obra para cello solo con su propio lenguaje, es todo un reto para el instrumentista. Además, sabiendo que de las 8 composiciones, 7 han sido escritas expresamente para el chelista, aún es un reto mucho mayor. Ya que el instrumentista se enfrenta a obras totalmente nuevas, sin precedentes, y que no puede escuchar en grabaciones o consultar al mismo compositor como se interpretaron anteriormente.
Juan Aguilera Cerezo con este compacto editado por NIBIUS es alguien que nos demuestra que está interesado en proponerse metas difíciles y valientes, pero no sólo se las propone, sino las supera. Como nos escribió bellamente al enviarnos este CD: Recibe este trabajo en el que he puesto mi corazón (también en el texto). Aguilera Cerezo se toma la música del siglo XXI como debe ser, con pasión, con compromiso, con esfuerzo y amor. La música del siglo XXI no es rara, extraña, cacofónica, etc., todo lo contrario, es una música que merece ser respaldada y fomentada. Como nos demuestra este CD en todas sus dimensiones. El coraje del chelista al abarcarse en este proyecto, que es de suponer, que ha sido fruto de varios años de trabajo, es una aventura digna de alabar. Pero como ya nos ha dicho Aguilera Cerezo, el CD es más que los sonidos que contiene, es también, sus palabras. En este caso le acompaña al disco un detallado libreto en castellano e inglés, que se inicia con un bello poema de Silvio Rodríguez. Le prosigue a este, un extenso texto de Aguilera Cerezo, que nos lleva por bellas reflexiones entre la mitología, lo temporal, citas y referencias a autores muy diversos e interesantes (de Albert Einstein a John Berger, de Peter Handke a Víctor Erice), que como una constelación poliédrica, nos demuestran el complejo pensamiento nos propone que Juan Aguilera con este CD. Él no se caracteriza por ser un corriente chelista de repertorio, es un chelista original, versado en las artes y la literatura, que fomenta la creación y el pensamiento más comprometido y actual. Leemos en una de las últimas frases de este libreto, donde muy sinceramente nos dice: Espero que estas grabaciones sean capaces de transmitir un tiempo conciencial en el que he sido (y soy) muy feliz.
Es de lo más destacable que las obras de este CD son de grandes dimensiones, no solo por las exigencias técnicas y virtuosísticas (que Juan Aguilera supera a la perfección), sino porque encontramos obras de extremadas duraciones para lo habitual en el repertorio para cello solo. La más larga es la nada desdeñable duración de 32 minutos y 8 segundos, siendo las más corta (que no es muy corta) de 9 minutos y 33 segundos. Lo normal en todo este doble compacto son obras que casi llegan a los 20 minutos. Este doble CD tiene como duración total, la nada más y nada menos cifra de 152 minutos con 24 segundos. Si apuntamos estos datos objetivos, es para que el lector se dé cuenta rápidamente, que se encuentra ante un CD de grandes dimensiones y arduo trabajo. Por ello, modestamente nosotros nos limitaremos (en la imposibilidad de abarcarlo todo en el espacio de una reseña), a comentar algunas de sus piezas, que a grandes trazos pueden caracterizar algunas de las ideas generales, que Juan Aguilera nos quiere revelar en su propuesta tan variada y atrevida.
Con la primera obra del primer CD, compuesta por Ó. Prados, nos encontramos con una pieza de gran fuerza expresiva que fusiona un lenguaje tonal y atonal, cruzando por los dos, sin decantarse por uno o por el otro. Su título Sonata for solo Cello, ya nos pone en primer plano sus intenciones. Trabajar desde el clasicismo en el siglo XXI. Esta obra se compone por dos movimientos bellamente titulados Exordium y Aria. La Sonata, forma clásica por excelencia, vemos que no es la habitual, no tenemos sus 3 o 4 movimientos característicos (los Allegro, Adagio, Minueto, Rondó, etc.), sino dos partes originales, más bien caracterizadas particularmente con conceptos o estructuras sacados de la retórica (es el caso de Exordium) o de la forma musical barroca (el caso de Aria). Se abre esta obra de larga duración con un carácter solemne dentro de un lenguaje tonal, pero que a veces nos sorprende con bellos harmónicos en el registro agudo, que tensa este clásico lenguaje con unas pinceladas de sonoridad moderna. Esta tensión entre lo viejo y lo nuevo, parece marcar esta obra, como la siguiente de David Ruiz Molina, titulada Sonata Nuba for solo Cello (Peace and Light). En la obra escrita por Óscoar Prados, nos sorprende su final con un bello pasaje en bariolage, que potencia una lluvia de harmónicos fusionados a veces con notas y sonoridades barrocas. En este pasaje como en muchos otros, quien escuche el CD, puede enseguida notar la gran versatilidad técnica del intérprete, que conjuga muy bien diversos lenguajes sonoros, pasando rápidamente entre técnicas clásicas y contemporáneas. Aguilera Cerezo nos quiere demostrar las posibilidades que el cello puede explorar simultaneando muchos estilos que nos recuerdan diversos siglos de la historia de la música.
Pero las obras anteriores no han de hacernos pensar que todo el CD está en un lenguaje clásico tonal o post-tonal en el siglo XXI. Sino que en el siglo XXI encontramos otras formas más actualizadas de lenguajes no tonales, que superan el legado clásico, para adentrarse plenamente en las corrientes vanguardistas del siglo XX y el iniciado XXI. Obviamente se habla de manera muy general, en cuanto se dice "lenguajes vanguardistas", pero la idea es clara y fácil de entender, por ello recurrimos a esta caracterización. Una música muy diferente a la que acostumbran a programar los "grandes" auditorios o editar normalmente las compañías de CD. Pero la gran destreza técnica de Juan Aguilera es más que capaz de potenciar, mediante un cello convertido en productor de sonidos y técnicas extendidas, diversos recursos que van del ruido, a sonidos extremos y de gran complejidad. Estos necesitan conocimientos especiales y un gran interés por técnicas muy desconocidas por los intérpretes habituales, que pocas veces se adentran en la creación más viva, quitándose los prejuicios polvorientos, de un pasado fosilizado que en el presente no para de repetirse.
El caso de la tercera obra que termina este primer CD, de Ramón Otero Moreira y titulada Sonata for solo Cello ("Percorso"), aunque lleve otra vez el título de Sonata, para nada se parece a las anteriores, en referencia a un recuerdo aunque sea lejano de la sonata, tanto sea barroca (por ejemplo las sonatas de Bach para cello solo), clásica (las sonatas de Mozart y Haydn) o románticas (la sonata de cello de Chopin), por citar rápidamente los ejemplos paradigmáticos de sonatas tonales. La obra de Otero Moreira que en una simple escucha nos presenta un mundo sonoro muy peculiar, parece recordarnos el origen del término sonata, antes de su formalización y estructuración en el modelo que hoy conocemos y ejemplificamos cuando nos referimos a esta forma (reexpositiva con 2 temas contrastantes). Sonata en su origen quería decir simplemente sonar, en contraposición a la "cantata" que era cantada, no "sonada" por un instrumento. En su obra, Otero Moreira, construye una peculiar descomposición del sonido, con minúsculas partículas que se esparcen alrededor de muchos silencios. Otero Moreira parece con su música querer dibujar con el lápiz sonoro un dibujo sobre el papel del silencio. Por ello recurre a técnicas que potencian lo diminuto, como varios tipos de pizzicatos, trémolos rápidos y breves, glissandos rápidos y diminutos, legno battuto, etc. La técnica de Juan Aguilera con su versatilidad ya comentada, era de esperar, que demuestre una vez más gran habilidad y pueda manejar con gran soltura y rapidez, todos los retos que esta partitura le presenta. No escuchamos una sonoridad cansada, agobiada o que no alcanza a controlar las particularidades de estos destellos sonoros, fugaces como estrellas en descomposición. Todo lo contrario, Aguilera Cerezo demuestra gran habilidad en la producción sonora en esta composición de tímbrica netamente contemporánea.
La siguiente obra que comentamos, ya en el segundo CD de este compacto, es la escrita por Francisco Martín Quintero. Éste nos presenta una muy interesante pieza con un título que ya propone su discurso sonoro, Inmanencia. ¿Qué nos propone la inmanencia? Aquello contrario a la transcendencia, por tanto, no tenemos que buscar su música o referentes en un más allá inalcanzable o en un programa externo, sino en la misma esencia o corporeidad del sonido. Nos parece que esa es su intención, al comenzar la obra con un diminuto motivo muy nervioso, picado y veloz, que se va construyendo poco a poco y sugiere la actitud de una escucha atenta y perspicaz. Así se desarrolla su composición viajando por diversas texturas y sonoridades, que potencian varios timbres a la vez y que no dejan al oyente en un campo sonoro celestial, abstracto, contemplativo y nebuloso, como en el trance. Algo que en las músicas "espiritualistas", como la de Oliver Messiaen, es muy frecuente encontrar. Todo lo contrario, la pieza de Martín Quintero se construye con fuertes fórmulas que se desarrollan con motivos bien estructurados. Estos evolucionan de manera orgánica, aunque ello no sea incompatible con grandes contrastes pronunciados, como los habituales entre dinámicas muy fuertes a muy piano, que podemos escuchar a lo largo de su obra. Además de otro tipo de contrastes, también recurrentes, como son las interrupciones del sonido por el silencio. Este campo musical de la inmanencia, de manera sutil y con la naturalidad de una música improvisada y en constante respiración, nos revela el despliegue sonoro de una belleza actual.
De todos los compositores de este CD, el que más conocemos es a Sergio Blardony, al que ya hemos reseñado alguna otra obra suya, concretamente su composición titulada Y el silencio era el aire en la revista Melómano del número de septiembre. Por ello esta nueva obra suya que reseñamos ahora, CAGE SONata, for Cello and 2 tibetan Bowls (Cuando el deseo calla y la voluntad descansa), enseguida nos ha recordado la anterior, además de otras obras suyas que conocemos. Es habitual en la música de Blardony, por un lado, recurrir a la poesía (como el título de esta composición ya lo apunta directamente), y por otro lado, muy relacionado con lo anterior, recurrir a la voz. Pero otro aspecto tampoco menos desdeñable de su producción, es su interés por el silencio, por la ausencia, por lo frágil, que en esta obra para solo cello y dos cuencos tibetanos nos revela interesantemente. Esto lo hace de una manera curiosa, primeramente la poesía se introduce no ya como dijimos únicamente en el título, sino por la misma voz del intérprete, que muy esporádicamente va cantando y recitando pocas palabras. Todos estos elementos vocales se conjugan de manera sutil fusionándose con el sonido del instrumento, que a veces con motivos muy rápidos y agitados, nos demuestran la otra cara del silencio y la calma. Esta última nos viene sugerida automáticamente por el sonido de los cuencos tibetanos, que con su vibración, enseguida nos despierta la sacralidad y espiritualidad que el budismo nos incita a seguir, con su ética de eliminar el deseo rabioso y las preocupaciones mundanas. En esta pieza de Blardony, el silencio, la calma, el nirvana y la nulidad de la voluntad para llegar a la extrema paz, se conjugan también en la figura del compositor John Cage, como podemos leer en el título, en un juego de palabras que otra vez nos demuestra el interés de Blardony por la literatura. La referencia a Cage, gran practicador de la filosofía del zen, no es un azar y casualidad en la obra de Sergio, como queda bien presente por todo lo dicho. Esta obra que transita por multitud de técnicas diferentes, destaca por los harmónicos complejos que a veces aparecen, conteniendo sonidos multifónicos (varios harmónicos simultáneos) de gran belleza tímbrica. Finaliza esta pieza con una hermosa y enigmática frase, que con la voz muy tenue y tierna, bordeando el silencio, recita Juan Aguilera: Las palabras, sirven. Casi esta última palabra es imposible de escuchar para el oído, nosotros tuvimos que subir al máximo el volumen para poder entenderla. ¿No es este gesto, de acercarse a la escucha, hasta los extremos de su fragilidad, una metáfora de lo que parece sugerirnos la obra de Blardony? El deseo calla y la voluntad descansa...
Con esta obra, a la que sigue otra de Emre Dündar, más tradicional que la anterior, finaliza este doble CD que Juan Aguilera Cerezo ha creado. Algunas de las obras para algunos oídos acostumbrados a la música más contemporánea, pueden sonar clásicas, pero por el contrario, para algunos oídos acostumbrados a lo clásico, seguro que algunas composiciones les resultarán extremadamente modernas. ¿Pero no es nuestro siglo XXI un gran caleidoscopio? ¿No vivimos en un mundo plural, donde multitud de músicas diferentes pueden convivir, ya alejados de las escuelas cerradas o los partidismos musicales de antaño? El siglo XXI que Juan Aguilera Cerezo nos quiere revelar, siendo sin duda su punto de vista por el gran componente personal que tiene este CD (recordemos otra vez que 7 de las 8 obras están escritas para él), nos despierta gran interés y nos ayuda a entender nuestra realidad presente y la creación más actual. Algo que pocos músicos se atreven a realizar, ya que recurren al fácil camino de la tradición y los nombres consagrados. Aguilera Cerezo no es una persona de este tipo, es alguien que se arriesga, es alguien que busca lo nuevo, lo diferente, lo que él como persona puede aportar. No necesita de estereotipos ni caminos fáciles, su original voluntad, su propuesta diferente, es el mejor camino que puede realizar. Porque es el único camino del presente, que caminando hace futuro y crea en su utopía un lugar que habitar. Para aquellos que como él, quieran atreverse a recorrer la historia de la música en continua gestación, nada del eterno retorno de lo viejo y lo caduco.
En conclusión, muy recomendable este CD, donde podemos comprobar, tanto la visión de un chelista contemporáneo que apuesta por la creación más contemporánea, como por la gran diferencia de estéticas que existen en nuestro siglo XXI.
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