¿Alguna vez nos hemos parado a pensar en la verdadera importancia que tienen los sonidos? La realidad es que creemos que sí, pero nunca se les presta la atención suficiente, porque, nuestro sentido principal es la vista, y tendemos a condicionar aquellos fenómenos que nos rodean de forma figurativa. El sonido tiene una realidad etérea, intangible e inmaterial que le dota de un carácter único, condicionando su existencia, su importancia y su recepción.
Estamos acostumbrados a ver paisajes, pero, ¿alguna vez nos hemos planteado oírlos? Por mero disfrute, solamente, al igual que vamos a un museo a ver obras de arte, ¿por qué no hacer un recorrido sonoro por las diferentes partes del mundo? En lugar de analizar obras y estilos pictóricos o literarios, se podrían analizar los sonidos de cada rincón del mundo, anhelando poder escucharlos en vivo, investigar por qué son cómo son, o qué determina sus características. En base a lo anteriormente expuesto se hace una reflexión: ¿se pueden entender los paisajes sonoros como fuentes documentales? Es más, ¿podría decirse que la creación de los mapas sonoros son fuentes de documentación histórica del sonido? Estos proyectos consolidan intereses muy profundos sobre la recopilación de material sonoro como fuente de memoria social, que poco se tiene en cuenta. En base a lo anteriormente expuesto, se quiere resaltar la importancia que tiene la funcionalidad de los sonidos como fuente que se estudia y se comprende desde el origen de éste; de esta forma, los mapas sonoros pueden ser entendidos como un conjunto de archivo que se presenta de manera cartográfica, e interactiva. Uno de los mapas sonoros que más renombre está teniendo, por su novedad conceptual es Sound of the forest.
Sound of the forest es una iniciativa que se lleva a cabo en el Timber festival, consistiendo en un proyecto que crea un vínculo con el paraje natural, en el que los protagonistas son los árboles y los bosques, con la pretensión de ahondar en el significado del poder transformador que éstos proporcionan, junto al entorno natural, vinculándose con áreas artísticas. Sound of the forest supone una recopilación de material sonoro que se produce en los bosques, independientemente de su localización, a nivel global. Conforma la creación de un mapa sonoro que aumenta poco a poco, reuniendo gran cantidad de manifestaciones sonoras con la finalidad de expresar las diferentes texturas auditivas que se pueden encontrar en estos entornos naturales. Al igual que otros proyectos como Archivo Usted no está aquí, de Georgina Canifrú, que tiene exactamente la misma función, pero realizando un recorrido sonoro por diferentes partes de América del Sur.
Actualmente, la importancia que adquiere el registro de material sonoro es notable, ya que se ha tomado consciencia de la situación, y, se comprende que los sonidos conforman una realidad cultural que se hereda, además de crear la realidad sonora y conceptual en la que nos movemos. Esta iniciativa fomenta la creación del primer campamento-musical, o sonoro, del mundo, en el que la grabación de sonidos vinculados a la naturaleza genera un recorrido que nos permite conocer cómo son los lugares de los que se ha extraído, sin necesidad de que haya un desplazamiento físico. Lo bueno que tiene la capacidad inmaterial y etérea del sonido es que solamente hay que escucharlo para poder comprenderlo.
Se crea una biblioteca de sonidos que pueden ser consultados de manera libre, y, se trata de una iniciativa que solamente hace referencia a la recopilación de material sonoro que esté vinculado a la naturaleza; por lo que, en cierto sentido, se genera una tipología auditiva diferente al reunir grabaciones que solamente están relacionadas con la naturaleza bajo características determinadas. Parte del proyecto consiste en visitar un bosque en el que debe grabarse un minuto, como máximo, de sonidos que lo puedan representar, teniendo una funcionalidad plástica, en cierto sentido, el paisaje del que se han extraído, llegando a construir parte de la herencia cultural de la que procede el sonido. Este factor es determinante, y, en realidad, se podría decir incluso que uno de los ejes vertebrales de esta iniciativa, porque el origen de los sonidos condiciona su entendimiento y su implicación para con el oyente. Por eso, la creación de estos mapas ayuda a conocer la herencia e identidad cultural mediante los sonidos, registrándolos de manera característica, que dependen íntegramente de las condiciones en las que se han grabado; es decir, al escuchar los diferentes minutajes sonoros que se proporcionan, se perciben las diferencias o similitudes que puede haber entre el material recopilado.
Por ejemplo, no es la misma herencia cultural ni sonora la que recibe una persona de occidente, que la que recibe una persona de oriente. Los sonidos y las grabaciones crean un marco conceptual desarrollado en ambientes que condicionan el material que se registra; de esta forma, se sobreentiende que el sonido que se ha grabado en los Jardines del buen Retiro de Madrid, no se corresponde con las corrientes de agua que se han grabado en Castletown, Shelley Hill, Scotland, ni con el sonido de los lémures de Andasibe en Madagascar, o con los sonidos del Parque Nacional Tamin Negara de Indonesia. La fauna que habita los bosques, los climas que los azotan, o la urbe que se haya construido en su entorno, condicionan la creación de un material sonoro u otro.
Lo natural invade y crea nuestro contenido sonoro, además siempre de una forma positiva, siendo el mayor patrimonio sonoro inmaterial que podemos obtener. La naturaleza crea memoria colectiva gracias a las grabaciones del sonido, y, los sonidos que recopilan generan mapas sonoros que captan las características del lugar. La grabación sonora de los parajes naturales conforma una realidad de conocimiento que proporciona muchísima información. Bajo este proyecto se crea un concepto físico del sonido, que además realza la pureza del mismo al basarse en la naturaleza solamente, alejándose del mal denominado, ruido de las ciudades.
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