Después de casi 2 años, al fin ha visto la luz el disco de arte sonoro “Je s(onne)uis Ana”, que el año 2019 obtuvo financiamiento a través del Fondo Nacional de la Música Chilena. Este proyecto ha tenido muchos vaivenes en el camino, desde que se gestó hasta que se produjo, y si bien el resultado se ha materializado en un disco compacto, este objeto viene a marcar un momento que permite detenerme a reflexionar en medio de todo este gran proceso en el que exploro la noción de identidad a través de la relación voz-escucha-cuerpa.

Ana María Estrada Zúñiga
10 febrero 2021
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Alexis Díaz

Registro de la acción performativa "Je suis une femme?" (Santiago de Chile, enero 2020 MAC)

El presente texto esboza algunas de las experiencias y reflexiones que se desprenden de este proceso, que se cruzó con varias situaciones, de las cuales rescato 2 en particular; el taller feminista “Más Que Mi Voz” que di en Santiago (y del cual he publicado un texto en esta misma sección) y la revolución que se originó en el territorio chileno a partir del 18 de octubre de 2019.

Unitè 1 /Grabación número 2 /Repondérepeté /Setanprolleduagtsonog/ Spitch/ Imitando a Beauvoir/ Residuos/ son las 7 piezas que componen este disco y como podrá inferirse a raíz de sus nombres, ellas se basan en el idioma francés. Si bien el proyecto se originó a partir de una cierta nostalgia por esta lengua –de la cual tuve unas pocas clases cuando estudiaba en Chile–, poco a poco se fue transformando en una especie de comentario crítico, situado desde una perspectiva feminista y antico­lonial, sobre las formas en que replicamos el lenguaje.

La primera etapa del proyecto y que le dio origen en un comienzo, consistió en escuchar unos casetes con lecciones de francés e intentar repetir lo que allí se decía, con el objetivo de aprender algo del idioma. En el transcurso de la repetición, fui notando la necesidad de utilizar mi aparato vocálico de una forma distinta a la que estaba acostumbrada, del mismo modo que percibí ciertas diferencias en mi voz cuando intentaba sonar en francés, lo cual me provocaba la extraña sensación de estar actuando. Podría decirse entonces que la voz se tornaba importante también, en relación con el cuerpo, pues según Mladen Dolar, “No hay voz sin cuerpo, pero aún así, nuevamente, esta relación está minada de escollos: parecería que la voz pertenece al cuerpo equivocado, o no encaja para nada con el cuerpo, o descoyunta el cuerpo de donde emana” (Dolar, 2007, p.77).

Por otra parte, se hizo presente el sonido de las cintas, las cuales emitían un sonido muy particular, que evocó mis primeras incursiones en el arte sonoro. Mientras realizaba todas estas acciones, las iba registrando en audio digital y poco a poco fui seleccionando trozos que me parecieron interesantes. En este proceso incorporé también, la pronunciación de ciertas frases que ingresé al traductor de Google, las cuales si bien implicaron repetir la voz de este aparato, ya no se configuraban como la imitación de un discurso, sino que respondían a conceptos que yo deseaba destacar y que empezaron a caracterizar mi trabajo.

Otra cuestión importante al interior de la propuesta y que estuvo presente desde el comienzo, fue el interés por dar cuenta del aspecto performativo de este proceso creativo, pues como ya he dejado entrever, este disco es parte de una investigación procesual que está en constante desarrollo y que no considera por ahora la idea de producto acabado. Es decir, mi práctica artística no trata de concebir aquello que llaman obra de arte, sino que es precisamente esto, una práctica, un ejercicio constante que se sustenta en acciones y experiencias que involucran mi voz y las de otrxs.

Por lo dicho anteriormente, es posible establecer una relación entre la creación del disco y el taller "Más Que Mi Voz” puesto que fue un evento en el que diversas voces femeninas-feminizadas nos convocamos a experimentar y resonar en conjunto. En este punto, el enfoque feminista y autoetnográfico de mi propuesta funcionó como eje vinculante entre ambos proyectos, que tenían en común la utilización de la voz  como medio para explorar la identidad, en donde el disco operaba a partir de la relación con un idioma foráneo a través de la tecnología, mientras que el taller ponía mayor énfasis en la cuestión de lo femenino.

De acuerdo a ello, es que la pregunta por la identidad también estaba en juego en ambos proyectos, lo cual me llevó a concebir la acción performativa “Je suis une femme?”presentada en el Museo de Arte Contemporáneo, en Santiago de Chile en enero de 2020-, en la que invité a compañeras que estaban cursando el taller, a realizar una experiencia colaborativa, a partir de la connotada afirmación de la teórica feminista francesa Simone de Beauvoir; No se nace mujer, llega una a serlo (On ne naît pas femme, on le devient , en el original en francés). Cabe señalar que mi voz imitando a Beauvoir pasó a formar parte importante de la experiencia y propuesta creativa en el disco, en tanto al repetir sus postulados en torno a esta frase se me planteaban algunos cuestionamientos más profundos en relación al sentido originario del idioma que estaba intentando replicar sonoramente, además de representar un discurso que hoy en día parece ser fundacional para ciertas ramas del feminismo. A partir de ello, es que concebí la acción en el MAC, como una muestra del proceso y del estado del trabajo que venía realizando en torno al disco.

La experiencia artística desarrollada en el frontis del museo (afuera, en el parque) duró aproximadamente 30 minutos y comenzó con Bárbara Molina –de la Colectiva 22 bits– y yo, en una mesa al centro de la acción, sobre la que dispusimos una serie de elementos de tecnología sonora; ordenador, grabadora, sensores piezoeléctricos, auriculares, micrófonos, entre otros. Con estos elementos, creamos una situación en la que nuestras voces y su consecuente interacción tensionaban la articulación del idioma francés por medio de recursos como la repetición, el sostenimiento y la oscilación del sonido que emitía mi voz, a la vez que insistía en un discurso feminista, revelando en su enunciación la conciencia corporal de una voz en perspectiva feminista y decolonial. Mientras todo esto ocurría, Bárbara utilizaba los piezoeléctricos para desarrollar una suerte de auscultación (nunca mejor dicho) a mi garganta y aparato vocálico, para luego incorporar el discurso en francés de Beauvoir, pero sin amplificar a la autora directamente, sino por medio de mi voz imitando la suya e incluso había momentos en los que mi compañera imitaba lo que yo imitaba.

Por otra parte, estaba la interacción de las compañeras pertenecientes al taller, las cuales comenzaban una divagación oral y corpórea con la frase No se nace mujer, llega una a serlo, al tiempo que otra compañera activaba un altavoz portátil, que amplificaba la voz de la feminista decolonial boliviana María Galindo y con este audio, se paseaba entre medio del público. En este momento, se cruzan los discursos de Beauvoir y Galindo, en cuanto Bárbara y yo repetimos aleatoriamente diferentes frases que escuchamos de ambas mujeres. El final del discurso de Galindo es lo que marca el término de la acción, en que repetimos la última frase que ella enuncia; No existe gobierno alguno, mientras alzamos cual banderas unos pañuelos de colores que se habían utilizado en diversos ejercicios del taller. Fue así como, las voces de Galindo (amplificada directamente hacia el público) y la de Beauvoir (replicada por mí), venían a representar no sólo el contraste cultural de un idioma y otro, sino que constituían ellas mismas discursos feministas que se preguntaban por la mujer en el contexto sociopolítico en distintos territorios y temporalidades.

Asimismo, y en consecuencia con el enfoque autoetnográfico de mi práctica artística (Blanco, 2012), marcada por la realidad en la que me encontraba en ese momento en Santiago de Chile, un territorio en rebeldía, quise proponer una re-lectura hacia mi propio trabajo, pues mientras había estado experimentando con mi voz imitando un idioma hegemónico y colonizador, en mi país de origen los pueblos se encontraban en un proceso social y político que entre otras muchas cosas, intentaba recuperar vínculos, prácticas y saberes humanos que cuestionaban la colonización, así como también se visibilizaban demandas provenientes del feminismo local por medio de vítores y consignas que se escuchaban en las calles. En este punto, es necesario subrayar que todos estos elementos, en diálogo con mi condición de migrante en Europa, provocaron un revés en cuanto al sentido de la propuesta, ya que el tono nostálgico que representaba este idioma para mi en un comienzo, hace un par de años atrás, había desparecido y ahora deseaba continuar con la experimentación, cuestionándome el lugar hegemónico que esta lengua representa, pero también al sentido originario de algunas de las palabras que hemos adquirido a partir de el. Esto también, en consecuencia con la reivindicación del pueblo-nación mapuche, el cual ha tenido un papel preponderante en la revolución, pues además existe una lengua ancestral proveniente de esta cosmovisión indígena que ha sido negada y silenciada históricamente. Por tanto, el idioma castellano que yo hablo es mestizo y representa una herencia colonizada.

Ahora bien, es difícil dar cuenta de todo lo que he mencionado en un disco que se compone de piezas sonoras, que con todo, pueden resultar muy abstractas para quienes las escuchen. No obstante, considero que hay diversos elementos que están presentes en los audios, que dirigen nuestra atención hacia los tópicos mencionados. Ello, además de que efectivamente intento imitar no sólo estos casetes que enseñan el idioma francés, sino también los discursos de Galindo y Beauvoir, vocalizados de una forma que se queda entre el castellano y el francés.

De acuerdo a esto, es que uno de los elementos importantes es el ensayo-error, el cual se percibe más o menos en cada audio y que se conforma a partir del ejercicio de la repetición, que en ocasiones parece conseguir el objetivo de imitar el lenguaje, mientras en otros momentos, deja en evidencia errores y desaciertos, que nos exponen a lo absurdo de la situación, en donde alguien repite incesantemente un discurso para sonar como otra persona.

Por otra parte, en algunas de las piezas, asistimos también a sonidos que ya no se configuran como lenguaje articulado, sino que responden a sonoridades que llamé Residuos, en el último track del disco. Se entiende así que tos, respiración, chasquidos, onomatopeyas y otros sonidos no configurados a partir del logos, hacen parte de este ensayo-error, evidenciando la presencia de una voz y de una corporeidad, que se manifiesta en un espacio-tiempo determinado en el que resuena consigo misma.  Bajo esta idea es que resulta pertinente la premisa de Adriana Cavarero, cuando esta señala que: “Si lo que está en juego en el término logos -una palabra notoriamente equívoca que significa, entre otras cosas, "lenguaje" - es "habla" [palabra], entonces la "voz" también juega un papel aquí” (2005, p.9). La voz, por lo tanto, es definida inicialmente tanto por su relación como por su diferencia con el lenguaje.

Pasamos así a un segundo elemento; el aspecto performativo del lenguaje, en donde yo sería quien intentase actuar como otra voz, en cuanto esta metodología de aprendizaje del francés, se enfocaría no tanto en el sentido de lo que suena, sino más bien en la forma de esos sonidos. Dicho de otro modo, cada vez que yo intentaba repetir la voz de mi pseudo interlocutora, lo que hacía era imitar el sonido de la voz, para que esta me llevase al sonido del idioma.

Me detengo en esto último, porque la presencia de la otra voz y su disonancia respecto a la propia, me motivaron a expresar en el disco, una suerte de diálogo entre todas las voces, que en ocasiones no son más (ni menos) que el devenir de mi propia voz, que a momentos incluso aparece como mi idioma nativo, permitiendo escuchar los posibles contrastes que una voz manifiesta, cuando imita a otra versus cuando habla por sí misma. No obstante, aquella distinción también está marcada por el sentido, pues cuando se me escucha hablando en castellano es para señalar que no entiendo lo que estoy escuchando y que necesito una pausa para comprender, acción que deja en evidencia la imposibilidad de establecer una imitación continúa de un lenguaje que no se comprende del todo.

En concordancia con todo lo dicho hasta ahora, es importante recordar aquí, la teoría de la performatividad del género que expone Butler, en donde precisamente refiere a la idea de repetición en la construcción de la identidad:

Y si el cimiento de la identidad de género es la repetición estilizada de actos en el tiempo,  y no una identidad aparentemente de una sola pieza, entonces en la relación arbitraria entre estos actos, en las diferentes maneras posibles de repetición subversiva de este estilo, se hallarán las posibilidades de transformar el género. (Butler, 1998, p.297)

En resonancia con las palabras de Butler, concibo intencionalmente la idea de la repetición como un gesto de ruptura, pues no hay que olvidar además que cuando se trata del sonido, la repetición imitativa, lo idéntico, siempre sería un fracaso, pues no es posible emitir un sonido exactamente de la misma forma más de una vez.  “Ningún sonido puede ser repetido de manera exacta. Ni siquiera tu mismo nombre. Cada vez que se lo pronuncia es diferente” (Schafer, 2009)

Aún cuando he hecho énfasis en que quizás el aspecto semántico del lenguaje pasó a un segundo plano, es necesario subrayar que no es posible escindir el sonido del sentido y viceversa, puesto que la elección de las frases que articularon un spitch que explicara mi propuesta en el idioma francés (lo que se puede escuchar en algunas de las piezas), estuvo determinada por la forma en que estas sonaban, en lo que asumo buscaba una manera de sonar con la que me sintiera identificada; que me re-sonara, ya sea porque lo que se escuchaba podría sentirse familiar para otra persona hispano-parlante como yo, o bien porque consideraba que podía dar una intención más consistente a lo que quería decir, respecto a la sonoridad de mis enunciados.

Es así que en una primera revisión hacia este trabajo, he querido enfatizar la importancia del ensayo-error y de la performatividad del lenguaje, en cuanto estos tópicos provocan un cuestionamiento respecto a la noción de identidad al interior del lenguaje en tanto voz y diversifican las posibilidades de que mi propia voz no sea una voz, sino que devenga en una(s).

Para cerrar, quisiera solamente señalar que más adelante será necesario desarrollar el vínculo que yace en este disco entre la voz y la tecnología, pues esta última también propicia el devenir de la voz, a través de distintos recursos que involucran la referencia a lo corpóreo, ya que permiten registrar y amplificar no sólo la voz que habla, sino también los residuos del lenguaje (la respiración, los chasquidos, etc.).

Referencias bibliográficas:

  • Blanco, M. (2012) “Autoetnografía: Una forma narrativa de generación de conocimientos”, en Revista de investigación social, vol. 9 n°19, pp. 49-74.
  • Butler, J., & Lourties, M. (1998, octubre 1). Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista. Debate Feminista18. https://doi.org/https://doi.org/10.22201/cieg.2594066xe.1998.18.526
  • Cavarero, A. (2005). For More than one voice. Toward a Philosophy of Vocal Expression. California: Stanford University Press.
  • Dolar, M. (2007). Una voz y nada más. Buenos Aires: MANANTIAL.
  • Schafer, M. (2009) Yo nunca vi un sonido. Conferencia presentada en el Foro Mundia de Ecología Acústica. México. Disponible en http://www.mediateletipos.net/archives/8929

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