Como es bien sabido, a partir de octubre de 2019 en Chile se detonó una revuelta popular masiva ante la desigualdad, la injusticia y el alto costo de la vida provocado por el modelo neoliberal implantado en nuestra sociedad. De un día para otro, un estallido de malestar ciudadano, transformó los modos de habitar las calles y el territorio, emergiendo un nuevo escenario de disputa que se expandía sonoramente que reforzó una identidad colectiva que hasta entonces estaba silenciada. Al cabo de algunos meses, en marzo de 2020, inesperadamente el fenómeno mundial de la pandemia por covid-19 confrontó aquel escenario nacional de forma abrupta, al silenciar la esfera sonante de la protesta en las calles y replegar a la población en un confinamiento inaudito hacia el espacio privado.

Constanza Ipinza Olatte
1 septiembre 2022
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Tsonami Arte Sonoro

Museo Sonoro de la Revuelta, Parque Cultural de Valparaíso, Valparaíso (2021)

La primera aproximación a este ensayo, tenía el interés de construir un relato, y quizás algunas reflexiones, sobre la transición entre ambos sucesos mencionados desde la experiencia sonora y las prácticas artísticas. La motivación, estaba vinculada a comprender ese lugar intermedio entre la acción de habitar una sonoridad territorialmente colectiva y una íntimamente aislada, explicando, si es que las palabras alcanzan, el intersticio de aquellos dos momentos opuestos y muy cercanos en el tiempo.

Para alcanzar algunas respuestas, surge la invitación a doce pensadores y artistas chilenos que trabajan con la dimensión del sonido en diversos formatos de las artes e investigación, como la instalación, la performance, el concierto y la radio, para recoger qué entienden por espacio sonoro y cómo estos dos hechos, álgidos y diametralmente opuestos, confrontaron –o no– sus formas de habitar aquel espacio en relación con las experiencias individuales y las prácticas artísticas.

En base a lo anterior y con el objetivo de desarrollar reflexiones conjuntas y comprender la significación de aquel espacio sonoro intermedio, se desarrollaron las siguientes preguntas a cada artista y/o colectivo: “para ti, ¿qué es y cómo se manifiesta el espacio sonoro en tu trabajo con sonido?; ¿cambió tu forma de habitar la sonoridad desde la revuelta popular al confinamiento? y si fue así, ¿de qué manera y cómo se refleja en tu experiencia y/o práctica sonora?”

Hacia una comprensión colectiva del espacio sonoro

Alcanzar una definición colectiva del espacio sonoro no es fácil, y probablemente tampoco sea única. No obstante, para dilucidar algunas suposiciones, primero se debería reconocer que la escucha podría ser considerada un aparato sensible para comprender el mundo. Frente a la primera pregunta realizada, aunque los resultados arrojaron tantas perspectivas como respuestas, la mayoría definió el espacio sonoro como un lugar atravesado por el cuerpo y de múltiples relaciones.

El espacio es todo aquello que contiene al acontecimiento, “no hay sonido sin espacio y no hay espacio sin sonido”, afirma el compositor que trabaja con intervenciones sonoras, Sebastián Jatz, anunciando que en esta idea de espacio se constituye una función principal para preguntarse qué otros elementos, además de los sonidos, están en juego para compartir su experiencia de mundo y resonar con otras personas. Este testimonio, dialoga con la observación de Mónica Salinero, investigadora interdisciplinar y directora del proyecto “estudio arte sonoro”, quien manifiesta que “el sonido es una expresión de la relación de nosotros con algo” y como expresión material, siempre mostrará un modo de habitar y de ser en relación con otras y otros.

Así también, para la colectiva tecnofeminista y de arte sonoro 22 bits, el espacio sonoro es un lugar de relaciones donde colectivamente se tocan y comparten sus experiencias. El sentido del sonido en el espacio y la aproximación a su práctica artística, es considerado como un lugar de subversión y de exploración de las relaciones jerárquicas comúnmente establecidas por el statu quo.

Por otra parte, Mathias Klenner y Sofía Balbontín, ambos arquitectos/as y artistas sonoros, definen el espacio sonoro como un concepto en constante transformación. Por ejemplo, en su trabajo “Espacios Resonantes”[1], exploran y activan acústicamente espacios ruinas de gran volumen para crear nuevas narrativas utilizando el cuerpo y la voz.

Acudiendo a las consideraciones de Jean-Luc Nancy[2], podríamos decir que los espacios acústicos explorados por los artistas, en cuanto a sonido y sentido –sentido desde la escucha y sonido desde la activación del cuerpo–, comparten el espacio de una remisión en el espaciamiento y en la resonancia del sonido que se amplifica, propaga y vuelve al sí mismo. Para el artista sonoro y medial, Esteban Agosín, esta remisión podría entregar coordenadas de ubicación –en lo profundo que eso puede significar– e información antropológica, ecológica y sociológica, mientras el fenómeno nace, ocurre y desaparece.

Blesser y Salter[3], en su perspectiva interdisciplinar para comprender lo que ellos llaman arquitectura aural, identifican dos tipos de espacios sonoros: la arena experiencial, asociada a la intimidad de quien escucha, y la arena acústica, entendida como una región donde las personas comparten un evento sonoro.

Para ilustrar esa diferencia, Ana María Estrada, investigadora y artista sonora, identifica un espacio interior y exterior que se habita desde distintos lugares y códigos. En resonancia con su trabajo enfocado en la voz, la escucha y el cuerpo, el espacio sonoro se manifiesta como un territorio, no sólo geográfico, sino también simbólico, desde el cuál encontramos afinidades con las aproximaciones de la colectiva feminista y ambulante Sonoras, para quienes “el espacio sonoro siempre está unido al cuerpo, al movimiento y a la convivencia e interacción (...) es el transitar de una pulsión, de un deseo que nace desde las entrañas y entra en relación con el entorno”. Así también, su corpus de acción colectiva es definido por ellas como un espacio sonoro que dialoga hacia afuera y adentro.

Basándonos en estas breves reflexiones, podríamos decir que la idea de espacio sonoro es multi-escalar y aparece según el lugar (simbólico) donde cobra sentido, requiriendo para acontecer de un cuerpo (sintiente), de un medio (físico) y de una emisión (sonora). Jean-Luc Nancy, también, lo explica desde el lugar de la presencia:

“El presente sonoro tiene que ver desde el inicio con un espacio tiempo: se difunde en el espacio o, mejor, abre un espacio que es el suyo, el espaciamiento mismo de su resonancia, su dilatación y su reverberación. Ese espacio es, en sí mismo, omnidimensional y transversal a todos los espacios desde el principio: siempre se ha señalado la expansión del sonido a través de los obstáculos, su propiedad de penetración y ubicuidad.”[4]

Habitares sonoros desde la revuelta popular al confinamiento

Si mencionamos al geógrafo David Harvey[5], quien afirma que la protesta puede provocar profundos impactos al modificar las concepciones de espacio y tiempo en la fractura de su uso hegemónico. A partir de ello, podríamos asegurar que la protesta, durante la revuelta popular se cargó de significado a través de los cuerpos que atravesaron y trascendieron el territorio re-produciendo nuevos espacios.

Pablo Saavedra

Colectivo Las Electros, Performance Para poder cruzar el angosto portal del aquí y el ahora, Acción sonora, Valparaíso (2021)

La mayoría de los artistas que participaron en esta invitación, coincide enconsideran que una parte significativa de la revuelta está en su sonoridad, direccionando o acentuando políticamente sus trabajos. Algunas de aquellas acciones y registros se han logrado aunar en la exhibición del Museo Sonoro de la Revuelta (2021)[6], organizado por Tsonami Arte Sonoro, la cual convocó a más de 30 artistas, activistas y archivistas, cuyas exposiciones responden en diversas claves artísticas (performance, instalación, poesía y registro) a esta nueva memoria auditiva que se instaló en nuestra historia.

Retomando la idea de la voz y el cuerpo acontecido en el espacio, y al considerar el cuerpo como un arma política donde la voz manifiesta su presencia, las interioridades individuales y colectivizadas durante el fenómeno del estallido chileno, conformaron –como diría el artista sonoro Nicolás Kisic– espacios de fricción, acción y experimentación en un momento de bastante densidad de información. La voz significada y sumada a otras capas sonoras conformaron paisajes extendidos y fluctuantes, cuyos límites hasta el día de hoy no podemos dimensionar debido a la magnitud vivida.

Según Mónica Salinero, la posibilidad de apropiación y transformación del sonido de la explotación hacia un futuro en construcción durante la revuelta, permitió tomarse el espacio para proyectar y ampliar la escucha de las voces que estaban ahí a partir de una historia y un sentido poderoso. Así también, para Sofía Balbontín emergió un fenómeno de sonorización y de fuerza colectiva, cuyas relaciones previas y jerárquicas, ampliaron los límites del espacio sonoro conformando una nueva condición de masa.

Sonoras

Sonoras 8M, Acción 8M (2021) Santiago

“La primera fase de la revuelta, con los cacerolazos masivos, el repique de postes y estructuras, las vociferaciones, los gritos, las marchas, los enfrentamientos y ese ruido bendito y caótico que lo inundaba todo, me hicieron sentir que el espacio sonoro, entendido desde la praxis artística, era sobrepasado y redefinido por el contexto y la magnitud de lo colectivo.”

Por otra parte, cuando se aborda la reflexión sobre el impacto del confinamiento en los habitares sonoros, las palabras más repetidas en las respuestas fueron silencio y control. Silencio inaudito en relación con el fragor sonoro vivido previamente, y control de los cuerpos recogidos hacia el espacio íntimo por las medidas sanitarias.

Mientras Sebastián Jatz mira estos dos momentos antipodales con nostalgia por su sonoridad, para Sonoras durante la pandemia se respiró contradicción, implosión, miedo y desconfianza, donde lo vivido estuvo “muy marcado visualmente por las mascarillas como la representación de un bozal con que nos quieren silenciar, acallar, mantener sumis@s y sin identidad”.

Una observación interesante de ambos acontecimientos y desde la práctica artística, es la de los artistas sonoros Nicolás Kisic y Michel Poblete. Mientras para Michel, la transición fue un parpadeo violento desde lo colectivo hacia la soledad y profundidad de las emociones, para Nicolás, se vivió una contradicción etimológica, donde la palabra pandemia –llena de caos en su significado– fue vivida con gran soledad y silencio. Debido a ese aislamiento, en ambos aparece la tecnología y la red como un espacio sonoro facilitado para desarrollar sus trabajos desde el aislamiento. Por ejemplo, la obra “Suspendido” (Poblete), propone una invitación colectiva para desarrollar una serie de experimentaciones electroacústicas con otros cuatro integrantes durante la cuarentena[8]. En cambio, en la radio online “Radioinsurgencia” (Kisic), emerge un puente que salva las distancias geográficas del artista que se encontraba en Alemania además de archivar y amplificar la memoria sonora del proto-golpe del Perú durante el año 2020[9].

Así también, quisiera mencionar el proyecto “Para poder cruzar el angosto portal del aquí y el ahora”[10], del Colectivo de arte sonoro Las Electros, cuyo título es muy sugerente en términos de umbralidad y cruce temporal entre ambos momentos. A partir del material registrado durante las protestas, el Colectivo recorrió las calles vacías de la ciudad durante el confinamiento, para llevar los sonidos de la revuelta con un altavoz en sus espaldas:

“La acción significó para nosotres no detener la marcha, no silenciar las voces, no reprimir los cuerpos. Fue esta serie de iniciativas que nos permitieron participar de nuestra contingencia sociopolítica local a través de un sentir sonoro/corporal.”

Para finalizar y en un intento por compartir reflexiones colectivas, sonoras y situadas en dos momentos que bien sabemos quedarán en nuestra historia, me atrevería a decir que no existe transición de habitares entre los dos espacios temporales que se han mencionado. Nuestra sociedad chilena se vio envuelta en dos estallidos inauditos, uno de estruendo expandido y otro de estrechamiento y mutismo. Hoy, bajo un futuro incierto, aún estamos asimilando lo acontecido, con los oídos y el sentido abierto.

Tsonami Arte Sonoro

Museo Sonoro de la Revuelta, Parque Cultural de Valparaíso, Valparaíso (2021)

Agradecimientos

Este ensayo no habría sido posible sin la colaboración de todos y todas las personas mencionadas en este ensayo, a quienes les agradezco su entusiasmo y generosidad en compartir sus reflexiones y llevarme hacia otros lugares que en un principio desconocía.

Referencias Bibliográficas

  • Blesser, Barry, and Linda-Ruth Salter. Spaces Speak, Are You Listening?: Experiencing Aural Architecture. Cambridge (Massachusetts): The MIT Press, 2009.
  • David Harvey. “La construcción social del espacio y del tiempo: una teoría relacional”. Geographical Review of Japan, 67(2), 126-135, 1994.
  • Nancy, Jean-Luc. A La Escucha. Madrid: Amorrortu, 2007.

Constanza Ipinza Olatte Arquitecta Usach, máster en Ingeniería Acústica en la Edificación y el Medio Ambiente UPM y diplomada en Arte Sonoro UChile . Su trabajo se ha centrado en la exploración de las relaciones entre espacio, materialidad y sonido, el cual ha sido publicado y expuesto en revistas, medios digitales, museos y festivales. Actualmente se desempeña como académica de la Escuela de Arquitectura Usach y es candidata a doctora en Arquitectura y Urbanismo UBB.

Proyecto Financiado por Fondart Regional, convocatoria 2021.

Notas

  1. ^ Para los artistas, a partir del cruce entre sonido y espacio surge una relación dialéctica codependiente, puesto que el espacio crea sonido al mismo tiempo que el sonido crea espacio. https://espaciosresonantes.com/about/ (consultado el 14 de octubre de 2021).
  2. ^ Jean-Luc Nancy, A La Escucha. (Madrid: Amorrortu, 2007).
  3. ^ Blesser Barry y Linda-Ruth Salter, Spaces Speak, Are You Listening?: Experiencing Aural Architecture. (Cambridge: The MIT Press, 2009).
  4. ^ Jean-Luc Nancy, A La Escucha. (Madrid: Amorrortu, 2007, p.32).
  5. ^ David Harvey, “La construcción social del espacio y del tiempo: una teoría relacional”, (conferencia presentada en el Simposio de Geografía Socioeconómica, Asociación de Geografos Japonenes, Nagoya, Japón, 15 de octubre, 1994), [traducción de Perla Zusman], consultado el 13 de octubre de 2021, en https://n9.cl/mrg6q

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