¿Y si todos los tiempos suceden al mismo tiempo?

Laura Romero
14 septiembre 2021
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Diseño de la portada del disco por Lägrima

En abril de 2021 se publicó un artículo en Sul Ponticello titulado “Apego Aural”, en el que el compositor Carlos Eldelmiro nos cuenta acerca de su proyecto sobre la influencia de la voz de nuestras madres en nuestras relaciones interpersonales. El artista, junto con la colaboración de Diego Amozoo y Hackerspace Mty, ha creado un software que mide y compara las frecuencias de dos grabaciones de voz: una correspondiente a la voz de la madre y otra de otra persona a la que estimes. “Me gustaría salir del antagonismo que a veces se crea entre lo tecnológico y lo orgánico”, señala Eldelmiro. Aunque se sirve de lo tecnológico, enfoca la grabación no como un mero registro sonoro, o al menos no en el caso de todas las grabaciones. “A mi parecer el dislocamiento de tiempo que crea una grabación le imprime un valor agregado en una relación directa con quien escuche el material”, concluye.

Conecté instantáneamente con este sentimiento del autor, quien se apoya en la grabación como una entidad viva y mutante en relación al espacio, la percepción y el tiempo. No puedo negar que hay cierto apego en los materiales sonoros que a lo largo del tiempo he registrado. Cuando llega el momento de abrir ese baúl de huellas audio-afectivas, la escucha se convierte en una experiencia en la que todos los tiempos suceden al mismo tiempo. Todo cobra nuevos significados y nuevos estados. El tiempo del no-tiempo. Quizá desapegarse de algunos registros sonoros sea también una forma de apego, un apego sano para que lo efímero siga, de alguna manera, vivo en su ausencia físico-espacial. La grabación como algo vivo. Y “lo vivo” en constante transmutación.

La cuestión sobre el tiempo y el sonido es uno de los ejes de acción de la colección New Chronologies of Sound recientemente publicada por el sello VIC NIC. El proyecto, comisariado por Hugo Branco (VIC Aveiro Arts House), Teatro Aveirense y con el apoyo del  Instituto de Etnomusicología en la Universidad de Aveiro, invita a artistas sonoros de diferentes lugares del mundo a reflexionar y reflejar cómo estaban respondiendo al contexto de confinamiento y pandemia, atendiendo a los cambios acústicos que se estaban generando. En palabras de Branco, “más que hacer un disco sobre la pandemia, lo que buscábamos era una reflexión sobre cómo este evento global afecta a nuestra percepción colectiva del tiempo. Un evento de estas dimensiones acaba imponiendo siempre una nueva cronología”. El recopilatorio abarca una gran diversidad de autores no sólo desde el punto de vista geográfico (artistas de India, Japón, Colombia, etc.) sino también en relación a sus formas de trabajo. “Buscábamos sobre todo diversidad a nivel conceptual y perceptual, entender acercamientos particulares hacia una temática global según los diferentes procesos de trabajo de cada autor”.

En mi caso, que suelo trabajar con narrativas más cercanas al documental y la oralidad,  coincidí con Diana Combo, artista de Aveiro, en ese ejercico de “vuelta al archivo”. En lugar de salir fuera a grabar, nos tomamos el tiempo de “volver hacia adentro”, de iniciar una etapa de introspección y de trabajo con lo ya grabado para darle un nuevo enfoque. Así lo reflejé en “Masa”. Por otro lado, Kyoka, artista japonesa que trabaja sonoridades más cercanas al tecno, se adentra en la composición de otras texturas y atmósferas grabando y trabajando sus propios sonidos.

Sylvia Steinhäuser

Kyoka

Matthew Herbert envió un trabajo hecho a partir de un nuevo software desarrollado por el investigador Sean Devonport, y que parte de una gota de sangre del propio Herbert que es reproducida diez mil y una veces, creando una interesante y muy potente textura de “nano granularidad”. Herbert trabaja actualmente con este nuevo propósito, dando forma a las grabaciones de modo que podamos escuchar mil millones de eventos sonoros en uno sólo. Cambiando de registros, la pieza de Natalia Valencia empieza desde su propia casa, mirando y escuchando a través de la ventana. Una escucha que después atraviesa la ventana hacia el balcón y hacia la ciudad, estableciendo una comunicación entre lo interior y lo exterior.  Los sonidos de la cotidianeidad es otra idea que trabajó Budhaditya Chattopadhyay, quien estuvo encerrado en soledad durante semanas y empezó a enfocar su atención en los objetos de su casa. Los objetos cobraron cierto protagonismo en su vida, como si le hablaran. Otra aproximación particular, más relacionada con la ecología acústica fue la de Lawrence English, quien además se ha encargado de la masterización del disco.  Quiso revivir un momento que para él fue muy querido y que había grabado en Japón, en un lugar donde existe una especie de confrontación sonora entre una zona medio urbana y otra medio rural. También el trabajo de BJ Nilsen parte de lo urbano: grabó tres escenas del paisaje sonoro de Amsterdam en un momento en el que los turistas habían desaparecido de las calles.

Más autores como Miguel Isaza, Gustavo Costa (Sonoscopia) y el propio Hugo Branco participan en el recopilatorio con piezas que cuestionan la libertad personal, lo sonoro en lo nocturno o la contraposición entre lo material e inmaterial. “La dualidad está presente constantemente a lo largo del disco, entre lo urbano y lo rural, lo interior y lo exterior... y creo que estas sensaciones podemos apreciarlas a lo largo de toda la escucha”, comenta Branco.

Hay también una relación entre la poesía y el sonido en este proyecto, así como entre lo personal y lo global. La artista AGF, por ejemplo, vivía en una isla de Finlandia en el momento del confinamiento. En un muelle encontró roto uno de los puentes de metal que daba acceso a un barco. Recibía los golpes del mar, del viento, de la tierra... Es como un himno acerca del triunfo de los elementos naturales sobre la actividad humana, algo que refleja también su propio aislamiento en una isla.

AGF

Cuando recibí la invitación desde VIC NIC para participar sentí que fue una bonita oportunidad para bucear entre las cronologías de ese baúl de sonidos que almaceno a lo largo del tiempo. Por entonces había estado leyendo acerca de aquel estudio científico, “Gravitational Mass Carried by Sound Waves” (Esposito, Krichevsky, Nicolis), publicado por The American Physical Society, en el que se concluye que las ondas sonoras no sólo transportan energía y momento, sino también masa gravitacional, masa negativa. Varios son los artículos que se han ido publicando desde 2018 sobre esta línea de investigación (Nicolis & Penco). Según esta tesis, en la troposfera, donde la velocidad del sonido decrece con la altura debido al efecto de la gravedad de la Tierra sobre el aire, esta masa negativa hace que el sonido se curve hacia arriba (al contrario que la luz que se curvaría hacia abajo). Pensar el sonido como una forma de “anti-gravedad” me resultó simplemente inspirador, y a pesar de las evidencias, aún más enigmático. Este fue el punto de partida para contar una historia compuestas de historias de multitudes, de personas en reunión y sonidos en comunidad. Sonidos en masa, humanos o no, en contraposición con las megafonías planas de las autoridades que, mientras patrullaban las calles vacías, anunciaban el estado de alarma en España a causa de la pandemia de Covid-19. Tras un proceso de escucha de diversos materiales almacenados, seleccioné los registros sonoros que pensé podrían construir una narrativa común, una resonancia de la multitud, en una especie de ejercicio documental y de “geografía sentimental”. Manifestaciones anti-fascistas en Valencia, protestas en París durante el 50 aniversario de mayo del 68... pero también grabaciones que representan mensajes de alegría, de entusiasmo y de encuentro con el otro. Decidí que no procesaría o transformaría los soundscapes seleccionados, preferí enfocarme en el proceso de montaje y mezcla de los sonidos tal y como fueron registrados, tratando de provocar la emoción tras la sensación de masa. Una densa bola de sonidos proyectados hacia arriba, como gritos desafiando las teorías de la gravedad.

Hugo Branco

New Chronologies of Sound no es sólo un disco (con edición limitada en vinilo de 500 copias y 250 en CD, ilustrado por Lägrima y con diseño gráfico de Nayara Siler), sino que comprende también una colección de ensayos escritos que cuenta con la consultoría de Jorge Barco (curador del Museo de Arte Moderno de Medellín) junto a la investigadora Ana Flávia Miguel, del Instituto de Etnomusicología en la Universidad de Aveiro. La continuación del proyecto puede seguirse desde la web del sello VIC NIC: lifeisavicnic.com.

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