Asimismo, dirige el Laboratorio en Investigación en Resonancia y Expresión de la Naturaleza, donde aborda el cruce de la ciencia y el arte como forma de conocimiento específico. Desde hace más de 25 años Ariel y su equipo exploran fenómenos de resonancia, magnetismo, mecánica y electricidad. Además, diseñan y construyen instrumentos que funcionan como transmisores de distintos fenómenos naturales, traduciendo las vibraciones vitales en magnéticos sonidos musicales. Sus aparatos crean sonido a partir de las vibraciones magnéticas de los cactus o el agua, por ejemplo, o buscan otro tipo de comunicación más directa, como con los instrumentos cuyo sonido está pensado para comunicarse con las ballenas.
Todo esto nace de su necesidad de buscar un lenguaje que le permita conectar con la naturaleza. Lo más llamativo es que esta exploración no es científica en el sentido tradicional, ya que sostiene que no se trata de lo comprobable, sino de lo imaginario. Por si fuera poco, Guzik es autodidacta; no terminó la secundaria, y todos los conocimientos de ingeniería, electricidad y física los aprendió él mismo.
Algunos ejemplos de sus máquinas son los siguientes:
Nereida
Se trata de una cápsula subacuática de cuarzo fundido que contiene en su interior un mecanismo de cuerdas y circuitos. Forma parte de una colección de instrumentos cuyo propósito es crear contacto con ballenas y delfines. El invento capta vibraciones, tanto las audibles como las no perceptibles por el oído humano; selecciona aquellas que tienen patrones armónicos y las devuelve al mar en busca de un contacto con los cetáceos.
Espejo Plasmath
Es un monumental instrumento de cuerdas que se basa en técnicas de luthería clásica, la aplicación de los principios de la teoría electromagnética y los intervalos armónicos naturales.
El Espejo Plasmaht capta ondas de animales o plantas y las convierte en sonido.
Laúd Plasmath
Instrumento de cuerda creado bajo los mismos principios que el Espejo Plasmath y que se basa también en las técnicas de lutería clásica. Con él se establece comunicación con las plantas: primero captando las vibraciones de estas y a después devolviendo la señal con una armonía proveniente del laúd. Dicho instrumento fue concebido para dar voz a las plantas ante la presencia de otras plantas y a un público humano, a través de una instalación llamada Concierto para plantas.
Cordiox
Es una compleja máquina de cuatro metros de altura inspirada en el monocordio de Pitágoras, que describe, a través de sonoridades, el espacio y su entorno. Algo así como un artefacto capas de amplificar “la voz del Universo”, la música de las esferas. Posee 180 cuerdas para captar vibraciones y un cilindro de cuarzo en su interior que las hace vibrar.
Fue elegida para representar a México en la 55 Bienal de Venecia en 2014.
Cámara Lambdoma
Es una intervención sonora permanente que genera música a partir de las señales del agua subterránea y de cambios en la atmosfera, captados con sensores de cristal y electrónicos.
El objetivo es evocar la presencia del agua como parte fundamental del mural de Diego Rivera: Agua, Origen de la Vida.
Oráculo Soviético
Pequeña escultura que simboliza una máquina del tiempo y que involucra el azar, cuyos pequeños contadores producen distintos sonidos.
Holothurian
Instrumento de resonancia submarina diseñado para comunicarse con ballenas y delfines en las profundidades marinas.
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Como hemos comentado anteriormente, la investigación de Guzik sobre la comunicación con otros seres vivos, gracias a la invención de máquinas que nos traducen el lenguaje de la naturaleza y se comunican con ella a través del sonido, no tiene una intención científica; más bien, su objetivo es del de comprender, de manera emocional las formas en que los seres vivos se comunican entre sí y su entorno. Para él, la esperanza para construir un mundo mejor reside en encontrar nuevos mundos y lenguajes, en un momento en el que el impacto de las actividades humanas en nuestro planeta está creciendo exponencialmente. La visión artística y filosófica de Guzik quizá puede ayudarnos a redescubrir nuestro mundo, ya que es evidente que estamos rodeados de fenómenos naturales que no apreciamos.
Precursor valenciano
Otro imaginador, creador de artefactos sonoros e interesado en la tecnología y el arte fue Juan García Castillejo (1903-1985). Este cura, nacido en cuenca y afincado, desde temprana edad, en Valencia, fue un visionario que inventó en 1933 el electrocompositor, un aparato, basado en la tecnología telegráfica y electromecánica, que permitía crear música de forma automática y aleatoria; por lo que adelantó dos décadas al concepto de música aleatoria. Asimismo, este aparato ofrecía la posibilidad de acceder por telegrafía a distintos archivos sonoros.
En su libro Telegrafía rápida y música eléctrica (1944), explica como compuso el electrocompositor, aunque omitió ciertos detalles para evitar plagios.
Al igual que Ariel Guzik, Castillejo tenía un pequeño taller en su casa en el que se dedicaba a inventar nuevos artefactos e imaginó que podría producir sonidos musicales traduciendo los movimientos de los peces. Basándose en el electrocompositor, el cura español propuso arrojar un cable submarino entre Mallorca y Alicante, el cual formaría un campo magnético en el agua y serían los peces, los que producirían el sonido con sus movimientos y distintos tamaños.
Su figura pasó desapercibida en su momento, por lo que la mayoría de sus invenciones y aparatos se han perdido. Sin embargo, Llorenç Barber, musicólogo y artista sonoro inició un proceso de recuperación de su memoria a finales de los setenta, después de encontrar el manual Telegrafía rápida y música eléctrica en una librería madrileña. También creó el Premio “Cura Castillejo”, que reconoce la labor de las figuras más relevantes en el ámbito del arte sonoro y las músicas experimentales.
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