El título de esta obra sólo añade un signo de interrogación al de una de las operetas que la gran Pauline García de Viardot compuso sobre libreto de Turgenev. Una nueva entrega sobre la obra de Diana Pérez Custodio que la propia autora nos comenta.
Yo me encontraba a la búsqueda de inspiración para escribir, en homenaje a Pauline, la obra que me había sido encargada por el Festival de Cádiz y el CNDM en el marco del Taller de Compositoras 2021, y que habría de ser estrenada por el Trío Zukan. Y me topé con esta opereta cuyo título recibí como un mazazo, de ahí el signo de interrogación… Trop de femmes? Quizá si mi cultura en materia de música popular contemporánea fuese más amplia habría conocido antes el tema de C. Tangana que tan famoso se había hecho por entonces y que comparte título (en castellano) con la opereta; pero no, sólo tuve noticia de su existencia tras el estreno de mi pieza, que corrió a cargo de sus dedicatarios el 20 de noviembre de 2021 en el Teatro del Títere de la Tía Norica de la ciudad de Cádiz. ¿Cómo que demasiadas mujeres? De forma un tanto obsesiva comencé a espetar a todos mis familiares y conocidos cercanos la pregunta sin contextualizarla, a ver qué respondían: “¿Demasiadas mujeres?” Las respuestas fueron muy curiosas y variopintas, pero una frase sonó más veces que ninguna: “Ni una menos”.
Y así, desde ese “ni una menos”, comencé a darle forma a una obra que en principio iba a ser un trío de txistu, acordeón, percusión y cinta, y acabó siendo una obra para tres seres humanos y cinta. Mis intenciones eran buscar a tres mujeres artistas que hubieran muerto por su condición de mujeres, para construir la cinta con sus voces y asociar a cada una de ellas un instrumento en vivo. Tras un penosísimo proceso de selección entre muchos más casos de los que imaginaba y desde luego conocía, me quedé con la escritora norteamericana Sylvia Plath, la actriz francesa Marie Trintignant y la performer y artista plástica cubana Ana Mendieta. Sylvia se quitó la vida metiendo la cabeza en un horno tras haber sido abandonada por su marido, Marie recibió de su novio diecinueve golpes en la cabeza como parte de una brutal paliza que acabó con ella, y Ana cayó del piso número 34 del edificio en el que vivía en New York en plena discusión con su marido; no ha llegado a esclarecerse del todo si él la empujó o fue un accidente. Rescaté, en formato de sendas entrevistas, sus voces originales del océano de internet, y siguiendo el plan preconcebido compuse mi parte electroacústica pregrabada. Tras ello me disponía a comenzar a escribir la partitura para los tres instrumentos en vivo, de hecho esbocé los primeros compases del sólo de txistu… y ahí me quedé paralizada y no pude escribir una sola nota más en el pentagrama; los talibanes habían llegado a Kabul.
Los sentimientos de miedo, impotencia y rabia bloquearon todos mis sentidos, y tomé la decisión de que mi obra no podía quedar limitada por una formación tímbrica tan peculiar como la del Zukan: era necesario abrirla a que cualquiera, músico o no, pudiera experimentar el trance de reflexionar artísticamente sobre este tema tan atroz de la violencia de género. Y volví del revés mi idea original para escribir a los tres intérpretes tan sólo unas pocas instrucciones performativas. Cada uno de ellos tañería una copa con agua (en clara alusión a la campana de cristal de Sylvia Plath), afinadas entre sí por sencillas quintas, y cada uno de ellos, en coordinación con la voz de una de las tres mujeres, destruiría la copa tras mandarla callar según lo escrito en la partitura. Sobre esa base, modificada y adaptada a las circunstancias de cada una de las tres muertes, construí las tres acciones.
El primer intérprete ahoga a su copa bajo muchas capas de abrigo, el segundo la golpea diecinueve veces con un martillo que lleva escondido en el corazón, y el tercero la deja caer desde la altura. Así, Trop de femmes? vuelve a dar voz a Sylvia, a Marie y a Ana. Pero ojalá sirva además para conmover, remover y despertar conciencias, a menudo dormidas por la ignorancia, la falta de perspectiva o el puro agotamiento. Ojalá muchos seres humanos puedan vivenciarla y contribuir a difundir su mensaje. Queda mucho, mucho por hacer.
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