En esta ocasión nos centramos en la escucha de una pieza para cuarteto del joven compositor Fran Barajas, escrita y estrenada por el Cuarteto Diotima el 30 de abril de 2021 en Musikene, Donostia-San Sebastián. Como es habitual en esta sección dedicada a difundir obras en audio o vídeo, será el propio autor el que nos introduzca en la obra.

Redacción
1 febrero 2023
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Aunque no fuera mi objetivo directamente, he encontrado una cierta obsesión con la idea de la memoria en mi música reciente. Especialmente, la memoria de mi relación con el sonido, como si componer fuera una especie de arqueología de aquellas músicas que han formado parte de mi vida desde siempre.

La escritura de un cuarteto de cuerda era algo que quería abordar desde hace bastante tiempo. Cuando empecé a pensar cómo escribirlo, quise echar la mirada atrás y recuperar de mis archivos las tentativas previas sin enumerar. Encontré dos cosas importantes: primero, que las primeras piezas que quise escribir, unos diez años antes de esta, eran también cuartetos, y, segundo, que en cada una de ellas es fácilmente rastreable la huella de las músicas que iba descubriendo por entonces (ese típico impulso de querer imitar lo que nos fascina). Por esto, para responder a las preguntas de qué quería hacer, dónde estaba exactamente mi deseo y cómo podría sonar, materializarse; decidí emplear fragmentos de piezas de mi pasado como punto de partida. Es decir, citas de mi música de “juventud”, cuyos materiales estaban muy connotados.

El proyecto consiste de alguna manera en averiguar qué significa el cuarteto en mi vida. Llegué al título viendo una masterclass de Helmut Lachenmann en el marco del ManiFeste, donde menciona las piezas de Morton Feldman, The viola in my life, jugando con las palabras al referirse a su pieza Pression como the cello in my life. Quise hacer lo mismo con el título del cuarteto, aunque con un significado ligeramente distinto. También era una manera de establecer una conexión implícita con estos dos nombres, que son referentes fundamentales para mí y con los que hay vínculos estilísticos quizá evidentes.

Otra de las preocupaciones centrales tiene que ver con la idea de deambular. Todo camino que se traza, musicalmente, es a la larga insostenible. Algunas de las citas aparecen como divagaciones, como momentos inevitables de descontrol, de deriva, ante la dificultad de mantener una concentración plena en un único cometido determinado. Aquí, el deseo de la música avance, que eventualmente consigue su cometido, revela a posteriori una desorientación inevitable, pero feliz. Dice Feldman: “El compositor hace planes, la música ríe”.

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