Según Dean Vuletic, ni el propio Marcel Bezençon, jefe de la Sociedad Suiza de Radiodifusión (SSR) se esperaba un éxito tan rotundo cuando propuso a principios de la década de los 50 la celebración de un programa musical para el conjunto de las entes públicos que conformaban la Unión Europea de Radiodifusión (UER). Tampoco hubiera presagiado que se convertiría en una plataforma de defensa de los derechos LGTB, ni hubiera anticipado la incorporación de todo el, por aquel entonces, espacio socialista hasta el Cáucaso, así como las relaciones que la propia UER intentó establecer con las emisoras del bloque del Este.
A pesar de todo ello, Eurovisión ha sobrevivido a las numerosas consideraciones sobre lo que significa “Europa”: dónde comienza y dónde acaba, quién pertenece a ella, qué bloques existen en ella, qué elementos persisten en ella pese a los procesos de americanización o qué puentes perduran entre las naciones tras las brechas que han supuesto (y suponen) las diferentes crisis y guerras.
Sin embargo, uno de los puntos más reveladores de este Postwar Europe and the Eurovision Song Contest es la desacreditación del mito de que Eurovisión seguía los pasos de la Unión Europea con respecto a la integración política europea. Existen numerosos paralelismos entre la historia del Festival y las instituciones políticas europeas: la UER fue la que inicialmente adoptó el círculo de doce estrellas como símbolo en 1954, así como incluyó las semifinales debido al gran número de participantes en 2004, mismo año en el que ocho antiguos países del bloque soviético se unieron a la UE. Si bien la UER en sus bases defiende la “apoliticidad” del concurso, en un intento de mantenerse al margen de las aspiraciones supranacionales de la Unión Europea. La labor archivística de Vuletic en los repositorios de la UER y la UE, así como del Consejo de Europa (CdE) o de diferentes emisoras muestra la simpatía de la UER a la hora de cooperar con el Cde, a pesar de que este rechazó patrocinar el Festival. De igual manera, da cuenta de las distancias que marcó la UER con respecto a una posible y sonada integración de Yugoslavia en la Comunidad Europea (CE) debido a la organización en Zagreb del Festival en 1990.
Otro gran baluarte de esta publicación es la puesta en relieve de las políticas culturales de los países del bloque del Este durante la Guerra Fría y su contraste con Eurovisión. Vuletic expone que en el festival de Intervisión, producido por la Organización Internacional de Radiodifusión y Televisión (OIRT) y realizado entre las ciudades de Praga (donde tenía sus oficinas centrales), Bratislava y Sopot, existía un telón “más de terciopelo que de hierro” por las grandes similitudes entre ambos festivales. La propia OIRT manifestó a sus miembros su interés en entrar a formar parte de la UER mucho antes del colapso de los sistemas comunistas. Asimismo, comenzó a emitir desde 1965 cada festival de Eurovisión, a pesar de la censura que los gobiernos soviéticos intentaban ejercer contra Occidente.
Los antecedentes de Vuletic como historiador de la música popular yugoslava se pueden ver en la aproximación que realiza a la relación entre Yugoslavia y la UER. El gobierno de Tito, en su afán de crear una identidad geopolítica independiente de cualquier bloque de superpotencias, se unió a Eurovisión tan pronto como su infraestructura televisiva se lo permitió. Esto resulta de especial relevancia puesto que, de igual manera, se configuró la política cultural y exterior del país yugoslavo con la Europa occidental. Para los investigadores de Eurovisión, el colapso de Yugoslavia en seis estados sucesores y el surgimiento de Eurovisión como un escenario en el que ellos y otros países postsocialistas (o más bien sus emisoras) podrían realizar “regresos a Europa” simbólicos bajo una mirada
europea, convencionalmente marca el punto en el que el concurso entró en la era posterior a la Guerra Fría. A principios de los 90 también se marca el punto de partida de las investigaciones académicas sobre Eurovisión, a raíz de los estudios sobre el voto entre países vecinos de los antropólogos Gad Yair y Daniel Maman.
En los últimos años, la cantidad de publicaciones académicas relacionadas con el Festival de la Canción de Eurovisión ha aumentado de manera considerable a raíz de la publicación en 2005 del libro “Eurovision Song Contest: The Official History” de John Kennedy O’Connor, a pesar de que fue criticado por su aproximación poco profunda al fenómeno eurovisivo. La historia de Eurovisión que nos muestra Vuletic (hasta el año 2016) destaca por el tratamiento meticuloso y representativo del periodo entre las décadas del 1950 y 1980. Por otro lado, perturba varios mitos muy repetidos, abriendo una nueva vía en la historiografía eurovisiva sobre cómo se ha concebido el concurso a lo largo de su existencia, al tiempo que muestra cómo sus significados, particularmente para Centroeuropa y Europa del Este, se pueden situar en el contexto de la historia de la integración europea y en la historia de los medios europeos en su conjunto.
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