El presente texto se plantea reflexionar en torno al concepto, y ritual, de concierto a partir de una declaración realizada por el compositor Fausto Romitelli y la obra, Backslash, del compositor Michael Beil, estrenada este mismo año.
"Seguramente el concierto es un producto del siglo XIX que llega fatigado al final del siglo XX. Es totalmente necesario encontrar otros medios para comunicar con el público, pero manteniéndonos fieles al compromiso y a la complejidad de nuestra música. ¡Quizá haga falta encontrar, por encima de todo, otro público!" Fausto Romitelli (en López Rodríguez, 2018, p. 185)
El cierre e inicio de un año siempre se prestan para la reflexión y los nuevos propósitos, por lo que iniciamos este primer texto del año teniendo en cuenta la anterior reflexión planteada por el compositor Fausto Romitelli. Creo que es un pensamiento totalmente válido y con el paso de los años dicha validez se reafirma. Aunque, de marea muy general, estoy de acuerdo con Romitelli en cuanto a que tal vez lo que haya que encontrar sea otro público creo que primero que todo habría que reflexionar con respecto a cómo en la actualidad se entiende un concierto. Claramente un concierto de músicas masificadas cuenta con sus propios rituales, como hacer una larga fila desde temprano, incluso acampar en el luegar del concierto, o comprar las boletas con meses o incluso años de antelación, así como desplazarse bien sea de ciudad, país o continente, por nombrar algunas situaciones. No obstante, somos conscientes que lo más posible es que Romitelli no se refiera a este tipo de concierto sino al llamado académico, incluso clásico, considerado este generalmente como rígido, estereotipado y formal.
Sin embargo, es importante pensar cómo es el llamado concierto en la actualidad, esto porque desde hace muchos años diversos artistas se han cuestionado este tipo de rituales en donde los artistas se encuentran en la escena y en otro lugar o posición, muy alejados de ellos, el público. La llamada cuarta pared no se rompe solo en el teatro sino también en otras expresiones artísticas, entre ellas la misma música. Por otro lado, no es raro encontrar obras como Gruppen[1] de Stockhausen que buscan envolver al público en la composición, u otro tipo de obras que piden la participación activa del público en su interpretación como por ejemplo Santos Football Music[2] de Gilberto Mendes.
Es fundamental tener en mente que el concierto como actividad, y como idea, se mantiene en una constante transformación. Lo anterior puede deberse, principalmente, a que ni los artistas ni la sociedad se encuentran suspendidos en el tiempo y que pese a que algunas personas en diversas épocas suelan creer que hay una manera correcta de hacer arte en realidad, esto solo responde a las necesidades e inquietudes del Zeitgeist, que indiscutiblemente, y por fortuna, va cambiando. Ya no nos cuestionamos lo mismo que Monteverdi y Artusi, aunque si que hay discusiones similares…
Con todo lo anterior, sin embargo, es muy posible que algunas personas sean reacias al cambio y dejen de asistir a actividades artísticas específicas. No obstante, así mismo también se renueva constantemente el público y los artistas. En resumen, habría más riesgo e insensatez al tratar de quedarse suspendido en el tiempo e ignorar lo que sucede a nuestro alrededor.
Como afirma Fisher (2019) “Un objeto cultural pierde su poder una vez no hay ojos nuevos que puedan mirarlo.” (P. 25) Teniendo en cuenta lo anterior, lo mismo sucede con los rituales del arte, esto no quiere decir que no se pueda disfrutar de un concierto tradicional, o de una exposición en una galería que no presente una performance. No obstante, interpretando a Fisher, lo natural con todos estos rituales es que sean reevaluados o transformados. El impacto que generó en los escuchas la música de Monteverdi por medio del uso de las disonancias no será el mismo para nosotros en la actualidad, así que es de esperar que la puesta en escena de las expresiones artísticas como la manera y los medios para transmitir algún tipo de mensaje vaya cambiando constantemente ajustándose a los hábitos de escucha, y de consumo, de una época determinada.
Por lo tanto, cada vez es más común que diversas herramientas tecnológicas hagan parte de distintos rituales que tradicionalmente no las tenían, verbigracia, el caso de la electrónica en vivo o del uso de un soporte sonoro. Claramente, estos recursos tuvieron un gran impacto hace treinta o cuarenta años pero en la actualidad se han vuelto moneda corriente. Es decir, por sí mismos no suelen generan un gran impacto como herramienta. Ahora, lo que se haga con estos recursos es otra cosa, como lo menciona Chion, en cuanto a la música concreta:
"Siempre perseguimos obstinadamente la misma idea: se trata de reafirmar que la técnica de la música concreta no es su tecnología; dicho de otro modo que un conjunto de aparatos, aún abierto y constantemente enriquecido, no es suficiente para definir una técnica, igual como la técnica de un pintor no se reduce al catálogo de los pinceles, de los pigmentos y de los soportes que emplea, sino que corresponde a una cierta manera de emplearlos y eventualmente de fabricarlos que le son propios." (Chion, 1991, p.47)
Recientemente ha habido un gran debate en las artes plásticas por el uso de la inteligencia artificial como Dall-E para crear imágenes a partir de textos ¿habrán muerto los pintores y dibujantes? Creo que es una situación similar, aunque no igual, al momento de la aparición de la cámara fotográfica. Desde mi punto de vista, estas herramientas son ayudas pero, por lo menos por ahora, no reemplazan la creatividad humana. Por otro lado, es bastante curioso que muchas personas tiendan a volver a dispositivos análogos. Pareciera que de alguna manera, aunque puede ser nostálgica, la digitalización de la vida tiende a sentirse algo “sintética”[3] y sin vida.
Pese a la nostalia por lo analógico, sería un error el descartar del todo los nuevos dispositivos y recursos que han ido surgiendo, más bien se debería considerar que se podría encontrar un punto en donde ambos puedan convivir como sucede, en muchas ocasiones, con el arte de la animación. Es precisamente esta convivencia de tecnologías y de formas de acercarse las que vale la pena explorar y resaltar. Michel Chion, con respecto al arte de los sonidos fijados, afirma que:
"Se ve que la elección de los aparatos a emplear en música de sonidos fijados no está ligada a criterios académicos, y que no existen aparatos ideales en sí. La única vez en la que el compositor puede exigir de su material una fidelidad óptima, es decir una restitución exacta y neutra de la señal, es cuando debe fijar la versión-marco de la obra y extraer copias. El resto del tiempo puede emplear -lo hemos hecho a menudo- micros y grabadores de calidades diversas que no tienen las sensibilidades máxima, pero en cambio dan el color buscado. Un aparato de sonido no es nunca neutro, y eso beneficia al compositor de sonidos fijados, cuya paleta de posibilidades se encuentra así ampliada." (Chion, 1991, p.49)
Es dicha exploración del color de las herramientas de las que disponen los artistas la que vale la pena explorar. Ahora bien ese “color” no se encuentra exclusivamente en dispositivos análogos o digitales, en el quehacer humano o la inteligencia artificial, creo que se encuentra en todas partes y es esa observación o escucha la que enriquece todas las exploraciones, diálogos o propuestas artísticas.
Hoy en día no es raro, aunque ciertamente no es del todo habitual, ir a un concierto con músicos interpretando obras de manera tradicional mientras que simultáneamente se procesan imágenes en directo en una suerte de performance audiovisual en donde se hace uso de tecnologías que tradicionalmente no nacen con el concierto pero que de alguna manera conviven con el mismo. Un gran ejemplo de esto, aunque obviamente no exclusivamente, fue el estreno de Backslash[4] (2023) de Michael Beil, y en general de su obra.
En Backslash es claro que no sólo el sonido es importante sino que la puesta en escena hace parte de la obra misma. Así como también lo son el uso de las cámaras, una fija y otra a manera de steadycam, que dan diversos puntos de vista así como la posibilidad del procesamiento en vivo de las imágenes capturadas. Sin olvidar el raccord implícito en la obra, y la actuación o performance de los intérpretes. Según la Rae, audiovisual es algo “que se refiere conjuntamente al oído y a la vista, o los emplea a la vez” así que sin duda creo que esta obra entraría en dicha categoría. Sin embargo ¿no nos recuerda al concierto?
Con respecto a las tecnologías, bien sean nuevas o antiguas, el problema en general es la cantidad de tiempo que se le invierte a explorarlas y a tener claro, y siempre presente, que su uso no hace por sí misma a una obra buena o mala. Como se mencionaba antes, la inteligencia artificial, por lo menos por el momento, es una herramienta a la disposición de alguien con creatividad, aunque pueda que esta persona no tenga ningún talento técnico en áreas específicas como el dibujo, por ejemplo, pero por lo menos imagina y se pregunta ¿qué pasaría si…? Como lo menciona Chion:
"El defecto de la situación actual, con esta locura por la innovación en los medios de generación sonora, es que no se le deja ya tiempo a la gente para familiarizarse con los medios, pero también que no se lo permiten, siguen dócilmente la corriente." (Chion, 1991, p.87)
El trabajo de Michael Beil es absolutamente notable en cuanto al cuestionamiento constante con respecto a las maneras y medios de transmitir información, o comunicar una idea, lo que finalmente suelen hacer las obras de arte, con respecto a su público. Si el medio es el mensaje como afirma McLuhan, en la obra de Beil el medio es la obra misma.
Bibliografía:
- Chion, M. (1991) El arte de los sonidos fijados
- Fisher, M. (2019) Realismo capitalista ¿no hay alternativa?
- López Rodríguez, J.M. (2018) Del colapso tonal al arte sonoro: Un recorrido por la música contemporánea.
Notas
- ^ https://youtu.be/34_SfP7ZCXA
- ^ https://youtu.be/1kkb6dBRBns
- ^ En el siguiente vínculo se realiza una reflexión en cuanto a esto último https://sulponticello.com/iii-epoca/byung-chul-han-y-la-interpretacion-de-la-musica-electronica-o-las-no-cosas/
- ^ https://youtu.be/jxj-uMZSIoQ
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