La comparecencia de prensa del pasado 7 de abril demuestra lo que ya es habitual en España, que la cultura, desde los poderes políticos, es algo insustancial y de segundo nivel. La novedad es que el contraste con las medidas tomadas por otros países de nuestro entorno deja en evidencia la actitud del nuestro.

Redacción
8 abril 2020
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La actitud del Gobierno con el mundo de la cultura

El martes 7 de abril, por fin, salió el Ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, a dar una rueda de prensa en el contexto de la crisis del COVID-19 que vivimos. Decimos “por fin” porque buena parte de los homólogos de otros países europeos –esos con los que los políticos gustan medirse a la hora de lucir logros- salieron en el periodo de inicio de la crisis a dar la cara y a asegurar que iban a articular importantes medidas para paliar el desastre en un sector que ya está sufriendo las consecuencias del confinamiento, y que sufrirá una desescalada que –cuando venga-, lógicamente, no empezará por la apertura de teatros, auditorios o museos.

Pues bien, la comparecencia del ministro ayer fue muy clara: no habrá medidas específicas para el sector ni parece que se esperen. Con la cita de Orson Wells “Primero va la vida y luego el cine aunque la vida sin el cine y la cultura tiene poco sentido”, el ministro dejó sentenciado que el sector debería esperar, no se sabe a qué, como si sus profesionales vivieran de cantar en los balcones. Mientras que la ministra alemana de Cultura, Monika Grütters, anunció que no dejará al sector en la estacada y que, por ejemplo, gastaría 500 millones de euros en subvenciones destinadas a apoyar financieramente a un buen número de artistas y pequeñas empresas en ayudas que van desde los 5.000 hasta los 15.000 euros, nuestro ministro Rodríguez Uribes hablaba este martes de un “ya se verá cuando pase la crisis” que ha crispado a toda la comunidad artística. En Alemania, los profesionales disponen casi desde el primer momento de una muy simplificada burocracia para recibir las ayudas, que hace que en unos tres días las tengan ingresadas en sus cuentas bancarias. En contraste con esto, lo único que promete el ministro Rodríguez Uribes es reprogramar lo que atañe a las actividades programadas por el ministerio (como si eso no fuera de obligado cumplimiento), y esperar a que soplen mejores tiempos para ver qué hacer. La continua apelación a mesas de trabajo con los diferentes actores del sector no hace más que poner furiosos a éstos, que ya han trasladado –a petición del Ministerio- todas sus demandas, estructuradas en 52 medidas, y han visto cómo la respuesta ha sido un “ya veremos”.

Desgraciadamente, esta actitud no sorprende demasiado al sector. Es bien conocida, lo contrario sería lo extraño. Independientemente del color del partido, la cultura en España ha estado históricamente –y sigue estando- muy maltratada, ignorada e infravalorada. La diferencia con otras situaciones es que ahora ha venido una crisis enorme de golpe y en el Ministerio no es que haya un mal ministro, es que es como si no hubiera nadie. Los palos, no por esperados resultan menos dolorosos.

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