Segunda parte del ciclo que analiza la figura de (los) Boulez más allá de la "pura música" incluyendo sobretodo su dimensión político-económica.
Los valores absolutos en música se devaluaron durante el intenso proceso de exploración y experimentación que ha marcado el devenir de este siglo que ahora concluye. Las separaciones y compartimentaciones dejaron de existir entre el hacer creativo y el vivir. No hay certezas ni poder en la composición musical a finales del siglo XX. Los dogmas han dado paso a la tolerancia y finalmente a la indiferencia. «¡Demasiada música, demasiada!» exclamaba Webern en 1903. Si «esta inflación musical embota la atención del público y su facultad de entusiasmo», qué no hubiera afirmado cien años después el compositor austriaco de un mundo globalizado y absolutamente mediatizado, en el que las personas viven asfixiadas entre altavoces y pantallas vomitando sonidos e imágenes sin cesar. El consumismo exacerbado, el individualismo, la vida convertida en espectáculo, la confusión entre ética y estética, la ruptura con el pasado, el conocimiento fragmentado de la realidad, la multiculturalidad han marcado las últimas décadas, consolidándose una nociva cultura del entretenimiento, de la permisividad y de la obsolescencia. [1]
La oficial Historia de la Música, como siempre ocurre en la Historia, es la Historia de la Música de los vencedores. Compositores al estilo Boulez, que se posicionan en primera línea con los que gobiernan (a costa de los gobernados) como si fuesen esencias fijas, son un ejemplo paradigmático. Como los "dogmas revelados e inviolables" de la Iglesia, la Historia está escrita por aquellos que quieren ocupar un puesto (o un cargo político-económico) eternamente... Justamente en un siglo, el XX, que se ha caracterizado por ser el más destructivo, cambiante, absurdo e irreflexivo de toda la historia de la humanidad. Un siglo como apuntaba Galiana, donde carece de todo sentido seguir con los mismos postulados y categorías cerradas, propias del historicismo del siglo XIX (Hegel a la cabeza), y que sus académicos se vanagloriaban al llamarlo el siglo de la Historia. Ya entrado el siglo XXI, sólo podemos ver la estupidez total de seguir con los mismos rancios y reaccionarios postulados históricos de antes, aunque se camuflen "con toques modernos y un diseño superficial muy atractivo".
Pierre Boulez es el compositor que mayor presencia mediática, publicidad y vida pública ha tenido dentro de la ya de por sí marginal y anónima música contemporánea. Su muerte fue retransmitida por todos los medios de comunicación masivos, como una gran pérdida de la Historia de la Música. Pero la Historia de la Música en Mayúsculas, poco tiene que ver con la historia de la música en minúsculas. Es decir, la que se construye desde los sonidos, no desde los cargos del poder... La verdadera vida no puede ni se deja atrapar por el orden establecido, que quiere ostentar y encadenarlo todo, sin tregua, condiciones y concesiones. Pese a que algunos (muchos) ceden ante el orden impuesto, porque como dice Brecht es difícil resistir a los poderosos y muy provechoso engañar a los débiles. Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario. Renunciar a la gloria de los poderosos significa frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo ello se necesita mucho valor. [2]El valor que no tienen los Boulez, que prefieren agacharse ante los gangsters que gobiernan el mundo con su capital y les recompensan con sus mercancías. Mostrándose así realmente como unos cobardes y mentirosos, frente a los que tienen el valor de renunciar a ensuciarse en el fango de la pocilga...
Tras la muerte de Pierre Boulez (Montbrison, 1925 - Baden-Baden, 2016), hace ya cuatro años, no fueron pocos los que se preguntaron si la música del compositor francés lograría mantenerse en las temporadas de conciertos como lo había hecho en vida de su autor; máxime, teniendo en cuenta la nómina de grandes orquestas, ensembles, academias y festivales con los que Boulez trabajaba: directamente, los mejores del planeta (además de contar con toda una legión de acérrimos valedores que, como su amigo Daniel Barenboim, no sólo siguen programando y grabando la música de Pierre Boulez, sino poniendo su nombre a una de las salas más novedosas e interesantes -tanto por arquitectura como por programación- de cuantas se han inaugurado en los últimos años en Europa, la Pierre Boulez Saal de Berlín). [3]
Tomando las reflexiones de nuestro amigo Paco Yáñez, nosotros diremos que es muy evidente que el legado Boulez, ha degenerando y poco se ha mantenido su música tanto en la programación (a excepción de los lugares donde gobernaba), como influenciando en la mejor música actual. Los que le citan o su música claramente demuestra su influencia (los George Benjamin, Thomas Adès, Pascal Dusapin, Bruno Mantovani y un largo etc.), se encuentran entre los creadores de una música realmente aburrida y sosa, que se podría haber escrito perfectamente hace décadas, salvo por algún toque "efectista que parece actualizarla". Para aquellos que se toman la música como un negocio o entretenimiento vanguardista de las clases pseudo-intelectuales, Boulez, sigue siendo un nombre muy citado y lo será siempre. El capital cuando encuentra una fórmula de éxito, quiere mantenerla igual de rentable a toda costa, aunque para ello tenga que modificarla casi hasta lo irreconocible. Sírvase de claro ejemplo lo que hacen las óperas y salas de concierto con el repertorio clásico. Si Beethoven (por poner un ejemplo) resucitara y viera lo que le han hecho, tal vez preferiría destruir su legado, a verlo tan profanado y despreciado como se hace actualmente...
Pierre Boulez debe ser el compositor de música contemporánea que mejores relaciones haya tenido nunca con los presidentes de su país (no un director de un centro, ni un alcalde, sino el puesto más alto dentro de la jerarquía del poder nacional). Amigo del presidente de Francia Georges Pompidou (junto a otros presidentes), es quien le hace el encargo de fundar el IRCAM. Difícil (por no decir imposible) de comparar una relación así y un encargo de tales dimensiones, en otro compositor de "la vanguardista y marginal música contemporánea". En Francia las relaciones históricas y políticas entre el compositor y el jefe de Estado, que crean una especie de compositor-gobernador, no cabe duda que han culminado en Boulez (porque nadie aún ha superado su figura ni la ha igualado). Podríamos decir que todo empezó con Jean-Baptiste Lully, el compositor de la corte, siervo y juguete del monarca, que apareció (no casualmente) con la apoteosis estatal del Rey Sol (Luis XIV). Ese compositor que fue el más poderoso de su época (ya que Francia era la potencia europea en ese momento), destaca actualmente por la evidente y convencional mediocridad de su música. Con sus marchas pomposas en "estilo peluca", la música de Lully suena inigualablemente a música del Estado francés... Por eso allí es donde propagandísticamente y casi exclusivamente se le programa (fuera del Estado francés, realmente a muy pocos le interesa su música). Después de Lully, destaca otro compositor también muy ligado al poder, como Rameau (con sus óperas de claro mensaje político-propagandístico o colonialista como Las Indias galantes). Sigue Saint-Saëns (como pocos compositores, enterrados en un funeral de Estado al estilo de los grandes poderosos) fue reconocido como «el más grande compositor de segunda fila» o como «el más grande compositor privado de genio» [4]. Es decir, el perfecto funcionario o esclavo del Estado. Un hombre gris que se le utiliza como una común herramienta, totalmente sustituible por otra. A imagen y semejanza del político que cambia de cargo y partido, tan ligeramente y de forma tan rápida, como los "flujos anónimos" de la maquinaria capitalista. Y ya terminando en los antecedentes de Boulez (el francés compositor-gobernador), podemos añadir a Debussy, que comparado con los anteriores, sin duda alguna es el mejor de todos ellos. Un compositor "netamente vanguardista" (como lo fue Boulez al inicio de su carrera, cuando no era famoso), que su prestigio fue reconocido públicamente cuando fue nombrado caballero de la Legión de Honor [5]. De estar en los independientes márgenes y ser representante de la cultura más radical e interesante (como sus adorados poetas simbolistas), al final de su vida, Debussy será un compositor famoso y de prestigio que tiene contactos entre las grandes esferas. Además de compositor, empieza a ser un respetado hombre de Estado y como no, gran Patriota: Con el estallido de la Primera Guerra Mundial se volvió ardientemente patriótico en sus opiniones musicales. Escribiendo a Stravinsky, le preguntó: «¿Cómo no podíamos haber previsto que estos hombres estaban tramando la destrucción de nuestro arte, del mismo modo que habían planeado la destrucción de nuestro país?». En 1915 se quejó de que «desde Rameau no hemos tenido una tradición puramente francesa [...] Tolerábamos orquestas desmesuradas, formas tortuosas [...] estábamos a punto de dar el sello de aprobación a naturalizaciones aún más sospechosas cuando el sonido de los disparos puso fin repentino a todo ello». Taruskin escribió que algunos han visto en este comentario una referencia a los compositores Gustav Mahler y Arnold Schönberg, ambos judíos de nacimiento. En 1912 le comentó a su editor sobre la ópera Ariana y Barbazul del compositor (también judío) Paul Dukas: «Tienes razón, es una obra maestra, pero no es una obra maestra de la música francesa». [6]
Nadie duda que Debussy fue grandísimo músico, pero un buen compositor de los sonidos, no tiene porque implicar un buen "compositor de las ideas"... Ya conocemos los problemas que posteriormente provocaron el nazionalismo... Que la nación tenga un nombre u otro, cambia (aunque a veces no mucho), pero mejor sería la negación de las naciones para apostar por fraternidad entre las personas internacionales y la igualdad de los pueblos. Pero a la Gran Francia no le interesan esos ideales, quiso (y quiere) ser siempre una gran y potente Nación, por encima de todas las otras (en el momento colonial lo mostró en su apogeo). Por eso no sólo necesita un presidente-gobernador para su Imperio, sino también para su música. Así se entiende la saga Lully - Rameau - Saint-Saëns - Debussy y que culmina en Boulez. No cabe duda que este último tiene a sus compatriotas franceses (subconscientemente o no) como referentes ¿Y qué mejor manera que ser avalado, reconocido y esclavizado por el Estado francés, sino recibiendo su máxima condecoración, la Legión de Honor (no casualmente creada por Napoleón Bonaparte)? Por eso Boulez recibe la Legión de Honor, por sus grandes méritos "otorgados a la música" (sería mejor decir, por poner a la música al servicio de los grandes intereses estatales).Citemos una famosa novela (que en el momento de su aparición fue censurada) y que su escritor nunca ganó la Legión de Honor, pero sí uno de sus personajes:
Desde la muerte de Bovary se han sucedido tres médicos en Yonville sin poder salir adelante, hasta tal punto el señor Homais les hizo la vida imposible. Hoy tiene una clientela enorme; la autoridad le considera y la opinión pública le protege. Acaban de concederle la legión de honor.
Así finaliza Madame Bovary, la célebre novela de Gustave Flaubert, un gran analista y crítico de su tiempo. Si uno lee la novela, se da cuenta que el personaje Homais, Flaubert lo caracteriza como una persona de lo más despreciable y poco respetable... Justo por eso las últimas palabras de su escrito, culminan en darle ese HONORÍFICO GRAN PREMIO! Cualquier persona que se tome en serio, que recibir un premio de esa categoría es un altísimo honor y de lo más loable, sólo puede demostrar delante de todos que lo que más le gusta es hacer el ridículo, que lo insulten y ser una manipulable marioneta del poder. Todos sabemos qué clase de gente se precipita para tener la ventaja de defender el «honor» de un pueblo, y con qué liberalidad los ricos distribuyen el «honor» a los que trabajan para enriquecerlos. [7] No creamos que Boulez por recibir la Legión de Honor es más honorífico que cualquier otro criminal... En el fondo es el premio más deshonroso que un auténtico artista puede recibir. Porque aceptándolo él mismo se muestra lo poco auténticamente honorable que es. Hay otros artistas franceses que le podrían haber servido de modelo, como los de La Société des Artistes Indépendants (Sociedad de los Artistas Independientes) que se formó escogiendo el lema "Sin jurado ni premios". El excelente cuento de Guy de Maupassant (quien siempre se negó y detestó recibir la Legión de Honor) El condecorado, muestra la estupidez de este acto y qué tipo de personas van en su búsqueda. Así empieza el cuento:
Hay personas que nacen con un instinto, una vocación o, sencillamente, un deseo especial que despierta en cuanto principian a balbucir y a pensar.
El señor Sacrement, desde su infancia, tuvo una idea fija: ser condecorado. Muy niño aún, prefería siempre a los quepis, a los fusiles y espadas, las cruces de la Legión de Honor, hechas de plomo, y saludando a su mamá como un caballero, arqueaba mucho el pecho para lucir el colgajo.
Los artistas franceses citados que de verdad conocen a su Nación, escupen en sus apestosos honores manchados de oro y sangre. Por no decir que cuando alguien empieza a resaltar por encima de su trabajo, sus premios y calificaciones (como si fuese lo único y más importante de él), tendrían que enseñarle que en vez de ser un papagayo, debería empezar por ver un gran film Cero en conducta (no casualmente la primera película prohibida en Francia), de otro gran francés, Jean Vigo (nunca recibió la Legión de Honor). Así se daría cuenta que cuando más mal le califican, significa que está yendo por el buen camino. Y no sólo hay que enseñar esta lección a los vivos. A los muertos si no la han aprendido, hay que profanarlos y escupírsela a en su cadáver...
Boulez como Karajan (que tras su muerte, su esposa heredó una fortuna de 250 millones de euros [8]), lo que querían era ostentar el poder musical. La música en sí, era cosa secundaria, un mero instrumento "algo refinado". No importaba con quién pactar mientras se estaba en la primera línea. Boulez, coqueteaba con los comunistas cuando tenían cierto poder, para luego irse definitivamente al bando de los capitalistas, de las grandes orquestas americanas, como de las instituciones francesas, los festivales de presupuesto desmesurado de tendencias conservadoras y reaccionarias, los Bayreuth o Lucerna (en la suntuosa y muy rica Suiza, en la que Boulez estratégicamente encontraría su residencia y lugar de defunción), etc. En Karajan, la cosa ya no es tan sutil y "afrancesada". De ser uno de los directores favoritos de la Alemania nazi y dirigir ante el mismísimo Hitler, luego se "limpia la imagen" para ocupar el puesto más "cotizado y de prestigio" dentro de la música clásica (la Filarmónica de Berlín), en la "nueva y diferente" Alemania del oeste. "Dirigir el mundo desde la música" es lo que comparten tanto Boulez como Karajan (cada uno en sus respectivas posiciones), porque en el fondo no están interesados en la música, sino en el poder que puede conllevar esta. Por eso para finalizar citaremos otra vez más al maestro Brecht, porque escribir la verdad es luchar contra la mentira, pero la verdad no debe ser algo general, elevado y ambiguo, pues son estas las brechas por donde se desliza la mentira. El mentiroso se reconoce por su afición a las generalidades, como el hombre verídico por su vocación a las cosas prácticas, reales, tangibles. [9]
Notas
- ^ Brecht, Bertolt. 2013. Las cinco dificultades para decir la verdad. Caum edición Serie clásicos del pensamiento crítico. p.11-12
- ^ https://www.mundoclasico.com/articulo/33386/Memoria-y-vigencia-de-Pierre-Boulez
- ^ https://es.wikipedia.org/wiki/Camille_Saint-Sa%C3%ABns
- ^https://es.wikipedia.org/wiki/Claude_Debussy#cite_ref-165
- ^ https://es.wikipedia.org/wiki/Claude_Debussy#Influencias
- ^ Brecht, Bertolt. 2013. Las cinco dificultades para decir la verdad. Caum edición Serie clásicos del pensamiento crítico. p.19
- ^ https://www.legaltoday.com/opinion/articulos-de-opinion/el-nazi-karajan-soborna-al-testigo-principal-en-el-juicio-de-1947-2020-09-30/
- ^ Brecht, Bertolt. 2013. Las cinco dificultades para decir la verdad. Caum edición Serie clásicos del pensamiento crítico. p.12-13
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