En el presente artículo nos adentramos en un tipo de vía que nos hará cambiar uno de los hábitos más ligados a la conducción, escuchar música.

Laura Pérez Gutiérrez
1 marzo 2020
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Carreteras musicales

En la mayoría de nuestros viajes aprovechamos el trayecto para disfrutar de la música que más nos apasiona, la cual, además, nos facilita la tarea de mantenernos activos. A pesar de que la carretera es el elemento más importante al que prestar atención durante la conducción, esta puede llegar a ser un espacio de lo más monótono en el silencio. Pero ¿y si en ella misma encontrásemos una motivación adicional y además estuviera directamente ligada a la música?

En relación a esta cuestión encontramos el fenómeno de las carreteras musicales. El primer tramo se construyó en 1995 en la ciudad de Gylling, Dinamarca. Fue obra de los artistas daneses Jensen y Jakob Freud-Magnus, quienes lo bautizaron como Asfaltophone (Asfaltofón). En ella se trataba de reproducir un arpegio de Fa mayor al circular sobre unos pequeños resaltos circulares análogos a las bandas sonoras, los cuales estaban colocados de manera estratégica para lograr un sentido musical.

Pasada más de una década, en Japón, el ingeniero Shizuo Shinoda descubrió de manera accidental cómo, al pasar con su excavadora sobre unas marcas en la carretera, obtenía como resultado una serie de sonidos diferentes. A partir de aquí, en 2007, el Instituto Nacional de Investigación Industrial de Hokkaidō comienza su investigación para crear diferentes tramos denominados Melody Road.

Su funcionamiento se basa en uno de los principios básicos del lenguaje musical, los intervalos. Los ingenieros construyen distintas secuencias de intervalos formando pequeños surcos en el asfalto con un ancho variable. Mientras que los surcos estrechos aumentan el tono o altura, los surcos más amplios lo bajan para conseguir tonos más graves. De esta manera, la carretera se convierte en un instrumento musical que se pone en funcionamiento gracias a las vibraciones generadas por el coche al circular sobre ella.

En la actualidad encontramos numerosos tramos musicales en diferentes partes del mundo. Una de las funciones más útiles de estos es impulsar el respeto por los límites de velocidad a través de esta compensación musical, al fin y al cabo los seres humanos funcionamos de manera más efectiva a través de recompensas. Si queremos escuchar la melodía que se nos ofrece tendremos que circular a la velocidad correcta, una medida mucho más atractiva que la implantación de los temidos radares de tráfico. Aparte de esta ventaja en la seguridad vial, cabe destacar su utilización como reclamo turístico o incluso con fines publicitarios.

Actualmente este tipo de instalaciones se pueden encontrar hasta en doce países, entre los que destacamos, China, Hungría, Indonesia, Irán, Japón, Corea del Sur, Países Bajos, Estados Unidos, San Marino, Taiwan o Ucrania.

Entre todas estas instalaciones ya existentes encontramos casos que han suscitado polémica pues, por novedosa y atractiva que parezca la idea, esta también abre una cantidad de interrogantes y situaciones no tan seductoras. Entre otros, debe estudiarse tanto el desgaste que pueda producirse en los neumáticos de los coches que frecuentan dichos tramos con frecuencia, como la necesidad de reparación de los surcos de las carreteras, los cuales necesitarán una afinación periódica irremediablemente, o la inversión total que supone la instalación de los mismos, ya que aunque se les puedan otorgar diferentes funciones, no deja de ser un capricho sonoro.

Aludiendo a esta última problemática, cabe destacar el caso de la localidad holandesa de Jelsum, donde se llevó a cabo una inversión de unos noventa mil euros para instalar un tramo que hiciera reproducir el himno de la región al circular a 60 km/h. Sin embargo, los vecinos próximos a la carretera se quejaron de la desagradable cacofonía que tenía lugar cuando se concentraba el nivel de tráfico, además de la tortura que les suponía escuchar esta melodía sin cesar por muy patrióticos que se confesaran. Sin duda, por curiosa y divertida que pueda resultar la idea a priori, en determinados lugares puede generar una contaminación acústica insufrible como vemos en este caso, donde tuvo que efectuarse su retirada.

Otro de los tramos más controvertidos es la Civic Musical Road en Lancaster, carretera musical promovida por la marca Honda. Aunque en ella se presume de reproducir el final de la obertura de Guillermo Tell de G. Rossini, lo más relevante de la misma es la evidencia de fallos enormes en la afinación:

Acerca de este tema, recomendamos visitar la página del físico David Simmons-Duffin, quien investiga de manera muy detallada los errores de cálculo cometidos en esta musical road.

Para compensar, puesto que todo no son fracasos, terminamos esta entrada dejando uno de los tramos musicales más famosos de Japón, localizado en Gunma.

Sin duda, a pesar de los inconvenientes que puedan surgir en estas vías, a priori se presentan como verdaderos iconos dentro del mundo musical merecedores de su experimentación.

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