Momentos convulsos en Europa, que nos hacen pensar en otros anteriores y cómo conectamos nuestras vivencias musicales en todo este contexto.

Redacción
1 marzo 2022
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Estamos viviendo momentos muy convulsos en este episodio motivado por la invasión rusa a Ucrania, que recuerdan otros contextos pasados y nada deseados por casi nadie (quizá algunos poderosos o psicópatas sí estén contentos). De una guerra a otra. Europa se había propuesto, aparentemente, después de la Segunda Guerra Mundial, que aquello no volviera a pasar pero las terribles realidades de las guerras balcánicas y, ahora mismo, la invasión de Ucrania por Rusia, nos dejan perplejos. Otra vez.

No es nuevo, la historia se repite. Sin ir más lejos, la Guerra Civil Española fue el campo de pruebas para la Segunda Guerra Mundial, igual que la Guerra Ruso-japonesa lo fue para la Primera Guerra Mundial.

Ha dado la casualidad de que precisamente en estos días de conmoción se estrenara en el Teatro Real la ópera de Luis de Pablo El abrecartas, que trata de evocar, a través de seis escenas y un prólogo, el peso de la Guerra Civil en nuestra conciencia. A partir del libreto de Vicente Molina Foix (a su vez, proveniente de su novela titulada del mismo modo), Luis de Pablo deja su testamento musical operístico, hablándonos desde su concepción musical, del tiempo que le tocó vivir, el que sufrió y el que habitó también. Ópera estrenada con años de retraso (algo que no es precisamente nuevo en este país) que –desafortunadamente- no le permitieron ver el resultado.

Esto viene a cuento porque da la impresión de que cada vez resulta más infructuosa esa idea de que “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, cuando no dejamos de volver a caer en los mismos errores aunque se estudie desde primaria hasta la universidad. Así, una ópera sobre nuestra memoria es totalmente “lícita” como hecho artístico, aunque quizá cabe la pregunta sobre su validez como idea “política”, si no podría resultar un tanto infructuosa. Y, como ocurre con tantas películas o novelas más o menos actuales dedicadas a este periodo –muchas veces planteadas como mera visión histórica y no tanto como fondo para un desarrollo narrativo (al estilo de los británicos, por ejemplo)- quedan como una suma de intentos para hacer aflorar esa memoria, que acaban pudiendo parecer algo panfletarios. No es el caso de El abrecartas, no tiene nada de panfleto en este sentido, pero sí quizá de poner sobre la mesa, nuevamente, una serie de objetos ya algo manidos y que dudosamente contribuyen a esa idea de conocimiento del pasado para fraguar memoria. Obviamos algunas esperpénticas críticas de cierto público o medios que, desde una perspectiva supuesta y engañosamente apaciguadora, vuelven a hablar de la inconveniencia de volver a tratar sobre las dos Españas.

Desde un punto de vista musical, la escritura de Luis de Pablo da aquí una visión muy poliédrica y valiosa de su mundo musical, dando un claro ejemplo del tipo de compositor que fue, y eso no es en absoluto desdeñable, todo lo contrario.

Algunos apuntes sobre este número de marzo

En este mismo sentido del que hablamos, el del reconocimiento de un creador con una especial percepción de la arquitectura y el tejido sonoros realmente valiosa, nos congratulamos en presentar un documental realizado por Nacho de Paz –que él mismo ha querido introducir para nuestra publicación con un breve texto-, en nuestra sección El Resonador. Se trata de un trabajo muy cuidado realizado durante su estancia en el CSMA, precisamente bajo su coordinación. Esperamos que lo disfrutéis.

Por otro lado, dentro de la misma sección El Resonador, podemos destacar un excelente artículo de una nueva colaboradora de Sul Ponticello: le investigadora argentina Marianela Calleja, que nos regala un texto sobre una interesante obra de Raúl Minsburg.

Finalmente, destacar la entrevista a Zuriñe F. Gerenabarrena en la sección Mujeres y música, donde Blanca Gutiérrez indaga en sus inquietudes artísticas y pedagógicas.

Esperamos que este número será interesante y aporte nuevas miradas. Y que éstas nos lleven lejos del sonido de las bombas.

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