Hemos empezado este 2021 con las ganas de quitarnos los desastres del año anterior, pero dándonos de bruces con varias realidades no demasiado gratas.
Dos recientes y tristes desapariciones, sucedidas en un intervalo de dos días, marcan este comienzo de año, que parece no comenzar borrando los desastres del anterior. Quizá la más dolorosa, por inesperada, es la de la compositora hispano-argentina, residente en Valencia, Claudia Montero, a los 58 años, una edad en la que todavía le quedaba mucha música por escribir. Por otro lado, la de uno de nuestros valores ya históricos más preciados, Josep Maria Mestres Quadreny, a los 91 años, una extensa trayectoria no siempre comprendida y puesta de relieve en nuestro entorno. Dos visiones estéticas que podríamos considerar antitéticas y que, sin embargo, nos permiten observar dos creadores unidos por la seriedad y la firmeza a la hora de desplegar sus ideas y su concepción de la música.
El año que comienza nos traerá también el V centenario de la muerte del principal compositor del renacimiento temprano, Josquin Desprez, uno de las personalidades que influyeron más decisivamente en tantos autores del siglo XX, por ejemplo, Luigi Nono –fascinado por toda la Escuela franco-flamenca-, pero también en otros casos más cercanos como demuestra la obra Tria ex uno (2001) de Georg Friedrich Haas. Se sucederán los conciertos en toda Europa, empezando por el ciclo completo de misas de Desprez que la Pierre Boulez Saal ha planteado para este 500 aniversario con los Tallis Scholars dirigidos por Peter Phillips. Un espacio especialmente volcado hacia la música de nuestro tiempo que –guardando coherencia con el hilo histórico de la música europea- no olvida una conmemoración de tanto relieve.
Por lo demás, dejamos un año 2020 que nos ha sorprendido por su crudeza, y entramos en otro que no parece mejorar mucho las expectativas. En el plano musical, misma dinámica de aplazamientos y cancelaciones de conciertos, total incertidumbre en todos los ámbitos profesionales –incluido, obviamente, el cultural-, y todas las miradas puestas en el horizonte de unas vacunas cuyo abastecimiento y gestión no están todavía demasiado claros. Un contexto en el que sólo resta esperar y pensar que, con suerte, a final de año podremos ver con claridad suficiente para atisbar ese ansiado final. Las consecuencias no serán buenas, seguro, y removerán muchas formas de hacer (además de dejar muchas bajas en el camino). Confiemos que al menos traigan nuevas y valiosas visiones. Los tiempos de crisis suelen generar ingenio y creatividad, además de buen arte.
Para terminar, nuestro pequeño homenaje a los creadores tristemente desaparecidos estas pasadas semanas, a través de dos entrevistas que sirven de cierre esperanzado de este nuevo número de Sul Ponticello.
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