Abierta a todo lo que la obra de Pauline Oliveros decididamente lo estaba (sonido, tecnología, performance, paisaje...), el Centro Galego de Arte Contemporánea (en colaboración con el C3A de Córdoba) acoge la primera retrospectiva de su trabajo a cinco años de su fallecimiento, inteligentemente comisariada por Álvaro Rodríguez Fominaya.

Matías G. Rodríguez-Mouriño
1 junio 2021
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Using any vowel sound, sing a tone that you hear in your imagination. After contributing your tone, listen for someone else’s tone and tune to its pitch as exactly as possible. Continue by alternating between singing a tone of your own and tuning to the tone of another voice. Introduce new tones at will and tune to as many different voices as are present. Sing warmly.

Pauline Oliveros, The Tuning Meditation, 1971

Agrada ver a Oliveros fuera de espacios estrictamente “musicales”, pero también su presencia en un CGAC que ha ido perdiendo con los años sus vínculos con la música contemporánea, en particular tras la trágica desaparición del ciclo Correspondencias sonoras, cuya última edición en 2018 dejó un incontestable vacío en la ciudad por lo que suponía en términos de producción musical propia, estrenos mundiales y proyección internacional.

Sea como fuere, no cabe sino congratularse por esta excelente retrospectiva y, en particular, por el comisariado de Rodríguez Fominaya, que introduce al neófito pero igualmente sorprende con numerosos regalos a quien tal vez no lo sea tanto. Alrededor de la exposición, además, se organizan además un taller de deep listening impartido por Jane Rigler y un ciclo de proyecciones centrado en la colaboración de Oliveros con Ione.

La exposición está poblada de obras que evidencian la extrema sensibilidad de Oliveros y que nos explican su presente importancia entre artistas que trabajan o problematizan el paisaje sonoro, como I Heard a Boy Singing. Robert Duncan, una pequeña composición a máquina escrita en noviembre de 1968 e incluida en la exposición, en donde nos insta a escuchar el entorno, explorando “los límites de lo audible”. Encontramos obras, desde luego, críticas, que nos hablan de una Oliveros esencial, que problematiza el género (Bye Bye Butterfly, 1965), o que da voz a quien se le negaba (Epigraphs in the Time of AIDS, 1994).

Pero, además de sus obras en solitario, es evidente que una parte fundamental del legado de Oliveros se construyó en colaboración, así con (en) el San Francisco Tape Music Center, Alison Knowles, Terry Riley, Merce Cunningham, Deborah Hay, Paula Josa-Jones o, desde luego, Linda Montano, Ione...

La selección documental es particularmente destacable, al apelar tanto a lo biográfico como al busilis tecnológico sin duda imprescindible para entender la obra de Oliveros (o cualquier otra de nuestra contemporaneidad, como debiera resultar evidente). En vitrinas y paredes, encontramos diversa documentación manuscrita, partituras, cartas, programas de mano, pósteres, fotos y dibujos, en buena proporción inéditos o poco vistos, en todo caso de diferentes etapas y siempre oportunos.

La experiencia, empero, es agridulce. El 2020, año de tantas clausuras y malas noticias para la música y las artes, nos trajo también unos primeros rumores, parece que ahora ya plenamente confirmados, según los cuales el Mills College cesaría sus actividades, clausurándose así su programa de música y su Center for Contemporary Music (CCM), laboratorio de música electrónica cuya primera directora fue la propia Oliveros (por lo demás, una de las más grandes figuras asociadas a la institución radicada en Oakland)[1].

Mills, de hecho, dejará de aceptar nuevos alumnos este mismo año, cesando de otorgar títulos a partir de 2023. Se trata así del cierre de una institución de primer orden que data de 1852. Sus problemas financieros, que se han visto agravados por la pandemia de COVID-19, ciertamente no eran nuevos: ya en 2017 había empezado a despedir y/o no renovar personal, véase el sonado caso de Roscoe Mitchell (a pesar de que, en su caso y tras generalizadas protestas, Mills se echó atrás, Mitchell finalmente decidió retirarse). Los recortes, las ventas y los despidos continuaron[2]. La decisión final de cierre de la junta directiva, por lo demás, ha provocado diversas protestas y campañas, como la de Save Mills.

La historia de la música es también, a pesar de que muchas veces lo olvidemos, la historia de sus instituciones. El Mills College era una de las importantes para la música del s. XX y, quisiéramos remarcar esto, también para la del s. XXI. Entre su profesorado, que en ocasiones mantuvo su vínculo con Mills durante décadas, figuran Darius Milhaud, Luciano Berio, Terry Riley, David Rosenboom, Anthony Braxton, Fred Frith, Pandit Pran Nath, Zeena Parkins, Tomeka Reid... con todo lo que ello supone, desde luego, para el desarrollo, soporte institucional y recursos para figuras centrales del minimalismo, free jazz, música electroacústica, música electrónica... (Entre su alumnado, figuran Laurie Anderson, Steve Reich, John Bischoff, Blevin Blectum o, más recientemente, Sarah Davachi, Gregg Kowalsky o Holly Herndon).

El CCM, sin duda, es una de las joyas de la corona. No olvidemos que fue el resultado de la trasposición a Mills del San Francisco Tape Music Center en 1966, accediendo así este a recursos, equipos y estudios, y culminando la institución una idea que propusiera ya Cage en los años 30 y 40, cuando durante su paso por esta institución sugirió la idea de un centro de música experimental a Aurelia Reinhardt, la rectora por aquel entonces y una figura fundamental para Mills.

Fue, como decimos, en 1966, y gracias a financiación de la Fundación Rockefeller, cuando el San Francisco Tape Music Center se instaló en Mills, bajo la dirección de Pauline Oliveros y con el nombre de Mills Tape Music Center (después ya Center for Contemporary Music). Cierto es que esta primera y fundamental etapa del grupo fundado por Morton Subotnick y Ramón Sender (profesor y alumno de Mills, respectivamente) se reviste de una significación de difícil parangón en la música contemporánea, directamente relacionada, además, con el apoyo activo al desarrollo de nuevas tecnologías: en 1963, Sender y Subotnick encargaron a Don Buchla el sintetizador modular que dará comienzo a la histórica serie “Buchla 100”, y que tanto utilizará nuestra protagonista (Buchla, por cierto, murió en 2016, un par de meses antes que Oliveros).

Ya en Mills, a la dirección de Oliveros sucedieron las de Jaap Spek, Lowell Cross y Anthony Gnazzo todavía en los años 60, las décadas de Robert Ashley (1969-1981, quien periódicamente compartió la dirección con David Behrman) y David Rosenboom (1981-1990), o el largo período de Maggi Payne (co-directora entre 1992-2018), siendo además actual director del Departamento de Música David Bernstein, editor del fundamental The San Francisco Tape Music Center: 1960s Counterculture and the Avant-Garde (2008).

La propia Oliveros volvería a Mills en 1996 como “Darius Milhaud Professor of Composition”, retomando su vinculación con el college y con el CCM hasta su fallecimiento en 2016. Es por ello por lo que resulta tan descorazonador leer que la práctica totalidad de los documentos de la exposición que nos ocupa pertenecen a los fondos de la biblioteca F. W. Olin del Mills College[3]. A día de hoy, y gracias al trabajo de mucha gente (y del Deep Listening Institute, actualmente The Center for Deep Listening), Oliveros es una artista no lo suficientemente reconocida pero en irrevocable camino de serlo, de quien podremos seguramente disfrutar ulteriores exposiciones, y cuya obra se va introduciendo en el currículo.

Aun faltando seguramente años para que su figura se sitúe en el lugar que le corresponde, el cierre de Mills, como de tantos otros lugares (salas de concierto, escuelas, galerías…), nos obliga a preguntarnos qué será de todas esas Pauline Oliveros que, tal vez, ya no serán. ¿Qué será de todas esas obras que no encontrarán su lugar en instituciones más convencionales, más retardatarias? ¿Qué será de todos esos corpus que simplemente perderán todo cauce de salida? El cierre de instituciones como el Mills College hacen un poco más difícil que se pueda escuchar el tono de los demás y, en consecuencia, supone una pérdida colectiva.

Datos de la exposición:

PAULINE OLIVEROS. RETROSPECTIVA
Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), Santiago de Compostela.
25 febrero - 13 junio 2021.
Comisario: Álvaro Rodríguez Fominaya.
Información en la web del CGAC

Referencias citadas:

Notas

  1. [1] Otro aspecto dolorosamente contemporáneo es el de los conciertos telemáticos, de los cuales Oliveros fue una pionera durante los años 90. En la exposición podemos contemplar grabaciones y programas de mano de algunas estas actuaciones a distancia.
  2. [2] “In 2019, the college sold a rare copy of Shakespeare’s First Folio at auction for just under $10 million, and a Mozart manuscript for an undisclosed sum. But the losses continued —and then came the pandemic.” Por otra parte, “The statement announcing the proposed closure alluded to plans for a 'Mills Institute' on the 135-acre campus, but the focus of such an institute — and whether it would include the arts — is unclear.” (Dayal, G. (2021, 30 de Marzo). Is the Music Over at Mills College? The New York Times. https://www.nytimes.com/2021/03/30/arts/music/mills-college-music.html)
  3. [3] “Many musicians said they were concerned about the fate of Mills’s archives. Maggi Payne said it includes over 2,000 tapes of performances, lectures and interviews, along with scores, letters and synthesizers — and hundreds of percussion instruments owned by Lou Harrison. David Bernstein, the current chair of the music department, said the archives would be protected. ‘We have been working on this project for quite some time,’ he said. ‘And yes, there are instruments at Mills of significant historical importance. We are very concerned about their fate. Most of all, they should not be stored but used by students interested in exploring new sounds and different musical cultures. And they should also be played by virtuoso performers, as they are now.’” (Dayal, G. (2021, 30 de Marzo). Is the Music Over at Mills College? The New York Times. https://www.nytimes.com/2021/03/30/arts/music/mills-college-music.html). En la propia web del Mills College podemos leer: “CCM’s archives include an extensive collection of recordings made at Mills and the San Francisco Tape Music Center. These rare recordings of influential works and interviews from an earlier era of electronic music represent a valuable piece of musical history. We are currently transferring many of these recordings to digital formats to improve their longevity and usability. The archives also contain a large collection of technical journals, periodicals, and books” (https://www.mills.edu/academics/graduate-programs/music/center-contemporary-music/archives.php).

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