Josu De Solaun: panDEMiCity. Josu De Solaun, piano. Gloria Medina, productora. Cheluis Salmerón, ingeniero de sonido. Un CD DDD de 61:03 minutos de duración grabado en el Auditorio Ciudad de León (España), el 13 de marzo de 2021. IBS Classical IBS162021.
En sus excelentes notas para el compacto del sello IBS que hoy reseñamos, convertidas en todo un ensayo sobre el arte de la improvisación libre, en palabras de uno de sus mejores conocedores en España, el escritor y saxofonista valenciano Josep Lluís Galiana, éste rescata, de entre las muchas citas y referencias que entreteje en sus párrafos, una atribuida a Wolfgang Amadeus Mozart que resulta de lo más sugerente, aunque no poco encierre de perturbadora: «Todo ha sido ya compuesto, pero aún no se ha transcrito»...
...perturbadora, porque duele imaginar las muchas horas de improvisación que de genios como el propio Mozart, Bach, Liszt, Beethoven o tantos otros no nos ha quedado ni el más mínimo rastro, cuando aquellos relámpagos no fueron transcritos o germinaron en subsiguientes partituras. Siglos más tarde, los medios tecnológicos nos permiten, hoy en día, conservar una foto fija de esos momentos de magia en los que un músico se abisma a su instrumento con la intuición y la memoria como guías, pues no cabe duda de que ambas conducen a la improvisación libre, trascendiendo la tradición, el canon y lo académico, si bien conformando un lenguaje personal que se nutre de lo antes re-conocido, pues —como tantas veces se ha afirmado— ni siquiera John Cage fue en la historia de la música un punto cero.
Es evidente que el pianista español Josu De Solaun (Valencia, 1981) lleva dentro de sí, bien provista y asimilada, toda esa proteica alfaguara que es la tradición, si bien con el paso de los años su carrera como concertista internacional de repertorio clásico se ha visto intercalada por sesiones de improvisación que le sirven para dar salida a un pianismo más libre y ajeno a los cánones al uso, al punto de que en el compacto que hoy reseñamos, panDEMiCity, se mueve entre estilos y escuelas con una libertad que resulta tan contagiosa como envidiable, así como capaz de encontrar soluciones inauditas que, quizás, algunos de los referentes musicales de los que se nutre hubiesen creído en exceso atrevidas, como pasar de los ecos del jazz a los de Aleksandr Skriabin, o de un evocador perfume postromántico a los mecanismos de György Ligeti (un Ligeti cuyos Études (1985-2001) parecen poner en marcha, sin ir más lejos, la sexta parte de panDEMiCity, con ecos de sus polirrítmicas escaleras (también, nancarrowianas), minutos más tarde convertidas, sin abandonar ésta, que es la parte más larga de la improvisación, en una nueva suspensión cromática).
Sin embargo, una de las grandes virtudes de panDEMiCity es cómo esos saltos entre tiempos, técnicas y estilos adquieren una total coherencia, así como unas transiciones para llegar de unos paisajes musicales a otros que parecen estudiadas y fijadas de antemano, lo que refuerza el asombro de que unas construcciones como las que escuchamos en este disco hayan surgido en una improvisación libre: la registrada por Josu De Solaun en el Auditorio Ciudad de León el 13 de marzo de 2021, en plenos tiempos de una pandemia coronavírica que, sin duda, habrá permitido a De Solaun espacios para la introspección, la práctica de la improvisación libre y cierto olvido (que no es tal, pues en este disco está personalmente filtrado) de ese repertorio concertístico que no deja de presentar por medio mundo, para que sus dedos conquistasen paisajes propios, en una pintura de una ciudad en pandemia que De Solaun otea desde su ventana de confinado, escuchando toda una abigarrada masa de reverberaciones que se acumula en la mente del pianista tras décadas de formación y carrera internacional.
panDEMiCity es una improvisación de una hora de duración presentada íntegramente en este compacto, incluidos los aplausos, lo que siempre le confiere una sensación de mayor credibilidad: cierto relieve a esta foto fija del recuerdo. Josu De Solaun la ha dividido en once partes, a su vez, agrupadas en cinco secciones: I. Inception; II. First Wave; III. Second Wave; IV. Third Wave; V. Close. Resulta difícil no pensar en clave pandémica, al leer los títulos de las secciones centrales de panDEMiCity, improvisadas en tiempos de coronavirus. Alcanzada la fatídica sexta ola en la que nos encontramos (siempre con la ¿ingenua? esperanza de que ésta sea la última), hemos de comprender estas oleadas como sucesivos flujos y golpeos contra el piano de otro océano: el de la memoria, que va dejando posos y sedimentos en estas once partes, aunque ni mucho menos en compartimentos estanco, pues ese «material memoria» (que diría José Ángel Valente), como el mar, vuelve sobre sí mismo y cobra nuevas formas: perspectiva tan propia de la música de un Claude Debussy que no tengo duda se filtra entre las corrientes que nutren a este disco, como las del propio Isaac Albéniz: presencia de la música española (especialmente, por ritmo y color) que refluye una y otra vez en panDEMiCity, como muestra su tercera parte.
Ahora bien, el recorrido artístico y vital (una y otra cosa son indisociables en Josu De Solaun, ya sea como músico, ya como escritor —y de ello su poemario Las grietas (EdictOràlia, 2021) es un estupendo ejemplo—) va mucho más allá de España y de sus consustanciales improntas atávicas, pues lejos de nuestro suelo De Solaun ha seguido atento a esas músicas populares, de raíz, que aportan a su piano un plus de espontaneidad, no haciéndole olvidar lo vernáculo: una música ancestral que —afirma el pianista valenciano— lo «mantiene con los pies en la tierra». Así, en sus muchos años de residencia en los Estados Unidos (desde finales del siglo XX), De Solaun se ha empapado, como oyente y en su propia práctica, del jazz, algo que refleja panDEMiCity, pues —como nos informa Josep Lluís Galiana en sus notas— este concierto grabado en León constituyó todo un homenaje a Keith Jarrett, uno de los ídolos musicales de Josu De Solaun, ya no sólo por la vertiente más puramente jazzística del norteamericano, sino por sus tan refrescantes y personales revisiones de los clásicos europeos (pensemos en su lectura de los 24 Preludios y Fugas opus 87 (1950-51) de Dmitri Shostakóvich para el sello ECM, algunas de cuyas esquirlas musicales resplandecen tímidamente en la quinta parte de panDEMiCity y, de un modo más asertivo, en la novena).
Un jazz, por tanto, con cierto poso europeo, trufado de bellos reflejos que enriquecen la dimensión más espontánea del mismo, confiriéndole estructura y unas formas arquitectónicas que, insisto, nos impresionarán por su aquilatada precisión y equilibrio: una articulación de la exposición, el desarrollo y la resolución (a veces, casi a modo de coda) que hay que tener un inmenso dominio del lenguaje y una mente muy estructurada para rubricar del modo en que De Solaun aquí lo realiza, por tomar un ejemplo paradigmático, en la segunda mitad del último número de First Wave: un poderosísimo clímax que convoca ecos del Prokófiev más incisivo y abrumador de las sonatas bélicas, o de ese Concierto para piano y orquesta Nº2 en sol menor opus 16 (1912-13/1923) que recientemente he tenido el placer de escuchar en vivo al propio De Solaun.
Otro momento realmente monumental, por el volumen y las capas que en él se superponen, es la primera parte de Third Wave: un abrumador crescendo tras cuyo clímax, con la masa previa aún resonando en pedal, el público propina una merecida ovación, conscientes del privilegio que acababan de disfrutar. En pasajes como esta octava parte de panDEMiCity hay que destacar el mecanismo del pianista valenciano, con una vena que diría, de nuevo, rusa, por la forma en que articula y digita, así como por la presencia de un enfoque que podríamos ligar con el suprematismo coetáneo y coterráneo del propio Prokófiev, creando en el teclado Josu De Solaun una serie de bloques que chocan y adquieren diversos ángulos y perfiles a través de contrapuntos severamente enfrentados, con la cuadratura y la ascética espiritualidad de un Malévich. Por oposición, o integrando voces en esta dialéctica tan marcadamente internacional, el ya citado Skriabin aporta un contraste estilístico de lo más interesante a los sustratos que afloran en panDEMiCity, con un cromatismo sinestésico que podemos escuchar en el comienzo de la tercera parte del disco: una de las más serenas y suspendidas, con amplios márgenes de silencio para que el pedal module las resonancias con un carácter dignamente pictórico que evocará ya no sólo al propio Skriabin, sino a Claude Debussy. En un nuevo giro estilístico, alcanzado el cuarto minuto de esta tercera parte, la música española se hace presente, confiriendo un centro de gravedad a este viaje que panDEMiCity es por la propia vida del pianista valenciano.
De hecho, el comienzo de panDEMiCity, expuesto a modo de proemio (así lo denomina De Solaun), no deja de sugerir ecos y aromas del Mediterráneo, con un color tierra y su reflejo en el mar de la región central del teclado: en el que nos volveremos a bañar en la cuarta parte de panDEMiCity, siendo estos dos pa(i)sajes de los más calmos y contemplativos, quizás enfocados desde el calor de un hogar musical (pasajes a los que se asoma un Olivier Messiaen que, con Debussy y Skriabin, multiplica los cromatismos líquidos en panDEMiCity). Traspasado ese proemio que es Inception, en el comienzo de First Wave es ya el jazz el que nos habla de ese primer cambio de residencia y hábitat cultural en el camino musical de Josu De Solaun, con su llegada a Nueva York.
Quizás no haya sido una intención programática del pianista valenciano el explicitar y hacernos recorrer ésas, sus sendas vitales, pero, de algún modo, éstas reverberan en una improvisación que, por su importancia en la carrera de Josu De Solaun, sin duda habrá tenido algo de confesional y de carta de presentación: cuántas veces aquello que no se ha querido voluntariamente decir no nos cuenta más que lo previamente razonado a través de una estructura atenta a la lógica: ¿no consiste en esto la propia improvisación: en un no saber sabiendo (como leemos a san Juan de la Cruz)? Es por ello que la undécima y última parte de panDEMiCity, también denominada en este disco Close o Colofón, será alcanzada cual Ítaca en la que el destino comprende, asimismo, el recorrido previo. Ítaca será, así y machadianamente, el propio caminar, o cualquier punto en el que ese recorrido artístico-vital reverbere, pues se acaba siendo más el camino que un lugar estático, aunque éste sea el de las raíces y el de los ecos del Proemio desde el que había dado Josu De Solaun el primer paso en su encuentro ya no sólo de las estaciones que lo han conformado, sino de sus sucesivos diálogos con esos gigantes que, cual benévolos cíclopes, han perfilado a este Odiseo levantino que en panDEMiCity surca tan anchuroso mar de teclas. De algún modo, por tanto, panDEMiCity explicita cómo ser yo a través de los otros, cómo encontrar el núcleo de nuestra individualidad por medio de la voz ajena: o la otredad reconocida. En la improvisación de un artista con la formación y las lecturas filosóficas que Josu de Solaun aquilata, no cabe duda de que todo ello se explicita en una sesión como ésta que ahora escuchamos, multiplicando las raíces y las sendas que su audición nos abre y comparte.
Como hasta aquí hemos visto, panDEMiCity es un proceso de conocimiento construido desde el teclado en el que reverberan improntas ligadas al jazz y a la gran tradición europea. Es, por ello, una improvisación técnicamente más ligada a un concepto clásico del piano, que nos muestra uno de los muchos rostros musicales de Josu De Solaun: una vertiente que se verá complementada, en los próximos meses, con el lanzamiento de un nuevo disco en el que escucharemos a De Solaun improvisar junto al saxofonista Josep Lluís Galiana (en una sesión registrada el 20 de junio de 2021 en el Teatre Auditori de Catarroja). Si panDEMiCity se ciñe al teclado, en FIRST TIMES (pues así se llamará ese nuevo disco publicado por Liquen Records) escucharemos cómo De Solaun se adentra en la caja del instrumento, activando un universo musical con gran presencia de técnicas extendidas y ruidismo. Pero para visitar esos paisajes musicales, tiempo tendremos...
...mientras, nos quedamos con esta inmensa improvisación, soberbiamente registrada por Cheluis Salmerón, que nos hará disfrutar en nuestros equipos de música de una presencia muy vívida del Bösendorfer del Auditorio Ciudad de León en el que esta sesión fue grabada. Completan esta edición las ya citadas notas a cargo de Josep Lluís Galiana, realmente excelentes; así como un diseño muy moderno del digipak que con sus fotografías nos conduce a las calles de una ciudad pandémicamente desierta, aunque repleta de ecos textuales en sus paredes, dejándonos un último apunte, desde lo visual, de ese gran palimpsesto de reverberaciones que vibra en el silencio, haciendo que cualquier lienzo en blanco sea, en esta tercera década del siglo XXI, un espacio profusamente habitado.
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