Entrevistamos a Lucía Arnaud y a Baldur Brönnimann, los comisarios artísticos de este nuevo ciclo "Viaje de invierno", que tendrá lugar en CentroCentro de Madrid entre el 24 de febrero y el 24 de noviembre.
Sul Ponticello: Vuestro proyecto tiene un nombre bastante especial, “Desclasificados”. ¿Podríais comentarnos de dónde viene y, sobre todo, las connotaciones que queréis transmitir con él?
Lucía Arnaud: El nombre Desclasificados surgió por dos razones: Por un lado, queremos acercar nuevos públicos a la música y romper barreras con contenidos muchas veces percibidos como difíciles o abstractos. Y la designación de “clásico” no ayuda. Des-clasificar en este sentido, para nosotros, es sacar la música de detrás de ese vidrio protector y hacerla tangible y real, sin sacrificar su esencia y sus aspiraciones.
Y por el otro lado tiene que ver con “desclasificar” en el sentido de quitarle a algo el carácter secreto o reservado. Hacen falta herramientas para poder re-conectar nuestra realidad con lo que se expresa en la música histórica y actual. Por eso “desclasificar” para nosotros es quitarle este aspecto hermético e inaccesible a la música, incluso a las estéticas más avanzadas. Es un proceso de democratizar el acceso a la música.
S.P.: El ciclo que comenzáis el día 24 en CentroCentro tiene como base el ciclo Winterreise de Schubert, ¿qué conexiones queréis establecer con el contexto contemporáneo?
Baldur Brönnimann: A principios del siglo XIX, por ejemplo, había un vínculo muy fuerte entre la música del momento y la realidad, las ideas y la situación actual que se vivía. La gente se reconocía en la música de Beethoven, en particular. Hoy sentimos que este vínculo se rompió en gran medida. La música se percibe a menudo como algo bonito pero de un tiempo pasado, un refugio alejado de nuestras experiencias vitales.
Con “Viaje de Invierno” queríamos reflejar la experiencia vital de cada uno de nosotros y establecer justo esta conexión directa a través de la música de Schubert y del repertorio de hoy. Dejar claro que Winterreise tiene una fuerte relevancia para nosotros: el sentimiento de soledad, de sentirse extranjero en su propio mundo, la nostalgia de los momentos vividos - todos estos son sentimientos que hemos vivido durante el confinamiento y que seguimos viviendo cada día detrás de nuestras mascarillas.
S.P.: El romanticismo fue la diana estética sobre la que lanzaron sus dardos las vanguardias (sobre todo las de la segunda mitad del siglo XX). ¿Pensáis que la época romántica está pendiente de revisión desde nuestro tiempo, que es algo que nos hemos dejado por hacer y es interesante abordarlo?
B.B.: Creo que la vanguardia no rechazó el romanticismo, pero sí una manipulación de los sentimientos por parte de la música. La música con su gran poder de comunicación emocional se ha usado por regímenes autoritarios para manipular masas y para apagar un sentido crítico y contestatario en el público a lo largo del siglo. Ahí surgió un movimiento de vanguardia que buscaba una música más pura, más objetiva y más científica en relación con lo anterior.
Pero las grandes ideas del romanticismo, el poder de la utopía artística, la relación entre lenguaje y música y los grandes individuos como el Wanderer de Schubert o Prometeo de Beethoven y Nono forman una parte central de la vanguardia musical de la posguerra . Además el sentimiento que expresa Viaje de Invierno con el individuo que atraviesa un paisaje frio y desolado en solitario es una imagen muy fundamental para muchas obras de la vanguardia y del modernismo, desde TS Elliott al existencialismo de Sartre, las películas de Tarkovsky hasta La vendedora de fósforos de Helmut Lachenmann.
S.P.: Habéis nombrado cada concierto con un título, a modo de tema. Por ejemplo, el primero es “Mañana de tormenta” (recordando a uno de los lied de Winterreise, Der stürmische Morgen). ¿Cómo conectáis este tema con las obras de Kúrtag, Ligeti, Badalo y Coll que lo componen?
L.A.: La idea original era que el ciclo sea un viaje literalmente de invierno a verano, de la oscuridad a la luz y, siguiendo las previsiones sanitarias, la aparición de la vacuna, también de la desolación a la esperanza. Por eso queríamos empezar con un programa que represente la situación actual. “Mañana de Tormenta” es la canción número dieciocho de Winterreise y describe el cielo tormentoso de una mañana de invierno y cómo el protagonista se reconoce en ese cielo. Seleccionamos unos extractos del ciclo original (que representan este cielo distante y tormentoso) en diálogo con unas obras contemporáneas para viola sola que representan nuestra propia mirada hacia este cielo.
B.B.: La viola (que tocará Anna Puig) me parecía especialmente indicada para este espejo contemporáneo porque es un instrumento en el rango de la voz humana que a lo mejor es menos extrovertido que un violín o un piano, pero más reflexivo y humano. Por eso, el protagonista que mira el cielo tormentoso en nuestro programa es una viola. Las obras contemporáneas tienen todas un carácter de reflexión o de voz humana. “Hora Lunga”, por ejemplo, es el primer movimiento de la sonata para viola sola de György Ligeti y está inspirado en la música vocal de los gitanos rumanos, que tiene mucho en común con el cante jondo, por dar un ejemplo.
Lucía Arnaud y Baldur Brönnimann, Desclasificados
S.P.: En los programas hay una presencia de autores españoles jóvenes, pero también de los ya muy consagrados (Sánchez-Verdú, Gerenabarrena, Erkoreka…). ¿Habéis articulado algún criterio en este sentido?
L.A.: Desde el principio nuestra intención fue poder trabajar con artistas locales y también de presentar música española de hoy. Por un lado porque la pandemia nos ha hecho pensar en la cercanía no solo personal pero también geográfica. Y por el otro lado porque queríamos profundizar en esta identificación con la música de hoy - queríamos mostrar claramente que estos compositores y compositoras articulan un espíritu del momento, son una voz artística en la que nos podemos reconocer. Es lo que está pasando aquí y ahora. Nos parecía importante que al lado de Schubert, que ha vivido en un tiempo lejano y ha trabajado en un entorno muy distinto, había una parte española y de hoy.
B.B.: España tiene ahora la gran suerte de tener la joven generación musical más preparada y más internacional de toda la historia. Pero también queríamos trabajar con la generación de sus maestros, como José-María (Sanchez-Verdú), Gabriel (Erkoreka) o Zuriñe Gerenabarrena. Nos hubiera gustado incluir más compositores españoles en los programas, pero sólo son ocho conciertos, así que esperamos que en un futuro podamos incluir más nombres. Y también ir una generación más atrás. Nos encantaría programar Luis de Pablo, Francisco Guerreo Marín, y toda esta generación. Pero va a tener que ser en otra ocasión.
S.P.: Es interesante que el ciclo no se queda en la que podríamos llamar “música de concierto” (si es que, en este tiempo, podemos hablar en esos términos), sino que también habéis programado otras voces que están claramente en otros ámbitos, como Clara de Asis o Menhir. Es evidente que esta línea es la de muchos festivales actuales, pero nos gustaría saber vuestra opinión sobre esta realidad. ¿En qué medida es interesante o necesario “tocar muchos palos”? Desde luego, tiene ventajas, aporta riqueza estética y llega a públicos más amplios, pero también podría generar algún tipo de dispersión…
B.B.: La música contemporánea en los últimos 30 años ha cambiado radicalmente. Se ha abierto estilísticamente, se ha diversificado geográficamente y se ha hecho muy heterodoxa. Yo personalmente creo que en todo esto hay una gran riqueza. En el ciclo queríamos presentar las creaciones musicales en una amplitud más grande que la habitual en los ciclos de música contemporánea. No me gustan los guetos, por eso mezclamos música clásica con contemporánea y con creadores de otros géneros como Menhir o Clara de Asis. Juntos, presentan una imagen muy diversa que es igualmente una imagen de nuestro entorno: Madrid, tu barrio, la música que buscas en internet, tu playlist de spotify, etc… Esa diversidad es la imagen de lo que nos rodea, y la programación de “Viaje de Invierno” quiere reflejar eso . Menhir y Clara de Asis hacen dentro de sus géneros musicales un trabajo de investigación y de exploración artística, son músicos que quieren ir mas allá, que experimentan, profundizan, que exploran limites, rompen convenciones - es una riqueza tenerlos en nuestro ciclo. Además en el caso de Clara de Asis también queríamos presentar su trabajo en Madrid, porque aún no es muy conocida en España a pesar de ser una artista gaditana.
Lo de los géneros musicales me parece muy importante, porque apunta a un cierto elitismo que viene del lado de la música contemporánea clásica: lo de no querer hacerse demasiado popular, de no acercarse demasiado a otros géneros musicales y a otros públicos. Yo entiendo la crítica al consumo y a la industria de entretenimiento por parte de la vanguardia, pero creo que estamos muy lejos de hacernos comerciales. Hay que reconocer simplemente que en otros ámbitos musicales, en música electrónica, en folk, en pop, en jazz, etc… también hay artistas trabajando que tienen aspiraciones con su música, que no toman el camino fácil y están en una búsqueda de descubrir nuevos territorios. Muchas veces usan otros medios u otras técnicas, pero comparten intenciones artísticas con nosotros, la música clásica experimental. Y esta gente va a tener un lugar en este ciclo.
Una de las razones porque fundamos “Desclasificados” era justamente dejar atrás este elitismo intelectual de la música contemporánea (y de la música clásica en general). El tiempo del Verein for musikalische Privataufführungen de Schönberg ha terminado y no hace falta hacer de las estéticas musicales más avanzadas un barrio cerrado donde el que no pertenece no puede entrar. Esta actitud ha hecho mucho daño a la música contemporánea en mi opinión. A veces leo textos sobre las obras que dirijo en mis conciertos y pienso que no hay ningún intento de hacer una obra más asequible o más tangible. Al contrario - si no hay una cierta complejidad y un bagaje de intelectualismo que la acompaña no puede ser ni buena ni relevante.
A mí personalmente muchas veces me llaman las obras más rebuscadas y más complejas, pero creo que tenemos una tarea en presentar contenidos difíciles y enigmáticos en una manera inclusiva y directa. La experimentación, la aventura de descubrir y crear nuevos mundos sonoros es algo que todos compartimos desde niños, y los profesionales no debemos construir muros artificiales entre obras y público sino todo lo contrario: construir puentes y dar herramientas a la gente para que nos acompañen en esta gran aventura que es la música de hoy.
S.P.: La otra “pata” del proyecto es la situación de los artistas, motivada por la pandemia que vivimos. ¿Qué nos podéis decir sobre cómo habéis vinculado este hecho al ciclo?
L.A.: Queríamos visualizar una realidad actual que es la situación de lxs artistas jóvenes, a quienes la pandemia ha tocado justamente en el momento más delicado de sus carreras. Hay una diferencia muy grande entre los músicos y artistas que tienen algún tipo de estabilidad institucional, plazas fijas en orquestas o universidades, y muchos músicos jóvenes que se quedaron sin trabajo de un día al otro justo en un momento clave de sus carreras. Por eso queríamos hacer algo y dar voz a toda esta gente que viven sus propios viajes de invierno.
En la última canción de Winterreise (“Der Leiermann” - El zanfoñista) Schubert o Wilhelm Müller, hablan directamente de un músico. El viejo que toca su instrumento descalzo sobre el hielo sin que nadie le quiera escuchar ni ver. Sin duda, Schubert se reconocía en la imagen de ese músico marginado, por su alienación del mundo que le rodea y por su invisibilidad. Esta imagen nos parecía muy representativa de lo que pasa en muchos países con el mundo de la cultura. Lxs artistas se han vuelto invisibles. Según un estudio reciente de EY Consulting la cultura es el sector económicamente más afectado por la pandemia, detrás de la industria aérea. Y dentro de cultura, la música tuvo pérdidas del 76% entre el 2019 y el 2020.
Detrás de estas cifras hay personas, y por eso pedimos a todos los intérpretes y compositorxs vivos que nos envíen un breve video contando su experiencia durante la pandemia. El resultado es un cuadro de muchas facetas, experiencias y reflexiones personales. Lo que queríamos es que el público no solo se reconozca en las obras del ciclo, pero también en los artistas en el escenario, y en sus viajes de invierno particulares.
S.P.: Desclasificados es un proyecto más amplio, ¿tenéis alguna otra actividad a la vista, al margen del ciclo de CentroCentro? ¿Qué proyección tiene como proyecto, más allá del ciclo?
L.A.: Tenemos muchos planes. Baldur es director de orquesta y yo gestora cultural así que queremos utilizar nuestras sinergias para hacer muchas cosas. Queremos profundizar en los encuentros educativos que empezamos justo antes de la pandemia, y se han interrumpido por motivos obvios. La tarea divulgativa es fundamental. Estamos trabajando en un proyecto que queremos llevar a cabo hace mucho que une música y tecnología y ojalá podamos hacerlo pronto. Todo intentando siempre llevar nuevos públicos a la música actual e histórica.
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