A finales de la década de los sesenta y setenta, la atmosfera que envolvía a Francia se caracterizó por la inestabilidad y la incertidumbre que afectaba a la sociedad. Las protestas estudiantiles de 1968 alcanzaron su clímax con la manifestación en la Sorbona de París, la huelga de diez millones de trabajadores paralizó el país.

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Bajo este contexto, la ópera como tal fue desterrada por un entorno posmoderno, dando pie al surgimiento de una variedad de formas híbridas del espectáculo musico-teatral.
Varios compositores, entre ellos Pascal Dusapin (1955) comparten la voluntad de actualizar la categoría estética de la ‘‘lírica’’. Admirador de Varèse y Xenakis afirma que sus producciones deben contener una actitud iconoclasta y provocadora: ‘‘Hay que romper la ópera’’.
To be Sung (1994), es una ópera de cámara para tres sopranos y un narrador no especificado y para orquesta compuesta por: flauta, piccolo, oboe, corno inglés, clarinete, clarinete bajo, trompeta, trombón, violonchelo y contrabajo. Esta fue su tercera ópera, basada en la obra A Lyrical Opera de Gertrude Stein.
Dusapin compuso una ópera de cámara con el fin de realizar una aproximación experimental que estableciera a la ópera de cámara y a la ópera al mismo nivel. Su objetivo fue: ‘‘conseguir que la música se vea desde el interior y no desde el exterior renunciando a apoyarse en falsos artificios escénicos’’ [1]. En su obra se aprecian ciertas estructuras que dejan atrás las formas canónicas de la ópera convencional y apuesta por un distanciamiento de estas.
Durante el siglo XIX los compositores de ópera tenían fama de poseer un gran conocimiento sobre la voz. La proximidad entre intérpretes y creadores y la estandarización de la morfología vocal, siguiendo unos principios estéticos definidos, proporcionaron una relación entre estas dos partes que dio lugar a un gran desarrollo del proceso creativo en forma de simbiosis dualista.
Dusapin encuentra a sus musas basándose en la interpretación y las capacidades de los cantantes, atribuyéndoles una consideración de co-creadores. Un ejemplo podría ser el barítono Georg Nigl. Este tarareó una canzonnetta de Monteverdi al compositor y fue suficiente para que este captara su esencia y aquellas cualidades que le hacían destacar dentro de sus posibilidades vocales. En concreto, su manejo absoluto de las ornamentaciones.
La música vocal de Dusapin evoluciona para llegar a funcionar como vehículo paralingüístico. En concreto en To be Sung, el compositor incorpora elementos sonoros que puedan llevar a cabo las intérpretes y que a la par tiene como objetivo lograr una apariencia de improvisación, aunque esté todo escrito dentro de la partitura.
Hay una variedad de texturas dentro de esta ópera de cámara: por una parte, se encuentra el hilo conductor que hace de punto de unión entre las voces, esta figura se atribuiría al narrador. Una voz neutral, con un timbre de registro medio y un volumen normal y estable que va desarrollando la acción dramática, podría equivaler al recitativo dentro de una ópera. Por otro lado, se encuentran las tres voces femeninas que pueden aparecer en bloque, mediante texturas homofónicas o polifónicas, pero muchas veces se entrelazan provocando contrapunto. El registro podría ser para tres sopranos con características diferentes. La primera voz se encuentra en un registro más agudo, pero no siempre realiza la voz principal, la segunda une la primera y tercera voz y sirve como un colchón en las partes habladas, aportando más cuerpo a estas. La tercera tiene un registro más grave y generalmente, contiene el bajo armónico sobre el que se asientan las demás voces.
Dusapin busca emborronar la frontera que separa el canto puro, el parlato y el susurro. Estos movimientos aparecen de manera muy abrupta y no de forma gradual, generalmente. Induciendo así a estados de ánimo particulares que los espectadores perciben. Existe una diferenciación entre los sonidos susurrados, los sonidos en voz baja y la variación de timbres que reflejan una especie de esquizofrenia.
Otras técnicas que aparecen en esta obra son los diferentes tipos de vibrato, no se utiliza tan solo el vibrato lírico convencional, hay algunos más rápidos que podrían equivaler al trino, otros en cambio son más lentos y no pertenecen al canon tradicional. Por último, cabe destacar el uso de silencios, muy presentes a lo largo de toda la obra, sobre todo al final de cada parte. No suele haber introducciones orquestales, se utiliza como un elemento que no acompaña a la voz, sino que sigue su propio camino, buscando efectos sonoros.
Notas
- ^ Dusapin, Pascal, citado por Danielle Cohen – Des notations musicales. Frontieres et singularités, Paris, l’Harmattan 1996, p. 143.
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