Reseña sobre este primer CD de la pianista y matemática Laura Farré Rozada, un programa que es toda una declaración de intenciones.

Jordi Vilaprinyó
1 septiembre 2020
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Me complace hacer esta reseña del CD “The French Reverie” de Laura Farré Rozada, ya que fue alumna mía durante 2 años, creo que decisivos, previos a su ingreso al grado superior en la ESMUC. La descubrí a raíz de un concierto monográfico de alumnos sobre obras de compositores del Conservatorio de Música de Barcelona, hace más de 10 años.

Viví de cerca su entusiasmo al emprender la doble carrera que cursó, y como su dedicación y su capacidad la han dirigido a las más prestigiosas escuelas, universidades y centros de música, donde puede continuar investigando.

Laura nos propone en su disco un repertorio que es toda una declaración de intenciones, como nos explica en el booklet del mismo.

Ella relaciona constantemente la música con las matemáticas, proponiendo un paralelismo entre parámetros musicales y formulación matemática, que le permite acceder a un repertorio muy exigente con una convicción sorprendente.

Y recupera unas obras raramente programadas, un repertorio desconocido para el gran público, junto con alguna primera audición, para transmitirlas con una gran entrega, y que para el auditor resulte una experiencia visceral y estimulante.

Indudablemente, la interpretación es un acto de re-creación importante, que requiere una gran comprensión musical. Y para la música contemporánea, los métodos de memorización propios de la música clásica tonal, a veces demasiado intuitivos, no nos pueden servir para la música de los siglos XX y XXI, y dado que a menudo las obras se ejecutan en contadas ocasiones, el pianista toca casi siempre con partitura.

Su propuesta, que es su trabajo doctoral, es un sistema de memorización para la música actual, basado en conceptos matemáticos. De esta forma, Laura Farré puede profundizar en obras especialmente complejas con seguridad y convencimiento.

El repertorio de su trabajo está muy bien seleccionado en cuanto a las obras, así como el orden de las mismas, con una sonata de mucha envergadura de Henri Dutilleux como obra central, preparada por obras de Thierry Escaich, Olivier Messiaen, Philippe Manoury y Ofer Ben-Amots, y seguida por obras de Joel Järventausta y Vladimir Djambazov.

El disco empieza con la obra Jeux de doubles de Thierry Escaich, que parte de una pieza barroca, hace una digresión rítmica utilizando registros extremos del piano, y nos lleva a un moto perpetuo, con reminiscencias “a la Ginastera”.

A continuación encontramos el preludio Un Reflet dans le vent del gran Olivier Messiaen, obra de juventud, que es el último de sus 8 preludios, con una clara influencia del Debussy más evolucionado, sobretodo de sus estudios, incluso en el título.

De Philippe Manoury, alumno de Messiaen y de Boulez,  escuchamos su Toccata, de escritura puntillista “a la Webern”, con juegos simétricos y una sonoridad muy atractiva, y con una inteligente utilización de los elementos musicales, en especial en el final.

La obra “Akëda” de Ofer Ben-Amots nos transmite la profundidad del elemento religioso, ya que está basada en un canto religioso judío, con un lenguaje improvisado a través de todas las octavas del piano, como una expansión pianística de la plegaria.

Y llegamos a la gran sonata de Henri Dutilleux, que Laura aborda con seriedad. De influencia bartokiana y de Prokofiev, su discurso es colorista bajo las influencias de sus modelos inmediatos Fauré y Ravel, y una búsqueda armónica entre tonalidad y modalidad. El tercer movimiento es un canto coral con variaciones, muy enérgico, con un final brillante de recapitulación del coral.

La obra La vehemencia del despertar del compositor finés Joel Järventausta juega con una especulación improvisada de registros agudos, que acaba en una toccata de registros graves, y nos remite a la obra de Manoury.

Y cierra el círculo la obra 33:8 de Vladimir Djambazov, torrente de energía basado en una danza búlgara como la obra de Escaich, y con ecos del tratamiento de la música tradicional de Bartók, y también de los planteamientos de Chick Corea y Keith Jarrett.

Para concluir, después de sumergirnos en esta propuesta tan estimulante y satisfactoria de Laura Farré, sólo nos queda esperar la próxima entrega de esta joven pianista y matemática, que sin ninguna duda nos sorprenderá de nuevo, proponiéndonos nuevas cotas en su compromiso interpretativo con la música actual.

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