La autora, Diana Pérez Custodio, trata en esta ocasión de Renacimiento, la obra final de un tríptico operístico, que nos habla del amor desde la piel de la mujer, el amor como estado concreto, no necesariamente aplicado a nada ni a nadie sino como vehículo de lucidez y crecimiento personal.
El amor desde la piel de la mujer. La otra cara de la moneda que había comenzado pocos años antes con Fonía explorando la perspectiva masculina del amor. Mi segunda ópera, Fonía, concluía con la muerte de sus dos protagonistas, lo cual pone en bandeja el juego de palabras con el título de la que fue mi tercera ópera, Renacimiento. El texto que escribí para el programa de mano da las claves para entender esta obra:
Renacimiento está concebida como el elemento final de un tríptico. La primera de las óperas que lo integran, Taxi (2003), nos sumergía en un viaje interior a través del cual la protagonista, físicamente desdoblada en una cantante y una bailarina y guiada por un actor-taxista, experimentaba como mujer los límites de su propia realidad. La segunda, Fonía (2004), enfrentaba a sus dos protagonistas masculinos, un cantante lírico y un cantaor flamenco, con la resbaladiza cuestión de definir el amor.
Ahora, Renacimiento cierra el círculo volviendo a una protagonista femenina, entera, sola y cotidiana, que vive una situación, de nuevo, de viaje; sólo que ahora se trata de un viaje exterior. Sufre, divaga, y un sueño le enseña las claves para iniciar su particular proceso de “renacimiento”. El amor como estado concreto, no necesariamente aplicado a nada ni a nadie sino como vehículo de lucidez y crecimiento personal, es su herramienta.
Algunos textos musicales del Renacimiento español se abren paso entre un tejido sonoro aparentemente muy sencillo.
Y es que la búsqueda de la sencillez fue mi guía a la hora de diseñar todo ese complejísimo artificio indispensable para dar cuerpo a una ópera. En uno de mis artículos anteriores (“Del proceso al rito”) ya describía con perspectiva cómo mis tres óperas suponen un macroproceso de simplificación a todos los niveles, y Renacimiento es el vértice.
Una sola mujer en el escenario, sin atrezzo alguno salvo una vieja maleta con dos o tres objetos cotidianos en su interior: un cubo de fregona, un spray ambientador barato y una diminuta pandereta de plástico. Y, para elaborar la parte electroacústica, música antigua española manipulada y mezclada con sonidos igualmente cotidianos, tanto como los propios textos que escribí y en su mayor parte grabé con mi propia voz.
Aunque no soy escritora, siempre que puedo elijo crear mis propios textos; hasta entonces mis textos, aunque sencillos, habían estado mucho más en lo onírico que en lo real, pero en esta ocasión tuve muy claro que había que emplear un lenguaje común, que había que encontrar la poesía en su propia ausencia. Tuve que desechar muchísimos intentos hasta que encontré el punto justo de la cotidianeidad. Como ejemplo podemos comparar uno de los fragmentos de texto desechados (aunque ya trabajado para tratar de ponerle más toma de tierra que a los primeros intentos) con la versión definitiva que aparece en el espectáculo. Se trata del comienzo de la obra, de los ingenuos pensamientos previos de la protagonista, que desearía que el viaje que va a comenzar la llevase en realidad muy lejos de su propia vida:
TEXTO DESECHADO
Voy a viajar lejos, muy lejos. Para comerme el sol de un solo bocado. Para sumergirme en otras aguas no tan turbias.
En el camino daré vida a todos los abrazos que guardo disecados. Lo amargo quedó atrás.
Quiero viajar al lugar que no conoce arrepentimientos. Voy a penetrar en los cielos más abiertos; a hundirme en arenas movedizas más cálidas que las de mi propio dolor.
En el camino iré encontrando las cuentas de todos los collares que me han sido arrancados. Lo amargo quedó atrás.
Viajaré hasta que no quede una sola prenda de piedra sobre mi cuerpo; hasta que mi cuerpo se rompa en pedazos de gozo; hasta engarzar mi gozo en nuevos collares que me adornen la piel recién nacida.
En el camino probaré todas las frutas. Lo amargo quedó atrás.
Porque voy a viajar muy, muy lejos. Para comerme el sol de un solo bocado…
TEXTO DEFINITIVO
Voy a viajar muy lejos. Me gusta sentir que cada vez hay más kilómetros entre mi cuerpo y mi casa.
Un viaje siempre te arrastra a otra realidad diferente; ya me ha pasado antes. Te sientes como más sensible, más predispuesta.
Ojalá que por fin tengamos tiempo para estar todos juntos y para descansar. Hemos pasado un curso difícil. Seguro que mis niñas se tranquilizan cuando lleguen a la playa. Puede que la pequeña se suelte a leer este verano. Tendremos mucho tiempo.
Y nosotros… Qué mal lo estamos llevando últimamente. Nos hace mucha falta querernos. Hoy mismo hablaremos, a ver si salta ya el tapón. Llevamos mucho tiempo sin hablar. Seguro que las niñas se entretienen por ahí y nos dejan algún ratito solos. Hoy vamos a romper el maldito hielo este que nos tiene como de corcho. Y esta noche te aseguro que no te me escapas. Se acabó lo de dormirme con media cama vacía; al menos durante el viaje.
He traído una bolsa enorme de libros que pienso leer. Pero sólo si me apetece. De momento prefiero mirar el paisaje y no pensar. No quiero forzar nada; es mejor que todo vaya fluyendo.
Sólo utilicé un elemento sintético en toda la obra, por supuesto el más sencillo posible: una onda senoidal en el momento climático de la obra que, curiosamente, es el elegido para abandonar la sala por aquellas personas que, en las diferentes representaciones que hasta ahora han tenido lugar, no han podido aguantar más la incomodidad…
Renacimiento se estrenó el 25 de enero de 2007 en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela (A Coruña).[1] Hay un breve montaje de vídeo realizado por la productora, Acteon, que muestra algunos momentos del estreno:
No he vuelto a escribir más óperas, por ahora. Sí otros muchos espectáculos de gran formato a los que enmarco en la categoría de rito in musica. Pero desde hace un par de años algo se remueve dentro de mi pidiendo salir en forma de ópera; veremos por cuánto tiempo más puedo contenerlo.
Notas
- ^ Producido por ACTEON. Encargo del CGAC para la exposición Contos Dixitais. Música y libreto: DIANA PÉREZ CUSTODIO; Soprano: LORENA GARCÍA; Bailarina (en proyección): ELIA CORRAL; Dirección escénica: CLAUDIO ZULIAN; Realización vestuario: MARIEL SORIA; Ayudante de sastrería: OLALLA CALVO; Producción ejecutiva: MONTSE HERRERA; Asistente de producción: MARTA AGULLÓ.
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