Music of Changes fue una pieza para piano del célebre compositor John Cage, publicada en el año 1951. Dedicada a su amigo el pianista David Tudor, quien la interpretó el día de su estreno, esta pieza, junto con Imaginary Landscape nº4 (para 24 intérpretes con 12 radios, dos intérpretes por cada radio), supone un gran avance en el desarrollo de métodos compositivos aleatorios. Ambas comparten el hecho de componerse a partir de este tipo de procedimientos que tenían como base el texto del I Ching.
El I Ching se puede traducir como Libro de las mutaciones o Libro de los cambios, de ahí el título de la obra de Cage como Music of Changes. Pertenece a los Cinco Clásicos del canon confucionista junto con el Shujing (Libro de la Historia), Shijing (Libro de la poesía), Lijing (Registro del Rito), Chungqiu (Anales de Primavera y Otoño). Hay quien incluye el Yuejing (Libro de la Música) como sexto clásico).
Este texto ancestral (se comenzó a redactar antes del 1200 a.C.) fue aumentando durante la dinastía Zhou (1046 a.C.-256 a.C.) por comentarios confucionistas. Su contenido original, sin embargo, no podríamos situarlo dentro de la corriente confucionista, si no taoísta. Podemos encontrar entonces tres principales fuentes del I Ching: el texto del emperador Fuxi (2400 a.C., emperador del cual su individualidad histórica es difícil de distinguir de su figura mítica y legendaria: a él le es atribuida la invención de la pesca, de la escritura y de la caza), los de rey Wen y su hijo el duque de Zhou (1100 a.C.), los de Confucio y sus discípulos (500 a.C.).
John Cage recibió una copia del I Ching de su alumno Christian Wolff, procedente de una familia de inmigrantes europeos que había huido de Europa al ascender el fascismo a las esferas de poder. Esta familia ayudó a fundar Pantheon Books, editorial de la cual salió la traducción de The Book of Changes que impresionó a Cage. Este texto se convirtió en la base de su método compositivo a partir de entonces. Para emplear el I Ching el intérprete recibe un número aleatorio, originalmente mediante tallos de milenrama (planta también conocida como perejil bravío), pero actualmente es más común realizarlo mediante monedas o dados. Este número se corresponde con una línea, que puede ser fuerte (yang) o débil (ying). Cuando son obtenidos seis números, se obtiene un hexagrama. En el I Ching se pueden observar los 64 hexagramas diferentes posibles. Cada uno de los hexagramas tiene un significado distinto: si uno obtiene el hexagrama lin significa aproximación, si uno obtiene el hexagrama feng significa abundancia.
Cage adaptó este antiguo método de utilización del I Ching a la composición musical. Para ello son necesarias tres monedas. Tres monedas lanzadas de una vez pueden producir cuatro posibles figuras: tres caras, una línea discontinua con un círculo; dos cruces y una cara línea continua; dos caras y una cruz, línea discontinua; tres cruces, línea continua con un círculo. Respecto al I Ching en el lanzamiento puede dar lugar a 8 trigramas distintos: chien (cielo) línea continua tres veces; tui (lago) línea discontinua, línea continua, línea continua; li (fuego) línea continua, línea discontinua, línea continua; chen (trueno) línea discontinua, línea discontinua, línea continua; sun (viento) línea discontinua, línea discontinua, línea continua; kan (agua) línea discontinua, línea continua, línea discontinua; ken (montaña) línea continua, línea discontinua, línea discontinua; kun (tierra) tres veces línea discontinua.
Si con nuestras tres monedas realizamos dos tiradas por cada moneda (es decir, 6 tiradas en total) nos proporcionaría dos trigramas, de cuya unión surge uno de los 64 hexagramas. Si saliera cruz, cara, cruz, cruz, cruz, cara nos toca el hexagrama 3 de este gráfico que significa chun “Dificultad Inicial”, formado por el trigrama superior de ☳ (con al que corresponde de ideograma -chanzi- de chien 震 “Trueno” y el trigrama inferior ☵ (que corresponde al ideograma de kan 坎 “Agua”). A este hexagrama se le vincula el siguiente dictamen:
La Dificultad Inicial obra elevado éxito.
Propicio en virtud de la perseverancia.
No debe emprenderse nada.
Es propicio designar ayudantes.
Los hexagramas se vinculan con cada uno de los gráficos chen-chen (hexagrama uno; 6 líneas rectas) se corresponde con dos líneas continuas con dos círculos (recordemos que en el gráfico tres caras equivalían a línea recta con círculo). En el caso del anterior ejemplo, chien-chan, tenemos dos líneas continuas (dos veces dos líneas continuas con una línea discontinua).
Cage vinculaba entonces cada uno de los 64 hexagramas resultante Cage a un gráfico que tenía el mismo número de elementos: dedicaba uno a la superposición (la superposición indica el número de eventos musicales que acontecen en un único espacio estructural), uno al tempo, las duraciones dependiendo del número posible superposiciones, ocho al sonido, ocho a la dinámica. Los gráficos de tempo y superposiciones no se cambian en toda la obra. Los gráficos de sonidos 32 (la mitad) son silencio. Los sonidos de altura indeterminada se pueden usar libremente, mientras que tenemos doce sonidos de altura determinada. En la duración tenemos 64 elementos porque el silencio también dura. En los gráficos de dinámica solo 16 números producen cambio, mientras que el resto mantiene la anterior intensidad. Los gráficos del silencio hay 64 elementos, porque el silencio también dura. En los gráficos del tempo tenemos 32 elementos, los otros 32 mantienen el tempo anterior.
Como podemos comprobar los antiguos procedimientos oraculares de la tradición espiritual China permiten a Cage desarrollar formas de composición aleatorias a través de su particular reinterpretación y actualización, dando lugar así a la liberación de los sonidos respecto a la teleología (de un sentido final a partir del cual se organiza toda sonoridad) y a la subjetividad (el compositor deja de ser el genio romántico que trata de expresar su mundo interior a partir del sonido; si no que se pretende que el sonido se muestre desde sí mismo), desembocando en un “panteísmo sonoro” (como dice el filósofo Eugenio Trías en su El Canto de las Sirenas) en el que cada sonido por sí mismo posee un carácter sagrado.
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