Como es habitual en esta sección, Diana Pérez Custodio nos habla sobre una obra suya, en este caso Hebras del aire, para quinteto de viento, encargo del CDMA.
Algunas veces hay momentos en la vida en los que el tiempo se detiene. Voy a escribir hoy sobre uno de esos momentos y sobre cómo su intensísima vivencia ha permeado en mis obras hasta el día de hoy… y eso que hace ya veintisiete años que se produjo. Confieso que no pasó nada especialmente llamativo; iba sola conduciendo desde Granada a Málaga, una tarde de la primavera de 1996. Esa primavera estaba siendo muy dura. Yo había perdido a mi padre a finales de febrero, y un mes después había estado a punto de morir por causa de un embarazo ectópico. En pleno proceso de recuperación de ambos acontecimientos me encontraba buscando el camino de salida, perdida por esa especie de laberinto de espejos rotos que es el dolor.
Paré el coche para descansar un poco y contemplar la puesta de sol. Y entonces ocurrió; el tiempo se remansó en un trance dulce y sereno. Nada mejor para explicarlo que las palabras que escribí justo después:
Estoy sentada en el tiovivo quieto de nubes.
(Grises, en cascada)
A lo lejos, las plataformas minerales escupen buches de polvo amarillo.
Mientras yo amaso las hebras del aire con mis pies,
mi corazón se eleva y se vuelve del mismo color que dios.
Unos meses después Esperanza Abad estrenaba en el Festival de Música Contemporánea de Alicante mi obra Quien canta sus penas en-canta[1], para voz y cinta. Casi al final aparece ese texto cantado en la cinta, culminando el proceso de superación de las penas que la pieza traduce en música.
En 2003 recibí el encargo de escribir un quinteto de viento para grabar un CD de Compositores Andaluces Contemporáneos por parte del CDMA. Fruto de ello nació mi obra Hebras del aire, que efectivamente fue grabada por los Solistas de Sevilla en 2006, y que no fue estrenada en directo hasta 2012 por el Grupo de Música Contemporánea del RCSMM dirigido por Sebastián Mariné. En el enlace podemos escuchar esa grabación de 2006, maravillosamente sensible y afinada.
He vuelto a utilizar en dos ocasiones esta música extática para expresar momentos sublimes de plenitud. La primera de ellas en mi Mashup 07: Piedras en los zapatos, de 2019. La segunda en mi espectáculo Gurnarkurkarkar, de 2020.
Mi proyecto Mashup[2] tiene ya siete piezas. Mashup 07: Piedras en los zapatos se estrenó en la Facultad de Música de la Universidad de las Artes de La Habana el 15 de mayo de 2019 por la performer Sonia Carillo. Esta séptima entrega de la serie funde y confunde fragmentos de mi obra 12 piedras.Ritual[3], que es en sí misma una reflexión sobre el dolor humano, con Hebras del aire, sobre la que termina aterrizando para descansar. La propuesta de este Mashup es muy clara: todos podemos hacer algo por trascender aquellos impedimentos que nos dificultan avanzar en la vida. Y esto resuena con el proceso de superación de las penas que yo planteaba en la obra de 1996.
Por último, al menos hasta ahora, Hebras del aire se sitúa casi al final (en el apartado correspondiente a la vía unitiva según la estructura general de la obra, éxtasis una vez más) de Gurnarkurkarkar[4], un espectáculo dedicado a Remedios Varo y construido en parte, como mis Mashup, con materiales de acarreo de mi pasado musical.
Hebras del aire es una pieza sencilla, absolutamente exenta de virtuosismo a pesar de su dificultad para mantener un intervalo desnudo de quinta afinado permanentemente entre los timbres tan personales que integran el quinteto de viento clásico. No pretende más que reflejar un momento. Porque sólo era un momento, una tarde de primavera con el aire cargado de olor a hierba nueva y de promesas. Un momento que se filtra en el alma alimentando cuatro obras y que para mí siempre será eterno.
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