Entrevistamos a Laura Farré Rozada, pianista, matemática e investigadora catalana, que trabaja actualmente en la segunda parte de su debut discográfico iniciado con The French Reverie, un recorrido por la música de nuestro tiempo con epicentro en obras de autores franceses.

Xavier Grau
1 julio 2020
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Laura Farré

Jonny Enfoco

La pianista catalana que propone la revisión de la música contemporánea para piano, trabaja en la segunda parte de su exitoso álbum de debut. Con The French Reverie, editado con el apoyo de 208 micro-mecenas de 28 países, ha acreditado su tarjeta de presentación como intérprete en Europa, Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, su talento necesitaría tres más de estas tarjetas: como música, como matemática y como investigadora. Nuevo disco, una tesis doctoral sobre cómo retener las partituras de música post-tonal desde las matemáticas y la recuperación de la obra de compositoras olvidadas centran hoy toda la energía de esta mujer que abandera una legión de nuevos adeptos al piano contemporáneo. Busquen sus conciertos y anoten su nombre en su agenda. Y, en observaciones, algunas de sus influencias: Martha Argerich, Ada Lovelace y Mileva Maric. ¡Ah! Y Miles Davis.

Xavier Grau: ¿Qué une la música y las matemáticas?

Laura Farré Rozada: Las matemáticas son el esqueleto de la música. Cualquier parámetro musical tiene su razonamiento y formulación matemática detrás. En mi opinión, hay tres grandes bloques para clasificar las conexiones entre la música y las matemáticas.

X.G.: Cuénteme.

L.F.R.: El primero consiste en las matemáticas como fundamento de la música: por un lado a nivel teórico; y por el otro, a nivel físico. Cómo ideamos la música para que sea tal y como la entendemos; y cómo y en qué condiciones la ejecutamos. En segundo lugar, las matemáticas como herramienta creativa. Qué recursos y estructuras musicales son posibles gracias a la implementación explícita de las matemáticas.

X.G.: ¿Cuáles son?

L.F.R.: En este punto creo que es importante remarcar que las matemáticas deben ser un medio y no el fin. Finalmente, las matemáticas como estructura abstracta que permite organizar las ideas musicales.

X.G.: ¿Qué es la música matemática?

L.F.R.: La música es una matemática intuitiva. Ya lo decía Leibniz: 'La música es un ejercicio aritmético inconsciente de la mente'. Pero más allá de esta característica implícita, hay compositores que han utilizado las matemáticas conscientemente. Algunos, cómo Ligeti, encontraron en las matemáticas conceptos y paradojas para estimular su creatividad; otros, cómo Xenakis o Babbitt, consideraban las matemáticas como una técnica más para componer.

X.G.: ¿Dónde colocamos a Bach?

L.F.R.: Es difícil determinar qué música es más matemática que otra. Un ejemplo claro es la música de Bach, perfectamente estructurada a partir del contrapunto, y que desde una perspectiva matemática, se podría describir como el arte de la simetría. A la vez, es una música increíblemente espiritual y expresiva, lo cual indica que el término 'música matemática' no tiene por qué ser una connotación negativa.

X.G.: ¿Todo el mundo puede acceder a su complejidad?                   

L.F.R.: Tal y cómo afirmaba Pierre Bourdieu en El Sentido Social del Gusto, hay que proporcionar los códigos adecuados al público general para que pueda entender y apreciar el arte.

X.G.: ¿Tenemos cerebros de ciencias y cerebros de letras?

L.F.R.: Nunca he creído en esta división. Es verdad que hay múltiples inteligencias y que cada cerebro las combina de forma diferente. Howard Gardner ha dedicado su vida a demostrar esa teoría. Considerarnos a nosotros mismos como de ciencias o letras puede ser autolimitante, y hacernos creer que no tenemos ciertas capacidades. No veo ninguna ventaja en eso.

X.G.: ¿Qué la sedujo primero: matemáticas o música?

L.F.R.: Empecé a estudiar música de muy pequeña, así que esta ha sido una compañera de vida. La pasión por las matemáticas se desarrolló más tarde. Cuando llegó el momento de elegir carrera universitaria, me di cuenta de que no podía dejar de lado ninguna de las dos, puesto que reflejaba mi forma de pensar a muchos niveles. A lo largo de mis estudios, las conexiones que fui descubriendo terminaron por convencerme que esta dualidad también tendría un peso muy importante a nivel profesional.

X.G.: ¿Cómo organizó sus estudios? ¿Tuvo que abandonar España para progresar?

L.F.R.: Fue realmente difícil y desafiante, puesto que entonces la ESMUC (Escola Superior de Música de Catalunya) y la UPC (Universitat Politècnica de Catalunya) no reconocían la posibilidad de poder cursar la carrera de piano clásico y la de matemáticas simultáneamente.

X.G.: ¿Y eso?

L.F.R.: Ambos son estudios muy exigentes que requieren dedicación completa, mucho esfuerzo y sacrificio. Aun así, conseguí sacarlo, y pude seguir abriéndome camino combinando ambas. Pero para poder acabar de especializarme, primero en piano contemporáneo, y luego con el doctorado, tuve que marcharme al extranjero. En España no había la especialidad, y tampoco encontré una institución que acogiera mi doctorado en música y matemáticas en el campo de la interpretación.

Laura Farré

Jonny Enfoco

X.G.: ESMUC y UPC lanzan ahora el primer título conjunto de Música y Matemáticas.

L.F.R.: Para facilitar el desarrollo de los trabajos del futuro, tiene que ser posible compaginar carreras, por muy distantes que parezcan. La solución a un gran problema puede surgir de dónde menos te lo esperas.

X.G.: ¿Cómo aplicó estos conocimientos a su The French Reverie?

L.F.R.: En primer lugar, me permitió entender mucho mejor el repertorio. Gracias a mi método, lo memoricé mucho más rápido y con mayor convicción. Al final, esto se tradujo en confianza, creatividad y libertad para experimentar. Todo este proceso me ha permitido consolidar mucho más mi propuesta artística y ser mucho más contundente en mis interpretaciones.

X.G.: ¿El gran reto de la memorización?

L.F.R.: Uno de los problemas de la música contemporánea es que, al interpretarse con partitura, se pierde la conexión directa con el público: desde un punto de vista visual y también interpretativo. Las matemáticas me han permitido simplificar y sintetizar, con lo que he ganado mucha seguridad a la hora de comunicar.

X.G.: ¿Cuáles son las claves de su viaje por la música contemporánea?

L.F.R.: The French Reverie es un disco conceptual cíclico que relata la música francesa de los siglos XX y XXI. Quiero que el disco se desarrolle como un sueño para el oyente. El repertorio se centra en cuatro autores franceses: Escaich, Messiaen, Manoury y Dutilleux. Estos me permiten sintetizar dos pilares básicos a nivel histórico: la influencia de Messiaen y la Segunda Guerra Mundial.

X.G.: ¿Por qué ellos?

L.F.R.: Messiaen era un enamorado de las matemáticas. Para reflejarlo escogí una de sus obras de estudiante que ya refleja su perspicacia: el último de sus Preludios. También ejerció una gran influencia en la racionalización de la composición. Muchos lo seguirían, incluyendo su alumno Pierre Boulez. La sonata de Dutilleux es el eje principal del disco, y representa toda aquella tradición musical que Boulez censuró. Escaich, organista e improvisador como Messiaen, me permite explorar otra estética completamente diferente, y como Manoury, combina tradición y modernidad.

X.G.: ¿Cómo los complementan Ben-Amots, Järventausta y Djambazov?

L.F.R.: La obra de Ben-Amots es un tributo a las víctimas del Holocausto y me ayuda a contextualizar la sonata de Dutilleux, escrita justo después de la Segunda Guerra Mundial, y la Toccata de Manoury, resultado del nuevo rumbo que siguió la música después del conflicto bélico.

X.G.: Incluye también autores emergentes.

L.F.R.: La obra de Järventausta está muy influenciada por los efectos que utiliza Manoury con la resonancia de los armónicos al tener presionados acordes en el registro grave. Me permite proyectar las influencias presentes en el disco en una obra que fue encargada.

X.G.: ¿Cómo cierra el ciclo del disco?

L.F.R.: Hay un paralelismo entre la obra de Escaich y Djambazov , ya que ambos utilizan el mismo recurso: componen la obra basándose en una danza. En el primer caso, barroca; en el segundo, folklórica. Por este motivo, Escaich es la primera obra y Djambazov la última.

X.G.: ¿Con qué objetivo?

L.F.R.: Durante todo el disco, se combinan autores franceses y de otros países, el sueño consiste en mezclar esas culturas y que el oyente se deje llevar. Al final del viaje, con Djambazov, llegamos a una obra que implementa de forma diferente y con distintas influencias un recurso que ya hemos escuchado, y que enlaza con el inicio del disco. De esta forma, el oyente puede seguir escuchando el disco cíclicamente, porque el sueño nunca termina.

X.G.: Empieza en Francia pero recorre el mundo...

L.F.R.: La moraleja del disco es que no se puede explicar la música francesa ignorando sus influencias: ambas se retroalimentan. A nivel artístico, la voluntad es que el disco sea una experiencia visceral y estimulante para cualquiera que tenga ganas de descubrir este repertorio. No hace falta entender la música contemporánea para disfrutarla.

X.G.: ¿Qué tres palabras definen a Messiaen?

L.F.R.: Humildad, Misticismo, Grandeza.

X.G.: ¿A Dutilleux?

L.F.R.: Rebeldía, Originalidad, Pictórico.

X.G.: ¿Manoury?

L.F.R.: Estructura, Introspección, Pureza.

X.G.: ¿Escaich?

L.F.R.: Espontaneidad, Tradición, Virtuosismo.

X.G.: ¿Ben-Amots?

L.F.R.: Espiritualidad, Generosidad, Sencillez.

X.G.: ¿Djambazov?

L.F.R.: Pasión, Ritmo, Proximidad.

X.G.: ¿Faltan compositoras?

L.F.R.: Falta visibilidad. Durante siglos tuvieron que renunciar a su talento, cambiarse el nombre, o publicar a través de su marido o hermano. Las cosas están cambiando y cada vez tienen más voz, pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Algo en lo que quiero contribuir con mí segundo disco.

X.G.: ¿Quiénes componen para usted?

L.F.R.: Cualquiera que lo desee. Siempre estoy abierta a descubrir música y desarrollar nuevas colaboraciones. Pero sí que es verdad que tengo una cierta predilección por obras rítmicas y que me supongan un reto.

X.G.: ¿Qué referentes tiene en su trabajo como intérprete?

L.F.R.: Soy una gran entusiasta de Glenn Gould, especialmente por la gran originalidad de sus interpretaciones y elección de repertorio. María Callas y Martha Argerich también son dos personajes que admiro tanto a nivel personal cómo artístico. Grigory Sokolov y Daniil Trifonov son de los pianistas que más me han emocionado en directo. Aun así, uno de los personajes que más me fascinan por su capacidad de innovar y reinventarse constantemente es Miles Davis.

X.G.: ¿Como matemática?

L.F.R.: Mileva Maric y Alan Turing. Dos personajes con vidas muy difíciles e injustas. Sufrieron las consecuencias de ser incomprendidos y tuvieron la mala suerte de vivir en una sociedad que restringió la materialización de su talento.

X.G.: ¿Y cómo investigadora?

L.F.R.: Hipatia, Ada Lovelace y Matthew Walker.

X.G.: ¿En qué está centrado su doctorado?

L.F.R.: En consolidar un método de memorización de música contemporánea, que he desarrollado a partir de mi propia experiencia combinando música y matemáticas, para que pueda ser utilizado por otras personas. El objetivo es agilizar el proceso, disminuir el pánico escénico y prevenir lesiones en los músicos.

X.G.: ¿Cuál es la dificultad para encontrar auditorios y dar recitales?

L.F.R.: En una industria saturada por intérpretes excelentes pero que tocan prácticamente lo mismo, la clave para destacar es la originalidad. Los auditorios quieren garantizar público, y el público tener garantizado un determinado repertorio. Antes de ir a un concierto, el público ya sabe lo que va a escuchar.

X.G.: ¿Cómo organiza sus giras por países como EEUU? ¿Y Europa?

L.F.R.: Es una mezcla de mucho trabajo, flexibilidad, perseverancia, organización y acierto.

X.G.: De todos los elogios que ha recibido ¿cuál la impacta más?

L.F.R.:  “Has nacido para interpretar esta obra”. Especialmente, por ser George Crumb quién me lo dijo, después de tocar para él su música.

X.G.: ¿Qué crítica que le han hecho considera más injusta?

L.F.R.: “Si las chicas sacáis buenas notas, es porque trabajáis mucho, no porqué sigáis inteligentes”. Preocupante que este comentario lo hiciera un profesor universitario.

X.G.: ¿Va usted a poder vivir de este talento suyo?

L.F.R.: Me esforzaré al máximo de mis posibilidades para que así sea.

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