Zuriñe F. Gerenabarrena, natural de Vitoria-Gasteiz, recibió una educación musical amplia que ha conducido a una obra en la que explora posibilidades sonoras muy distintas y ámbitos de creación variados. Hablamos con ella sobre ese camino y sobre sus impresiones entorno al arte y el artista actual.
Sul Ponticello: Estudió con varios compositores desde su primer contacto con Carmelo Bernaola (a quien dedica algunas obras) y ha asistido a numerosos cursos. De entre todas, ¿qué experiencias recuerda con un cariño especial?
Zuriñe F. Gerenabarrena: Mis principales maestros fueron Carmelo Bernaola, con el que realicé mis estudios de composición en el Conservatorio Jesús Guridi de Vitoria y posteriormente con Franco Donatoni, en la Scuola Cívica de Milán, fueron tan importantes, porque de ellos aprendí el oficio de artesano desde una perspectiva amplia, profunda, que me permitió posteriormente crecer desde mi personalidad. Los años pasados en Italia, estuvieron llenos de descubrimientos, conocer y escuchar a Niccolò Castiglioni, Aldo Clementi, Salvatore Sciarrino o Mauricio Pollini, fueron impactantes, a la vez que descubrir a la compositora Kaija Saariaho y su música en el curso de Darmstadt, junto a experiencias como oír en vivo Persephassa de Xenakis y conocerlo, o escuchar en directo buena parte de la obra de Brian Ferneyhough. Posteriormente conocer a Gérard Grisey, tanto a él como a su música, creo que fue una de las grandes lecciones aprendidas. Pero ha habido tantas otras tan impresionantes junto al hallazgo de personas y músicas con las que he podido trabajar, así como experiencias con diferentes músicos en conciertos, que configuran un sustrato rico de influencias que perviven en mi música.
S.P.: Actualmente, compagina su trabajo como compositora con su labor docente. ¿Estas dos actividades se retroalimentan de alguna forma?
Z.F.G.: Si, en mi opinión, la docencia fomenta el intercambio de energía en diferentes direcciones, se sustenta sobre la curiosidad y el descubrimiento, avivado desde lo colectivo. Siendo el conocimiento, una vía donde indagarse desde diferentes fuentes y que nos golpea y nutre, en cada exploración. De igual manera, los interrogantes se trasfieren al momento de componer.
S.P.: En los conservatorios todavía hay muchas especialidades que no suelen incluir en sus programas de estudio la música de nueva creación. ¿Piensa que es labor de los/as compositores/as facilitar su acceso a los/as jóvenes intérpretes?
Z.F.G.: Es importante ayudar a entender lo desconocido para, reinterpretándolo, aplicar soluciones personales. Un eje formado por compositores/as e instrumentistas puede dar acceso a una formación crítica y abierta, permitiendo trabajar sobre una misma idea o material desde diversos criterios y puntos de vista.
S.P.: Y respecto a las nuevas generaciones de compositores/as, ¿a qué nuevos retos cree que se enfrentan?
Z.F.G.: Bueno, me parecen retos muy similares a otras épocas, aunque se hablen de diferentes generaciones. El reto de mostrar, hacerse escuchar, de que la propia música se interprete en las mejores condiciones y se exprese de la manera mas fiel. Quizás por la velocidad del presente, en la que estamos inmersos, establecer y mantener la propia producción, puede ser más difícil. Por otra parte, ese movimiento entre distintos circuitos, posibilita el acceso a diferentes plataformas y públicos en lugares cada vez mas accesibles y proclives al intercambio.
S.P.: ¿Suele compartir sus inquietudes y progresos en la composición con otros/as compañeros/as de gremio? ¿Cree que la conversación puede ser un motor importante para la creación artística?
Z.F.G.: Comparto mis pensamientos con mis amigos/as, que son buena parte músicos y desde luego que creo en la acción de conversar, sobre música o cualquier tema; es un hilo en el que encontrar y descubrirse, una manera de manifestarse desde distintos prismas. Además, la conversación como expresión de lo individual, nos mantiene alerta frente al ejercicio del diálogo y el respeto.
S.P.: ¿Existe alguna diferencia en la forma con la que aborda un encargo respecto a la de una obra que no lo sea?
Z.F.G.: En el encargo, generalmente, tengo en mente una fecha, un ensemble determinado, un proyecto límite, que acota el tiempo y las necesidades que conlleva, enmarca a los instrumentistas, el texto si lo hubiera, el espacio, las posibilidades técnicas disponibles… todo ello, son elementos que lejos de aprisionar, me ayudan a delimitar el material con el que trabajar, y así definir poco a poco el camino.
Cuando pienso en el instrumento/ensemble/electrónica para el que escribo, estoy pensando ya en el sonido personal del instrumentista, la relación como conjunto, en la voz o instrumento, su carácter; todo ello me ayuda a pensar y definir mejor lo que pretendo mostrar. Existe ya una colaboración o intercambio de ideas, que me impulsa en los pasos que van formando la música. Sin encargo, cuando compongo sin una fecha o dedicatario, las posibilidades se vuelven mas indefinidas, pudiendo llegar a reelaborar una idea al infinito y es ahí donde suelo dilatar la composición en el tiempo y es cuando me surgen las dudas ante los ilimitados caminos y soluciones.
S.P.: En su biografía menciona su interés inicial por la pintura y la música, aunque después se profesionalizara en la segunda. ¿Sigue dedicándole tiempo a la pintura? ¿Cree que su relación con la música a través de lo profesional ha cambiado mucho desde aquel interés compartido al principio?
Z.F.G.: Tengo una gran inclinación por el componente visual, dedico muy poco tiempo, menos del que yo quisiera, a (no sé si llamarlo así) pintar; en algunos momentos han emergido algunas imágenes para diferentes proyectos, por ejemplo en obras de animación o como elaboré hace años, para la portada del cd monográfico realizado por Sinkro Records. Pero generalmente, se mantienen como una acción en el estado original de juego.
S.P.: ¿Qué compositores/as le interesan del panorama musical actual?
Z.F.G.: Los compositores/as del entorno VascoNavarro, que creo que me parecen de un gran interés y nivel. Me interesa buena parte de mi generación de compositores/as del territorio nacional y sobre todo las nuevas voces, que hay muchas y de gran fuerza. Sobre los compositores/as internacionales, destacaría, de muy diferentes corrientes: K. Saariaho, Ch. Czernowin, S. Gervasoni, L. Lim,G. F. Haas, U. Chin, R. Saunders, F. Dhomont, B. Ferreyra, G. Gobeil, N. Barrett, E. Justel, A. Vande Gorne, W. Branchi, J. P Oliveira, T. Wishart, P. Kokoras. J. Harrison, R. Ikeda.
S.P.: La electroacústica ocupa una parte importante de su catálogo. ¿Cómo observa la relación de ésta con la actualidad de la creación, teniendo en cuenta que se han difuminado muchas fronteras respecto a los medios (nos referimos, por ejemplo, a cómo se ha hecho muy habitual la música mixta en cualquier contexto)?
Z.F.G.: Es verdad que estamos inmersos en una sociedad audiovisual, no solo me refiero a la esfera de conciertos, sino mas bien a los estímulos que nos rodean o mas bien diría, nos golpean, quizás dejar mas espacio al silencio sería un gran paso para llegar a una audiovisión atenta. Las fronteras como bien dices se han difuminado, así como los estilos o las etiquetas para nombrar las corrientes y músicas distintas, sobre todo cuando éstas contienen un componente electrónico.
Las herramientas tecnológicas ahora son de más fácil acceso, se han transformado en más intuitivas, ofrecen soluciones en la composición de manera más directa y casi simultánea, amplían las posibilidades sonoras, por lo que creo que tienen una gran atracción para ciertas mentes curiosas. Por otra parte, cada nueva generación camina en un proceso tecnológico global más amplio y junto al material, estas herramientas ofrecen un campo de experimentación fascinante difícil de eludir. Luego bien, cada uno será muy libre y sentirá la necesidad de utilizar o no la tecnología en sus obras. Cada obra nace en un entorno y con unas características determinadas, éstas pueden pertenecer a un género mixto, pueden transformarse para alcanzarlo, mutarlo o ser totalmente ajenas; esa pluralidad mantiene viva la diferencia de cada propuesta.
No se puede pensar sobre una obra como un rasgo positivo el hecho de que se desarrolle o sustente sobre un proceso tecnológico, la obra se presenta a sí misma con todo su valor, en cuanto reflejo de la idea de la autora/autor.
S.P.: Ha realizado algunas instalaciones y proyectos mixtos en los que colabora con artistas de otras disciplinas. En su opinión, ¿es este contacto entre diferentes manifestaciones artísticas un elemento importante en la creación del presente?
Z.F.G.: No sé si podría acotarlo a la escena actual. La colaboración entre artes, ciencia, pensamiento…, ha dado muy buenos frutos en todas las épocas. Siempre que he trabajado con otros artistas, ha sido una experiencia muy positiva, se han dado muchas situaciones que replantean nociones y verdades sentidas como inmóviles. La mirada del otro, en su diversidad, pone en interrogante mucho de lo que generalmente tomamos como evidente. Obliga a preguntarse sobre las soluciones o pilares que tomamos como certeros y así, la duda funciona como amplificador del estado de investigación. No me refiero tanto al material específico que cada artista aplica, sino al ideario, a las dudas planteadas o potenciales conclusiones que, al fluctuar, van enriqueciendo y ampliando la propia perspectiva y ayudan a pensar en nuevas elecciones por parte del artista.
S.P.: ¿Puede contarnos en qué proyectos está inmersa actualmente?
Z.F.G.: He terminado hace poco una obra para cuarteto con piano, dedicada al colectivo ESAS para dar visibilidad a las mujeres músicas, que se estrenará en breve. En abril presentaré una obra acusmática en el Festival Sonorities de Belfast, la Orquesta Sinfónica de Euskadi estrenará la obra encargo sobre el proyecto ELKANO y comienzo a trabajar en una nueva obra acusmática en torno a la voz.
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