Joan Gómez Alemany: ¿Qué experiencia y relación pedagógica o de enseñanza tienes con la improvisación formando, dando clase por ejemplo en la ESMUC, a diferentes músicos o ensembles?
Agustí Fernández: Yo he enseñado improvisación durante más de 20 años en la ESMUC, he dado seminarios por toda Europa y he formado parte de un programa de improvisación europeo que se llama METRIC, que incorpora la improvisación a todos los conservatorios europeos. Mi aportación a este programa, a la ESMUC, y cada vez que hago un seminario está basada siempre en mi experiencia personal. También evidentemente leo libros y escucho muchos discos y conciertos, pero todo lo que explico, lo que intento transmitir, son las experiencias que yo he vivido con otros músicos en otras situaciones, en muchos países muy diferentes. Entonces no soy en este sentido un ilustrado, aunque he leído todos los libros -incluso conozco a los que han escrito esos libros y a todos los músicos con quien he tocado- sino que intento transmitir mi experiencia como músico y no como un señor experto en la improvisación. Lo que busco es cómo puedo ayudar desde mi punto de vista a un músico que empieza o a un músico que ha empezado en la improvisación a desarrollar su talento y sus habilidades en este campo. Este es mi enfoque.
J.G.A.: ¿Cuál es tu papel como productor musical y editor, puesto que eres el director del sello discográfico Sirulita, y por qué piensas que es importante que los músicos como tú se dediquen a este campo?
A.F.: Sirulita nació simplemente para editar los discos míos que los sellos discográficos no estaban interesados en editar o que me daban plazos muy largos de edición: “Sí, esto nos interesa, pero para dentro de un par de años”, pero que yo quería sacarlos ya. Es así de sencillo, es muy básico. Entonces simplemente lo que he hecho es editar discos míos con gente con quien he tocado, que creo que son todos músicos muy válidos. También he grabado muchos solos de jóvenes músicos, gente que por edad podrían ser mis hijos, simplemente para ayudarles a posicionarse en el panorama musical, porque cuando tienes un CD a solo es más fácil acudir a festivales, a programadores, a periodistas y que tengas más visibilidad. Entonces yo he apostado por una serie de gente que en su momento no eran nadie, eran desconocidos, yo los conocía porque habían sido alumnos míos o me había relacionado con ellos de alguna manera, y creía que dada mi posición podía ayudarles. Y a partir de allí pues cada uno ha hecho su carrera.
J.G.A.: ¿Cómo te iniciaste en la libre improvisación, ya que fue hace tiempo y no era una música tan conocida y difundida como es ahora? ¿Cuáles han sido tus contactos internacionales con músicos de todo el mundo en los que has colaborado y que eran de generaciones más tardías como Derek Bailey, Evan Parker, Barry Guy, etc.?
A.F.: Bueno, yo toda la vida he improvisado, tengo que empezar por ahí. Recuerdo que cuando era adolescente y tocaba en grupos de rock, la parte que más me interesaba de las canciones era la improvisación. Lo demás eran cuatro acordes y una letra melancólica, tipo “me ha dejado la chica” y no sé qué más, y a mí todo esto me aburría mucho. Pero cuando venía el solo del guitarrista o del pianista, o de quien fuera, era cuando me lo pasaba bien. Quiero decir con ello que la improvisación siempre me ha interesado. Lo que pasa es que poco a poco me fueron interesando menos las formas tradicionales de estructuras o maneras de tocar que, bueno, ya las había hecho. La verdad es que está muy bien hacerlo en un preciso momento, pero mi vida siempre ha sido un camino hacia adelante y en el momento en que encontré la improvisación, yo empecé a improvisar sin saber que estaba improvisando, simplemente tocaba más música de la que tenía escrito en el boceto/partitura. Igual era una página me podía durar 20 minutos, y yo no sabía que estaba improvisando. Hasta que un día fui a la Bienal de Tesalónica, donde me dieron el primer premio en el año 80 y pico, y alguien ahí en la tele que me entrevistó dijo: “Es que te pareces mucho a Keith Jarrett”. Y yo dije: “¿Quién es Keith Jarrett?” (Yo no tenía ni idea de qué estaba haciendo Keith Jarrett, su nombre me sonaba únicamente como músico que había estado en una de las formaciones de Miles Davis) Y me dijo: “Sí, sí, aquel disco del concierto de Colonia donde improvisa todo el rato. Pues hace lo mismo que tú”. O sea, que en este sentido quiero decir que toda la vida he improvisado, era un completo ignorante y luego me fui dando cuenta de que no era el único que hacía esto, que había gente que lo hacía desde mucho antes que yo y que lo hacía mucho mejor. Gente como los nombres que tú has mencionado: Derek Bailey, Evan Parker, Barry Guy, Peter Kowald. Luego toqué con ellos, fueron mis amigos, con ellos he hecho discos y fueron los que me incorporaron a la corriente principal de la improvisación.
Agustí Fernández dirigiendo al CIM.CS = Amadeu Marin (guit), Jesús Gallardo (perc), Joan de Ribera (teclado), José Ángel González (cantante), Josep Lluís Galiana (sax), Miquel Àngel Marín (cl), Santi Mabad (cl b)
J.G.A.: ¿Crees que la libre improvisación se ha extendido mucho en los últimos años? ¿Crees que todavía se necesita difundir más? ¿Conoces a una generación joven que esté haciendo un buen trabajo y practicando esta música y haciéndola evolucionar?
A.F.: !Oh! Muchas preguntas a la vez. Para responder a la última: yo creo que hay cada vez más gente joven que se dedica a la improvisación y evidentemente cada uno aporta su conocimiento, su experiencia y su visión de lo que tiene que ser la improvisación. Y esto es básicamente lo que debería ser la música. No ir por patrones cerrados y estereotipados, sino que cada uno descubra lo que más le gusta, y en el mundo de la improvisación lo mismo. Pues eso, a unos les gusta más de esta manera o de la otra, o más a la inglesa o más a la americana. Sobre gustos no hay nada escrito.
Yo creo que sí que se ha extendido en los últimos años. Cuando yo empecé la música improvisada no existía prácticamente en España. Luego ya a partir de finales de los 90, y principios del 2000, empezó a tener una difusión en Barcelona, y también en Madrid. Poco a poco a partir de estos años salió más gente que improvisaba y se ha ido normalizando una cierta situación de que hay un sector que es el de los músicos improvisadores. Así como hay un sector que se dedica a la música clásica contemporánea, hay otros que se dedican, no sé… a la salsa puertorriqueña... Pues la improvisación ya es un sector musical normalizado. ¿Qué pasa? Que este sector es muy precario, hay muy pocos sitios donde se toca, la gente no puede vivir de ello, y entonces todo el mundo se tiene que buscar la vida de otra manera, que de hecho es más o menos lo que hemos hecho todos. O te dedicas a dar clases o te dedicas a tocar en orquestas clásicas o en grupos de folk o lo que sea para ganarte la vida, y de paso haces improvisación por tu cuenta. Y esto siempre ha sido así, ahora tampoco es ninguna novedad.
Lo que pasa es que ahora hay más improvisadores. La cosa es más difícil en este sentido de ganarse la vida, pero sí que es verdad que, al haber más gente, hay más conexión, pasan más cosas, hay más influencias entre unos y otros, se toca más y la gente ya lo ve como una cosa normal.
J.G.A.: Dentro de tu discografía con muchísimos CDs hay una multitud de estilos y tipos de músicas, que van de la libre improvisación como eje principal, pero también podemos encontrar el jazz, el flamenco o la recreación o arreglo de música popular o folclórica como en el disco llamado El Laberint de la Memòria. ¿Nos podrías explicar cómo compaginas esta variedad de músicas, encuentras diferencias entre ellas, para ti todas son similares, etc.?
A.F.: Yo creo que todas estas cosas que has dicho tú son enfoques diferentes de la música, pero al final, todo eso es la música que yo quiero hacer, y yo soy una persona muy abierta, que se involucra en muchas cosas y entonces no me importa hacer un disco de un estilo o con una formación, y otro con otra formación y otro estilo. Si la música es buena y los músicos con quien voy a tocar son buenos, pues yo siempre me apunto, no tengo ningún problema. Cuando era joven tuve que hacer varios trabajos con músicos de pop de la época, en los años 70-80, para ganarme la vida, yo no reniego de aquella época, estaba muy bien, eran gente muy buena, que me enseñaron un tipo de música que yo no conocía y un tipo de circuito al cual yo era ajeno. Hoy en día me dedico el 80-90% a la libre improvisación, pero también es verdad que soy el pianista de la London Jazz Composers Orchestra desde hace 10 años. Yo no lo he elegido, sino que el director, Barry Guy, me dijo: “Oye, que se me jubila el pianista. ¿Quieres ser tú el próximo?”. Y yo dije: “Barry, no soy de Londres, ni jazzista, ni compositor”. “Sí, sí, pero eres el pianista ideal”. “Bueno, pues vale”. Y llevo 10 años con ellos. ¿Por qué? Porque la música es fantástica, y estoy rodeado de unos compañeros que son muy buenos y con los cuales me lo paso muy bien en cada concierto que hacemos. Hace un par de años se celebró el 50 aniversario de la London Jazz Composers Orchestra y hemos tocado por toda Europa y la verdad es que me lo he pasado muy bien. ¿Que es una música más jazzística, tipo Big Band? claro, evidentemente. Bueno ¿y qué? También hay música de este tipo que es muy buena, y yo no reniego de ella. En general, si la cosa a mí me atrae, me gusta, y veo que yo puedo aportar algo relevante, para mí no hay ningún problema. Y con los demás estilos que has dicho, me pasa lo mismo. Yo puedo acompañar a un cantante o puedo hacer una cosa más tradicional, si el cantante o la persona que haga un estudio tradicional, me interesa. Y puede interesarme cualquier gente mientras toquen bien y estén 100% seguros de lo que hacen. Yo ahí estoy con ellos, no hay problema. En este sentido yo soy un músico profesional.
J.G.A.: Como músico completo que eres, la improvisación no es sólo el único interés tuyo, sino también estudiaste composición y has colaborado estrechamente con algunos compositores como Hèctor Parra en los diversos proyectos llamados FREC. ¿Nos podrías hablar de estas experiencias tuyas o cuáles son tus intereses más allá de la improvisación estricta?
A.F.: Eso también viene de muy atrás. Cuando acabé la carrera de piano yo lo que quería hacer era música contemporánea y recuerdo que mi profesor de piano me dijo: “Sí, vamos a empezar con Ravel”, y yo le dije: “No, música contemporánea”, y dijo: “Sí, Ravel es contemporáneo”, y yo le dije: “Será tuyo, porque…” [risas]. Entonces me quedó esta espinita de que yo quería tocar la música que se hacía en aquel momento. Esto es lo que le dije al profesor: “Ravel es de hace un siglo y ahora se sigue tocando, eso está muy bien, muy bonito, pero yo quiero saber qué hacen los compositores de hoy en día”. Entonces conocí al compositor Joan Guinjoan y me dijo: “Bueno, si te interesa la música contemporánea ves a Darmstadt, que es uno de sus centros de difusión y tienen una escuela de verano”. Entonces fui allí y descubrí a Ferneyhough, a Steve Reich, a mucha más gente que yo no conocía y acabé tocando obras suyas en ese curso de verano. Creo que fue unos pocos años antes que había ido a un seminario con Iannis Xenakis en Aix-en-Provence (Francia), y desde entonces me hice alumno de Iannis Xenakis. ¿Por qué? Porque la música contemporánea me ha interesado siempre y la he seguido más o menos, tampoco al 100% como los especialistas, pero sí que la he seguido y sé quién es Arvo Pärt y sé quién es… Bueno, casi todo el mundo. He hablado con Ligeti, con Luigi Nono, he hablado con muchos compositores que para otros son solo nombres y para mí han sido personas que yo he tenido delante y con quien me he podido comunicar, que me han explicado por qué hacían esta música, por qué este compás es así. Yo recuerdo a Xenakis diciéndome: “Este compás es así por esta razón (la que fuera)”, y yo le dije: “¿No crees que sería mejor si lo tocara así?”, y Xenakis me dijo: “No, porque así como dices tú se rompe la regla matemática que hay detrás de la composición”. Y yo: “Ah, vale”.
A mí me interesaba esta relación compositor-intérprete y no que solo sea una cosa que viene del pasado y que es intocable. Otros compositores sí que me han dejado jugar más con las partituras. Por ejemplo Hèctor Parra, que ha hecho una partitura que está muy delimitada, pero que deja un cierto margen de libertad de interpretación. Entonces ahí todo depende. Toqué Stockhausen, una de las Klavierstücke y aquello es aquello. Es decir, o tocas lo que está fijado en la partitura o no lo tocas. En cambio, hay otras piezas que son más libres. A mí toda la música me llega, y este es el único principio que he tenido siempre, que la música me llegue y me interese. Yo quiero tocar esto, yo quiero trabajar con este compositor o yo quiero tocar la música de este otro. ¿Por qué? Porque un día lo escuché y me atrapó y ya está. Es así de sencillo, no es porque hago un estudio de lo que hay que tocar hoy en día, no. Un día escucho algo por la radio, por la tele o en un concierto y digo: esta pieza me ha encantado, voy a investigar más. En este sentido soy muy autodidacta.
J.G.A.: Por último ¿Crees que hay diferentes corrientes o estéticas en la libre improvisación libre, y en caso afirmativo, te gusta más algunas de ellas?
A.F.: Sí, hay muchas corrientes, claro, piensa que desde que empezó la improvisación libre pues llevamos ya 55 años o así. De la improvisación que empezó en Inglaterra y Alemania en aquella época (con Derek Bailey, Evan Parker, Peter Kowald, Alexander von Schlippenbach, etc.), toda esta generación, ahora tendrían 80-90 años. Claro, han pasado muchas cosas desde entonces y sobre todo este tipo de música se ha difundido por todo el mundo y en cada país se ha adaptado a la idiosincrasia y a la manera de entender la música que tienen ahí. Entonces, sí que hay corrientes, los ingleses tocan de una manera, claro. ¿Porqué? Porque llevan 50 años haciendo esto y hay varias generaciones, como cuatro diferentes, que están haciendo esta música. En Alemania tocan diferente, y los americanos, que están muy influidos por el movimiento del free jazz, evidentemente tienen otro lenguaje. Improvisan, pero de otra manera. Los japoneses lo hacen de otra manera, y también los nórdicos, cada uno lo hace a su manera. Yo creo que en España hoy en día también improvisamos de una manera muy concreta y en Europa se están empezando a dar cuenta. Por esto hay sellos discográficos, por ejemplo, en Polonia o en Alemania, que editan muchos discos de músicos españoles, porque ven una diferencia, una característica hispánica especial. Ellos dicen que lo que hacemos los españoles es diferente de lo que hacen los polacos, franceses, etc. A nosotros nos cuesta más verlo porque como estamos metidos en el ajo, pues vamos haciendo, vamos tirando, pero desde fuera, para los que tienen una visión más distante, lo nuestro se ve como exótico: “Ah, mira, la improvisación española”, “Sí, sí, que son tal y tal y tal, que son muy apasionados, son muy no sé qué…”. Claro, evidentemente nos ven diferentes a los nórdicos [risas] y esta diferencia se refleja en la música. Pero aunque hay geografías diferentes, países diferentes, maneras diferentes de hacerlo, la base siempre es la misma. Empezar a tocar improvisando [libremente] significa que no tienes un guión previo, que no tienes a nadie que te dirija, nadie que te diga lo que tienes que hacer, sino que tú subes al escenario y decides lo que quieres hacer en aquel momento.
J.G.A.: Pues moltíssimes gràcies Agustí por aceptar la entrevista aquí en Castellón gracias a la invitación del Col·lectiu d'Improvisació Musical de Castelló (CIM.CS) y todo un placer.
A.F.: Muchas gracias, ha sido un placer.
Para escuchar en directo la entrevista y ver más fotografías, aquí:
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