Siguiendo con esta muestra de lo acontecido en las pasadas ediciones del Festival TSONAMI, Bárbara González Barrera nos habla de su pieza Acción #39, presentada en diciembre de 2016 dentro del contexto Estrategias de producción/exhibición | Acciones sonoras, de este interesante ciclo chileno dedicado al arte sonoro.

Bárbara González Barrera
1 diciembre 2019
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Acción #39 - Bárbara González Barrera

El recorrido de esta acción se concentró en el cerro Panteón de Valparaíso, en dirección hacia el Cementerio nº2, ubicado aproximadamente a 60 metros de altura y a 500 metros de distancia con respecto al plan de la ciudad.

Inmersa en este contexto, según ciertos puntos de referencia y utilizando mi cuerpo como instrumento móvil, caminé subiendo el cerro, transmitiendo simultáneamente el sonido amplificado de mi frecuencia cardíaca a una audiencia que se encontraba en el cementerio, a cierta distancia de mi posición.

Mientras mi pulso se incrementaba por la actividad física, anduve por aproximadamente diez minutos hasta llegar arriba, al lugar de encuentro, donde recién fue posible develar el origen de la sonoridad. Mi intención, compenetrada con la pendiente del cerro, era revelar la conexión geográfica-corporal-sonora de esta experiencia, como una peregrinación que exteriorizara los sonidos del accionar del cuerpo. En esta búsqueda de conexión planetaria emergieron datos invisibles de nuestra vida cotidiana, transformados en momentos latentes.

Una vez junto al público, emplazada ya en la arquitectura del cementerio y disminuyendo paulatinamente mis pulsaciones, comencé a activar diferentes rincones, mezclando lo que traía conmigo en y desde mi cuerpo con otros artefactos.

Esta mixtura de componentes acoplados los defino como “ensamblajes sonoro-visuales”, donde la composición permeable, desde la materialidad de objetos de diferentes procedencias y conectada con el cuerpo y el lugar, es fundamental para la transmisión de energía activadora.

Acción #39 - Bárbara González Barrera

Sumergiéndome en uno de estos ensamblajes me remito a mi cuerpo y a mi voz retumbando en el cementerio:

Allí, utilicé mi pulso cardíaco para tocar una caja de batería desensamblada como membrana amplificadora de lo aparentemente imperceptible, para transmitir el interior del cuerpo hacia el exterior, por medio de una radio análoga (que también contiene sus propios ruidos internos de funcionamiento, acumulados por muchos años y que, impregnados de humanidad, se resisten a desaparecer). Entre acoples marchantes provocados por latidos e interferencias, retumbaron como experiencia viva ciertos rincones del cementerio. Entre inhalaciones y exhalaciones, entre cuerpos y pálpitos, se escucharon mis gritos de mujer hacia el mar y hacia la tierra, trastocando nexos entre lo vivo y lo muerto; comunicando hacia otras direcciones, entre otras dimensiones y tonos de misterio poético.

Esta intervención es la nº 39 de Acción Rizoma, trabajo de largo alcance que, desde el año 2006 hasta la fecha, investiga un devenir de ensamblajes en movimiento en torno a la conexión sonoro-visual-corporal sin jerarquías. Cada lugar activado es un detonante que cuestiona y remueve el ambiente, distorsionando la manera habitual de percibir.

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