En este texto Diana Pérez Custodio nos describe una obra compuesta en 2016 como teatro musical en colaboración con Elena Montaña (mezzosoprano), Pilar Rius (guitarrista) y Jesús Barranco (actor).
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En un artículo anterior, “Transcendiendo la fábula”[1], publicado por Sul ponticello hace ya siete años, describí someramente mi espectáculo 12 Piedras. Ritual como el punto de partida de toda una andadura creativa muy personal fundamentada en el concepto de rito in musica. Básicamente, era un ritual sobre el dolor estructurado según un compás de siguiriya hipertorfiado. Durante su proceso de ensayo todas las implicadas experimentamos una considerable dosis de sufrimiento derivada de una temática tan terrible y de una forma de abordarla bastante inmersiva. Varias veces alguna de mis compañeras me sugirió que era necesario que, cuanto antes, yo compusiese la otra cara de esa moneda que estabamos experimentando, es decir, un espectáculo sobre el placer; era el año 2009, y yo siempre les repondía que, en aquel momento de mi vida, era del todo incapaz.
Pasaron algunos años y se cruzaron en mi camino tres personas muy especiales que (las cosas del destino) estaban trabajando juntas sobre la introducción del humor en la música escénica contemporánea: Elena Montaña (mezzosoprano), Pilar Rius (guitarrista) y Jesús Barranco (actor). Me contactaron para componer un espectáculo de gran formato en esta línea tan poco explotada hasta el momento y, tras una maravillosa tormenta de ideas, decidí que había llegado la hora de componer esa obra sobre el placer que, ahora sí, por fin me encontraba preparada para abordar; era el año 2015. Y así nació 12 Sabores. Ritual, que di por terminada en una fecha significativa: la tarde del 31 de diciembre de 2016.
Parir 12 Sabores. Ritual supuso un enorme reto para mi, pues combinar la densidad de un tema tan profundo como el aprendizaje del placer con la ligereza de un espectáculo humorístico en el que se busca, sobre todo, la alegría cortocircuitaba a menudo mis entrañas. Pero todo el equipo nos propusimos firmemente que, pasase lo que pasase, este espectáculo sólo merecería la pena si disfrutábamos plenamente de cada segundo del proceso. Y así ha sido, empezando por los ensayos y culminando con su estreno, cocinado a fuego lento y largamente demorado hasta este pasado 28 de julio de 2021[2].

Luis G. Marín
Usando 12 Piedras. Ritual como espejo fundamenté estructuralmente la obra en un compás de alegrías hipertorfiado, que también consta de 12 tiempos (secciones) pero con una distribución de acentos diferente, en este caso similar en lo básico a la de la soleá o la bulería. Al igual que en 12 Piedras había una introducción abierta durante la entrada de público, que si en aquella consistía en los típicos ayeos previos a una siguiriya en esta utilizaba el tirititrán que precede a las alegrías flamencas. Voz, guitarra eléctrica y acción con electroacústica (esta vez pregrabada y sin sensores) van recorriendo el camino del placer a través de los elementos de la naturaleza puestos en paralelo con las fases del proceso creativo humano:
- INTRODUCCIÓN (Tiritirán)
- INFIERNO-PREPARACIÓN (Nudo de partida)
- TIERRA-INCUBACIÓN (Aprendizaje del placer físico)
- FUEGO-INTUICIÓN (Aprendizaje del placer espiritual)
- AIRE-EVALUACIÓN (Aprendizaje del placer intelectual)
- AGUA-ELABORACIÓN O IMPLEMENTACIÓN (Aprendizaje del placer emocional)
Y como doble columna vertebral dos cuestiones muy diversas: por una parte, la deconstrucción de un mensaje terrible escrito en uno de esos cuadros memento mori[3] del barroco español (Mira que te has de morir, mira que no sabes cuándo; mira que te mira Dios, mira que te está mirando) y, por otra, la elaboración en directo de unas patatas a lo pobre con una receta (incluída en la partitura) de 12 ingredientes: Aceite de oliva, cebolla, ajo, patatas, sal, laurel, cominos, pimentón, pimienta, vino blanco, agua y huevos.
Como resultado de todo una peculiar mezcla que puede degustarse a niveles muy diferentes según cada receptor, que finaliza con el reparto del guiso entre los asistentes y que, sin lugar a dudas, he tenido el privilegio de incluir entre las más nutritivas experiencias que atesoro.
Notas
- ^ https://3epoca.sulponticello.com/transcendiendo-la-fabula/
- ^ A cargo de sus dedicatarios, con el diseño de escenario de Pepe Miñarro y de luces de Patricia Gea, en el Centro Cultural María Victoria Atencia de Málaga y con el apoyo de la Cátedra de Flamencología de la UMA y de la Fundación Málaga.
- ^ El árbol de la vida, de Ignacio de Ries. Se puede contemplar en la Catedral de Segovia.
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