Raquel García-Tomás pertenece a una generación de compositoras que vienen pisando fuerte. Es curioso cómo hace pocos años se comentaba que o no existían o no tenían relevancia. Sin embargo, los hechos son tozudos y vienen dando fe no sólo de la calidad de su música, sino del reconocimiento público que se lleva a cabo de la misma.

Fundació Catalunya La Pedrera
García-Tomás, reciente Premio Nacional de Música 2020, Premio El Ojo Crítico de Música Clásica de RTVE 2017, becada por la Fundación BBVA y nominada a los Premios Max, puede presumir de poseer una preparación interdisciplinar, internacional y un enorme conocimiento del medio escénico.
Ello constata una vez más que siempre hemos estado. Simplemente había que cambiar el prisma con el que se ha venido considerando a las grandísimas profesionales de la música de nuestro país y ofrecer las mismas posibilidades reales que a sus compañeros hombres.
Asociación Mujeres en la Música: ¿Cómo llega la música a tu vida? o mejor, ¿cómo llegas a tener claro que la música será tu vida?
Raquel García-Tomás: Durante mi primer año en la facultad de Bellas Artes (2002), empecé a sentir una gran conexión con el piano y la composición. Comencé a tocar mejor, a componer mejor, a pintar y fotografiar mejor… las disciplinas se retroalimentaban y yo me encontraba en un estado de mucha inspiración, en el que mi ritmo de aprendizaje se estaba acelerando. Sin embargo, compaginar los estudios artísticos con los musicales acarreaba un exceso de trabajo y muy pocas horas de sueño (no existían convalidaciones entre ambas carreras). Es por ello que decidí dejar la facultad Bellas Artes (pese a que me encantaba) para centrarme en las pruebas de acceso a estudios superiores en música.
A.M.M.: Has comentado en alguna ocasión que querías ser pianista, pero que una lesión fue la que hizo que pudiera aflorar tu faceta compositiva. ¿De qué manera se plasma tu faceta de conocimiento del medio interpretativo y de qué manera tu formación en Bellas Artes?, ¿en qué te ha enriquecido como profesional y ser humano cada una de ellas?
R.G-T.: Al dejar Bellas Artes, puse tanto énfasis en mi preparación pianística que me lesioné y tuve que abandonar el piano por un tiempo. Por otra parte, la faceta compositiva siempre me había acompañado –desde el inicio de mis estudios musicales– y no es que aflorara a causa de la lesión, sino que, al lesionarme, sentí que podría ser una alternativa. En esa época, rompí de golpe con el piano y la pintura. Lo recuerdo como un periodo doloroso. A día de hoy, con la perspectiva que otorga el paso del tiempo, puedo decir que superar el sentimiento de pérdida y aceptar el inesperado rumbo que tomó mi vida me ha llevado unos cuantos años. Ha sido un proceso en el que, poco a poco, he podido volver a reincorporar “ambas pérdidas” dentro mi proceso creativo. Primero, atreverme a realizar un doctorado en creación interdisciplinar (2012–2018) me reconectó con mi faceta de creadora visual, y desde 2017 aproximadamente, me he vuelto a sentir muy cómoda tocando el piano (siempre en la intimidad, por supuesto). Seguramente, el hecho de no haber podido continuar mis estudios interpretativos ha hecho que sienta verdadera admiración y respeto por los intérpretes que se dedican a nivel profesional. Siempre que compongo intento tenerlos muy en cuenta.
A.M.M.: ¿Por qué el Doctorado en Londres?, ¿qué diferencias adviertes entre ambos sistemas educativos y entre la vida musical europea y española?
R.G-T.: Fui a Londres para cursar estudios de Máster (2010). Estando instalada allá y siendo alumna del Royal College of Music, el doctorado fue casi una consecuencia “natural”. En Reino Unido, así como en otros países anglosajones, existen los Doctorados en Artes Musicales (DMA), que permiten un enfoque menos musicológico y más centrado en la práctica (ya sea interpretativa o compositiva).
A.M.M.: Salir a formarse fuera de nuestras fronteras siempre da una visión objetiva de los acontecimientos propios. ¿Adviertes algún tipo de diferencia entre las obras programadas en España y en el resto de Europa?. ¿Crees que la música contemporánea ocupa el lugar que debiera dentro del panorama musical español? ¿Y de la pedagogía?
R.G-T.: Yo sólo he vivido en Londres aparte de Barcelona, así que no me siento la más indicada para dar una visión global de la programación en Europa. Diré lo que ya se sabe: Londres tiene una oferta cultural elevadísima y variadísima. Tanto allá como aquí sería ideal que la música actual estuviera más presente en la oferta cultural, así como en los contenidos pedagógicos de los conservatorios (desde Grado Elemental hasta Grado Superior).
A.M.M.: ¿Qué le han aportado a tu profesión como compositora las investigaciones llevadas a cabo en tu Doctorado sobre creación Interdisciplinar?. ¿Ha modificado tu perspectiva sobre el hecho artístico? Si es así, ¿de qué manera?
R.G-T.: Emprender mi tesis doctoral en el ámbito de la creación interdisciplinar propició que priorizara mi participación en proyectos coreográficos, escénicos o proyectos con contenido audiovisual por encima de lo que había hecho hasta entonces: música de concierto. Como consecuencia, pude desarrollar estrategias útiles que fomentaban el diálogo entre disciplinas y que se basaban fundamentalmente en el replanteamiento de la praxis creativa dependiendo de la naturaleza global de la obra así como del tipo de relación establecida con la/s otra/s disciplina/s involucrada/s. Además, esta investigación tuvo grandes consecuencias en mi manera de trabajar en el estudio, haciendo que me volviera mucho más adaptativa y flexible, que no sólo revirtieron, en mi, creaciones interdisciplinares sino en las puramente musicales (de nuevo, en la música de concierto). En pocas palabras, el doctorado en Londres me trajo aquella conexión que perdí en el momento que dejé los estudios de Bellas Artes.
A.M.M.: Me imagino que tienes amistad y contacto con otras colegas de profesión y que seguramente cada una tenga una opinión al respecto, dependiendo de sus propias vivencias. ¿Crees que la labor de las compositoras españolas está lo suficientemente reconocida en nuestro país? ¿Y fuera de nuestras fronteras?
R.G-T.: Para responder a esta pregunta como se merece cabe destacar, antes de nada, que hay diferencias dependiendo de la generación a la que pertenecemos cada una de nosotras.
Empezando por la mía (las nacidas en los 80) e incluyendo a las compositoras más jóvenes (llegando hasta las nacidas en los años 2000), en general el sentimiento que me llega de mis compañeras, e incluido el mío, es que estamos siguiendo una carrera similar a la de nuestros colegas hombres (pese a que cada una de nosotras tengamos diferentes experiencias en lo que concierne a la discriminación de género en el ámbito profesional).
Me permito un inciso, que yo haya dicho en numerosas entrevistas que no he percibido discriminación de género evidente (más allá de los habituales micromachismos, mansplainnings y comentarios paternalistas que son transversales en todos los ámbitos de la sociedad y que por supervivencia tiendo a olvidar) no debe entenderse como una negación por mi parte del machismo endémico en nuestra sociedad.
Reencaminando mi respuesta, bajo mi punto de vista el vacío más flagrante lo ubico en las generaciones nacidas antes de los 70 (conste que hablo desde mis impresiones personales y que estas afirmaciones no tienen carácter científico). Parece significativo que nunca haya podido escoger entre tener un profesor o una profesora de composición, tanto en Barcelona como en Londres. A lo largo de 20 años asistiendo a conciertos casi semanalmente, apenas he visto mujeres programadas, y si lo había en su mayoría éramos las jóvenes -que estábamos estrenando aquel día-. ¿Dónde están el resto?
En cualquier caso, que haya ese vacío (vacío aparente, porque compositoras ha habido siempre) me hace pensar que ellas no tuvieron las mismas oportunidades que sus colegas hombres, ni entonces, ni ahora. Como ya he dicho, aún hoy en día es una anomalía ver música de mujeres de mediana edad interpretada dentro las programaciones generales así como también resulta una rareza ver música compuesta por mujeres de períodos anteriores (desde el renacimiento hasta post-romanticismo). Está demostrado que existe repertorio, y de altísima calidad, ¡a qué esperamos!
Afortunadamente, observo que cada vez hay más intérpretes, grupos de cámara y musicólogos que reivindican el repertorio escrito por mujeres haciendo una labor de recuperación excepcional. Así que esperemos que dentro de unos años este tipo de preguntas ya no sean necesarias.
A.M.M.: Por lo que he leído, no eres muy partidaria de cuotas pero, sin que resulte una pregunta capciosa, ¿Consideras que el feminismo y las reivindicaciones de igualdad en la profesión han influido a la hora de que los talentos de las compositoras se vayan reconociendo? Porque ser siempre han sido y estar siempre han estado, pero cada generación vive su presente.
R.G-T.: Creo que esto queda respondido en la pregunta anterior, pero por si quedan dudas, es evidente que sin el feminismo yo y mis compañeras no podríamos estar desarrollando nuestra carrera en la actualidad.
A.M.M.: ¿Nunca has sentido que antes de pensar en ti para un estreno, cualquier programador tendría en mente antes a un compañero compositor? Aunque solo sea por inercia secular…
R.G-T.: Afortunadamente no lo he sentido, no.
A.M.M.: Da la impresión de que el humor es una parte fundamental en tu vida y seguramente también en tu música, como se aprecia en el título de tus obras. Aunque cada una tendrá su motivación y génesis, ¿cómo puede surgir en tu caso el planteamiento de las mismas?
R.G-T.: Efectivamente, el humor es una constante en mi vida. Me gusta reírme a diario, mi pareja y mis mejores amigos son todos personas con un gran sentido del humor. Esta manera de ser se traslada al discurso musical de manera inevitable (y de rebote a los títulos de mis obras como sugiere su pregunta). Me hace muy feliz ver reír (o sonreír) al público. Cuando estrenamos la ópera cómica Je suis narcissiste recuerdo escuchar las carcajadas del público y sentir un gran estado de felicidad.
A.M.M.: ¿Ahora mismo puedes vivir de la Composición? ¿Qué ha supuesto el reciente Premio Nacional para tí?
R.G-T.: Sí, desde hace unos años puedo vivir de la composición. Ahora bien, eso comporta jornadas laborales larguísimas, largos períodos de trabajo sin fines de semana (e incluso sin vacaciones) y momentos de inestabilidad (e incertidumbre) económica. Así que, como cabe imaginar, no siempre es tan bucólico como se pinta. En mi caso, sigo “la estrategia de la hormiga”: acumulo (cuando puedo), ahorro (lo que se puede) y, cuando vienen las vacas flacas, gestiono los recursos (lo mejor que puedo). En definitiva, prefiero una vida humilde y con incertidumbres si eso me permite trabajar en mi desarrollo personal y creativo. Por lo que respecta al Premio Nacional, es evidente que en estos tiempos de crisis supone un gran plus de tranquilidad para mi. Ya que si de por sí nuestra profesión es incierta ¡imagínese ahora en plena pandemia! De momento no he notado grandes cambios en mis relaciones profesionales, quizá un trato más ceremonioso en algunos casos. A mi me gusta que todo siga su curso de manera gradual, así que, si el Premio Nacional me tiene que traer frutos, que estos lleguen progresivamente y a su debido tiempo.
A.M.M.: ¿Cuáles son tus próximos proyectos, si se pueden confesar?
R.G-T.: De los que puedo hablar son dos: una obra para orquesta y coro participativo (encargo de L’Auditori de Barcelona y la OBC) y una nueva ópera titulada Alexina B., junto a la libretista Irène Gayraud y la directora de escena Marta Pazos, en la que explicaremos la historia real de Adélaïde Herculine Barbin (también llamada Alexina B.), una persona intersexo que nos dejó sus memorias bajo el título Mes souvenirs (1868) y que hoy en día se ha convertido en un emblema de la comunidad intersexo.
A.M.M.: ¡Muchísimas gracias, Raquel!
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