El pasado verano se celebró la primera edición del festival “Days of winsom”, una pecular iniciativa promovida por la pianista portuguesa Maria Joao Pires, planteada como proyecto personal y que quiere salirse del tradicional ciclo clásico.

Iván López Cruz
1 noviembre 2019
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monasterio de Santa Maria de Cervià

Resulta interesante que una intérprete de música clásica emprenda un proyecto de festival desde una posición de fuerza hacia lo artístico. Parece el caso de Maria Joao Pires y su festival “Days of wisdom” celebrado este pasado verano en el monasterio de Santa Maria de Cervià, en Girona, un evento que protagonizó –con el apoyo de Ibercamera- de forma muy especial, con decisiones en todos los frentes: desde la programación hasta el logo.

La excelente pianista portuguesa  pone así punto final a su carrera concertística y lo hace con esta retirada hacia la labor de programadora. Esto, en sí mismo, no debería sorprendernos, pero lo que sí nos ha llamado la atención es cómo ha diseñado los programas. Además de una selección de intérpretes bastante particular (algunas muy cercanas y, por una u otra razón, con algún vínculo artístico con ella), la programación –además de repertorio clásico como Bach, Chopin o Beethoven- incluye obras de autores como György Kurtág, Arvo Pärt, Carl Vine, Frederic Mompou o Komitas Vardapet, este último figura emblemática de la represión y el  genocido armenio, interesante compositor elogiado por Debussy o Fauré.

Hay un algo reivindicativo en los programas, no sólo en torno a cuestiones políticas sino también hacia una forma de ver el arte alejado de los grandes escenarios y las estrellas rutilantes. Una forma que incluye literatura, teatro y danza. Nada de Lang Langs, a cambio se pudieron escuchar a la soprano Talar Dekrmanjian, la actriz Serena Vergano y las pianistas Lilit Grigoryan, Jiana Peng, además de la propia Pires. El festival nace de un proyecto anterior, el Centro de Artes de Belgais, espacio fundado por la intérprete en Portugal hace casi diez años, donde se realizan talleres interdisciplinares y conferencias. Resulta esperanzador que una intérprete reputada del ámbito clásico, que no ha transitado el repertorio de su tiempo, sin embargo haga declaraciones en torno a su trabajo en el Centro de Artes de Belgais como las que hizo la pasada primavera en una charla con motivo de su presencia en el Formentor Sunset Classics: "Se plantea más como un estudio integral donde los jóvenes incluso acceden a un tipo de música clásica contemporánea y experimental [...] hay que enseñar al público que no sólo lo romántico y lo clásico es bello [...] La música es arte o no, y si no es arte no es nada."

Parece haber llegado un tiempo en la llamada “música clásica” en el que las vías tradicionales ya no sirven, están obsoletas, y sobre todo, algunos empiezan a darse cuenta. Esperamos que los nuevos vientos no cesen y otros sigan el ejemplo.

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