Es bien sabido que Felipe III fue un melómano reconocido. Durante su infancia recibió obsequios musicales, en concreto tres guitarras que comenzó a tocar a los nueve años. Su pasión por la música siguió creciendo, y ya siendo adulto y el sucesor del trono de Felipe II, pudo inaugurar la Casa del Rey, un grupo estable de músicos de cámara. Aprendió a tocar la viola da gamba y buscando un acompañante que pudiera tocar con él, conoció al italiano Filippo Piccinini. Este músico fue contratado en la capilla real y se le encomendó la composición de la primera ópera española: La Selva sin Amor.
El 18 de diciembre de 1627 se estrenó la ópera, aunque en esos tiempos se definía como drama musical o égloga pastoral. Los reyes Felipe III y Margarita de Austria fallecieron hacía unos cuantos años, por eso acudieron al estreno en el Real Alcázar de Madrid, el heredero Felipe IV y la reina Isabel de Francia.
Felipe IV se encargó de equiparar las representaciones españolas al nivel del resto de Europa. Contrató al ingeniero florentino Cosme Lotti. Este ideó y plasmó una variedad de efectos visuales novedosos, construyó escenarios con bastidores móviles y un gran carruaje empujado por cisnes. Todo este despliegue de medios fue muy popular, aunque Lope de Vega lo criticó y declaró que era excesivo y superfluo.
Por desgracia, y como sucedía en muchas ocasiones, cualquier rastro de la composición desapareció en el incendio del Alcázar, lo mismo ocurrió con los bocetos y pinturas. Lo único que perduró hasta la actualidad fue el libreto de Lope de Vega.
Durante el curso 2019/2020 se fue ideando el plan de recuperación de esta ópera, pero desde un enfoque distinto. Desde la Escuela Superior de Canto de Madrid con el escenógrafo Raúl Arbeloa y el director musical Mariano Rivas, hasta el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid con el compositor José María Sánchez-Verdú. Los alumnos de composición el RCSMM se encargaron de elaborar la nueva partitura y cada uno de ellos compuso la música de una o varias escenas. Se combinaron recursos de algunas formas barrocas que pueden recordar a los madrigales de Monteverdi, asentados sobre una base de música contemporánea. El proceso de composición para los personajes tuvo como punto de partida la ESCM, varios alumnos de canto se ofrecieron para formar parte de este proyecto y se siguió uno de los principios para la composición de música contemporánea: la escucha de las voces, el conocimiento del material del que disponen los compositores para escribir. La música se compuso específicamente para los cantantes, por lo tanto, durante el proceso se produjeron algunos cambios para que se pudiera llevar a cabo de la mejor manera posible. Esta combinación de lo barroco y lo contemporáneo se pudo observar también en el vestuario. Se combinaron elementos barrocos como: el corsé o la gorguera, con elementos actuales como: los tatuajes y peinados inspirados en el estilo de Madonna. La escenografía contó con dos grandes elementos protagonistas: una rampa y una reja. Todo se desarrolló a partir de estos objetos que cobraron vida propia con el paso de los personajes, dándoles significados diferentes dependiendo del contexto. Se jugó con la iluminación y algunos objetos clave como el arco de cupido y la flecha.
Esta ópera se compuso inicialmente teniendo en cuenta que la música ya era un factor esencial de la dinámica escénica, surgió por el deseo renacentista de recuperar la tragedia griega siguiendo sus principios formales y estéticos. Aparecen personajes mitológicos como: Venus y Amor, a los que se les atribuyen acciones propias del ser humano. El enfado, la ira y el perdón envuelven a estos dos personajes. Amor, impulsado por su madre, (Venus) decide hacer una visita a una Selva regida por Dafne, donde se encuentran dos ninfas y dos pastores. Amor decide lanzar flechas a las ninfas, en compañía de sus secuaces, los tres amores. El río Manzanares carga contra Amor, pero Venus lo detiene y finalmente deshace el poder de las flechas y la Selva puede volver a su curso natural.
Este proyecto fue un desafío desde el principio, pero gracias a la implicación de alumnos y profesores el público quedó muy satisfecho con el resultado final. Este tipo de iniciativas son motivadoras para los estudiantes, ya que no siguen los mismos mecanismos de preparación que para las óperas convencionales. La inmersión dentro de la ópera contemporánea es muy importante, ya que pertenece a nuestros tiempos y resulta enriquecedor conocer su funcionamiento y desarrollo a tiempo real, formando así parte de ella de una manera más directa.
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