La violinista y violista Cecilia Bercovich es una intérprete que necesita poca presentación. Su actividad como concertino bajo la dirección de los maestros Boulez, Chailly, Pintscher, Holliger y Penderecki en los festivales de Lucerna, Salzburgo y el Wagner Festpiele de Bayreuth, dejan poco margen a las presentaciones. Charlamos con ella, sobre todo, de música de nuestro tiempo.
Blanca Gutiérrez Lobato: Hasta ahora ha estrenado y grabado numerosas obras de nueva composición, ¿cuándo surgió ese interés? ¿Siempre ha estado en contacto con la música del presente?
Cecilia Bercovich: He tenido mucha suerte de estar en contacto consciente con la música contemporánea desde los 12 años aproximadamente, comenzando a tocar y a participar en estrenos desde los 16. El interés surgió de manera natural, pues conviví muy pronto con otros lenguajes menos convencionales y nunca los percibí como algo separado del resto de la música que estudiaba y conocía. Solamente los ubicaba más cerca en el tiempo.
B.G.L.: Todavía hay muchas investigaciones y proyectos para acercar la música actual al gran público. ¿Cree que esto sigue siendo necesario? ¿Qué pasa con la música contemporánea que suele estar en el centro de muchos debates?
C.B.: Sí, creo que todas las actividades que se hagan para integrarla son favorecedoras. En realidad, el público disfruta mucho más de lo que creemos cuando les ofrecemos ver una parte del proceso, como esos restaurantes con la cocina visible. En cuanto a estar en el centro de muchos debates, personalmente los disfruto y siempre suelo sacar bastantes ideas de ellos. Justo aquello que tanto se comenta es, con frecuencia, lo que más falta hace ofrecer. A la salida de un concierto, presto especial atención a los comentarios del público “menos informado”. Suelen tener muchas claves de lo que pasa… ¡y de lo que no pasa!
B.G.L.: ¿Cómo cree que debe ser la formación de un/a intérprete que quiera dedicarse mayoritariamente a la música actual? ¿Qué les recomienda a sus alumnos/as cuando están interesados/as en ello?
C.B.: Como me parece que no hay música actual sin música “anterior”, recomiendo devorar todo el repertorio posible hasta llegar a hoy, pues todas las herramientas técnicas y musicales que se trabajen solamente engrandecerán la paleta de recursos disponibles. Así lo hacen los/as grandes compositores/as también. Afortunadamente, el número de estudiantes interesados/as está creciendo, y en ello influye que lo actual esté presente en la conversación profesor-alumno, en las listas y ofertas de repertorio, pruebas de acceso, guías docentes (¡¡!!), en el atril del/la profesora cuando llega a clase... Hay obras de nuevos lenguajes para prácticamente cualquier nivel y su exploración temprana suele ofrecer mucha satisfacción.
B.G.L.: ¿Cómo fue su formación en este sentido?
C.B.: Mi padre y profesor, Víctor Bercovich, me guió en el inicio del siglo XX con mucha música rusa/soviética a través de autores como Stravinski, Prokofiev, Ustvólskaya, Kabalevski, Myaskovski, Shostakovich y Gubaidulina entre otros/as desde los 8 o 9 años. Siempre lo hizo ofreciéndome un camino muy práctico y sosegado: además de trabajarlo al violín/viola, estudiábamos la armonía al piano y me iba formulando preguntas sobre la estructura y otros aspectos según profundizábamos. Sin hacer ninguna separación especial, solo ejerciendo plena consciencia de que esta música tenía tal o cual forma de funcionar, diferente de, por ejemplo, aquella sonata de Grieg o ese concierto de Wieniawski. Además, se esforzó siempre en que entendiera e integrara el contexto histórico, artístico y literario de cada grupo de obras que estudiábamos, con lo cual también puedo decir que era un acercamiento integral al lenguaje. Es un sistema que me esfuerzo en mantener ¡y con el que le doy bastante la lata a mis alumn@s! Poco después ya me llevó directamente hasta las óperas de Janacek, Berg y Schoenberg que tanto apreciaba, y a partir de ahí puedo decir que empecé a convivir con “lo moderno” hasta el día de hoy.
B.G.L.: Durante su época como estudiante, ¿se fijaba en algún/a instrumentista en especial, alguien que tuviese como referente?
C.B.: Sí, hay una lista enorme de intérpretes que siempre me hacen reflexionar, sobre todo históricos (D. Oistrakh, A. Rubinstein, D. Shaffran…), pero me he basado más aún en los cantantes: me obligan a esforzarme mucho más en el análisis de lo que estoy oyendo con respecto a lo que querría escuchar. Entre los que más me alientan están F. Shaliapin, G. Souzay, F. Wunderlich, E. Schwarzkopf, M. Callas, R. Tebaldi, M. Caballé, A. Kraus, R. Tauber, L. Popp, B. Fassbaender… ¡ah, no acabo!
B.G.L.: ¿Tenía contacto con estilos musicales más cercanos a las músicas urbanas?
C.B.: Sí, pero muchísimo menos, claro. He acompañado mucha música ligera de muchas corrientes, y hoy en día hago producción de música electrónica/pop/rock en algunos –pequeños- ratos libres. El jazz es algo a lo que también le he prestado bastante atención, especialmente desde mi paso por Musikene, pues su estupendo departamento siempre nos atrajo mucho a los de clásica. Sus “audiciones” eran jam sessions en los mejores garitos, ¿qué puede ser mejor en la vida de estudiante?
B.G.L.: ¿Qué otras disciplinas artísticas le interesan? ¿Cree que la formación del músico debería ser más interdisciplinar, que esto podría aportar algo a la propia actividad musical?
C.B.: Me interesan muchos campos de la expresión, pero tengo debilidad por el teatro. Absolutamente creo que la formación del músico se enriquecería incluyendo, al menos, talleres de otras disciplinas escénicas como son el clown o recitar en verso. Hay una llamativa y reconocida artista francesa, la violonchelista Valérie Aimard, que hace especial hincapié en esto. De hecho, ha creado su propia corriente de recitales de violonchelo en los que interviene su propio personaje de mimo “Bulles”. Tuve oportunidad de conocerla este pasado verano en un festival de Francia y ha sido revelador.
B.G.L.: En cuanto a su actividad como intérprete, ¿qué le parece lo más estimulante a la hora de estrenar una obra? ¿Suele trabajar en contacto con los/as compositores/as de las obras que toca, si esto es posible?
C.B.: Estrenar una obra siempre me hace sentir afortunada. Aunque suene romántico o absoluto, tener la certeza de estar haciendo exactamente lo que el/la compositor/a ha pensado es una gozada y es uno de los puntos estimulantes centrales. ¡Nunca nos pasará con Beethoven, ja! También me engancha la sensación de primicia para el público, que habitualmente escucha con esmero y se hace preguntas. Por supuesto, también está la satisfacción de aportar algo nuevo al repertorio. En cuanto a la preparación: sí, en la medida de lo posible estoy siempre en contacto con el/la autor/a, incluso por vía telemática en estos tiempos. De hecho, próximamente estreno dos piezas para violín solo de autores asiáticos y estamos en intercambio constante ya que ninguno hemos podido viajar al festival en el que teníamos que habernos encontrado.
B.G.L.: Normalmente realiza conciertos para violín o viola solo, con agrupaciones de cámara y en orquesta. ¿Qué facetas le permite explorar como intérprete esa diversidad de formatos?
C.B.: Principalmente: mantener y ejercer un respeto, flexibilidad y empatía constantes en todos los aspectos. Trato de enfocar una buena parte de mi preparación en un rumbo que me permita ofrecer y recibir lo mejor de cada combinación y proyecto en el que participo. Es algo que me tomo muy, muy en serio.
B.G.L.: ¿Qué compositores/as e intérpretes le interesan del panorama actual?
C.B.: ¡No sé por dónde empezar! Disfruto de estar al día del trabajo de Teresa Catalán, Rebeca Saunders, Unsuk Chin, Liza Lim, Thomas Adès, Mark Simpson, Wolfang Rihm… y de intérpretes: el JACK Quartet, Joyce DiDonato, Lisette Oropesa, Daniil Trifonov, Isabelle Faust o Jorg Widmann entre tantos/as otros/as.
B.G.L.: Es famosa la frase de Pau Casals en la que afirmaba que, al final de su vida, seguía estudiando porque todavía estaba aprendiendo. ¿Qué nuevos retos o proyectos se plantea ahora como intérprete?
C.B.: ¡Qué cierta esta frase, gracias por recordarla una vez más! Actualmente me encuentro inmersa en tres proyectos muy diferentes: la preparación de “El sobre verde”, el nuevo espectáculo del Proyecto Zarza del Teatro de la Zarzuela que tengo el placer de dirigir por la parte musical; la segunda edición del Forward Festival del Lucerne Festival del que soy co-curadora e intérprete, y los estrenos/grabaciones de varias obras para violín/viola sola escritas recientemente para mí.
B.G.L.: Blanca, ¡muchas gracias por esta entrevista!
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