Avelina Vidal es un referente en el ámbito de la guitarra de nuestro país. Con innumerables estrenos a sus espaldas, ha sido pionera en la interpretación y difusión de la música contemporánea para guitarra, siendo dedicataria de numerosas obras en sus más de 40 años de trayectoria profesional. Su formación internacional en la Hochschule für Musik de Viena y el Mozarteum de Salzburgo y su participación en los más prestigiosos Festivales de nuestro país, así como sus numerosas giras por Cuba, Japón o Europa, forjan una visión de la realidad musical que no duda en aplicar en sus clases y cursos de formación del profesorado con claridad de ideas y absoluta generosidad. En la faceta investigadora es autora de El repertorio contemporáneo para guitarra en el currículo de Grado Medio LOGSE, realizado bajo el auspicio de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid. Actualmente codirige el Curso-Festival Internacional Ex Corde.

Asociación Mujeres en la Música: En primer lugar, Avelina, ¿en qué momento de tu vida decides que quieres dedicarte a la música y por qué?
Avelina Vidal: Cuando estaba estudiando el Grado Superior en el RCSMM me di cuenta de que el mundo de la Música era tan apasionante como inabarcable y me sentía cada vez más atraída por él. Como mis circunstancias personales me obligaron a trabajar desde muy joven, no tenía muy claro que este sueño pudiera realizarse en algún momento, pero al terminar la carrera mi vida dio un cambio importante en este sentido gracias al incondicional apoyo de mi Maestra, Rocío Herrero, y de mis padres.
A.M.M.: Tu formación no es meramente guitarrística, sino que has estudiado cello y piano. ¿Alguno de estos instrumentos ha aportado algún elemento específico a la visión técnica o interpretativa de la guitarra?
A.V.: En esencia todos los instrumentos se sirven de una buena utilización de los recursos físicos y psíquicos del músico. Lo importante es encontrar esa conexión y desarrollarla a favor de la expresión y la interpretación; en suma, de la Música.
La técnica de peso aplicada al teclado que aprendí con la magnífica pianista y pedagoga Consolación de Castro fue el primer paso en este sentido. Me di cuenta de que la única forma de que el trabajo intenso con el instrumento no derivara en una lesión sólo era cuestión de minimizar el esfuerzo para llevarlo a su optimización y evitar, por ejemplo, la tan admirada ‘pinza’ en la mano izquierda de los guitarristas. De la misma manera ese mismo peso del brazo puede producir una vibración natural de la cuerda al pulsarla.
En las clases de violonchelo con Elías Arizcuren (padre), gran músico y entrañable maestro, me di cuenta de que la utilización de las distintas articulaciones del conjunto brazo, antebrazo, mano y dedos, podría proporcionar una variada gama de ataques que enriquecerían la interpretación.
No obstante, debo aclarar que de alguna forma todas estas experiencias sumaban y ampliaban aspectos que previamente había conocido en la clase de guitarra.
A.M.M.: Has sido pionera del repertorio contemporáneo en un momento en el que en España había muy pocos referentes en este campo dentro del mundo guitarrístico y mucho menos femeninos. De hecho, has estrenado obras a algunos/as compositores/as cuando todavía no se conocía su trabajo y que hoy son referentes de la composición e incluso Premios Nacionales. ¿Crees que si hubieras sido un guitarrista se hubiera valorado más tu trabajo?
A.V.: Es innegable que el hombre, como ser masculino, ha dominado la sociedad desde tiempo inmemorial y que a la mujer se le ha adjudicado un determinado papel del que aún hoy resulta a veces difícil desprenderse. En este sentido debo decir que cuando esa falta de valoración existía no era más que un acicate para continuar trabajando.
Mi mejor ejemplo a seguir fue la valentía y el altísimo nivel profesional de Rocío Herrero, guitarrista internacional que logró crear escuela a pesar de los obstáculos que se le imponían en España. Me siento muy afortunada por haber tenido un referente así.
A.M.M.: Accedes a tu plaza en el Conservatorio muy joven, con apenas 20 años. A lo largo de estos 40 años de compromiso con la enseñanza, ¿Qué herramientas podrías decir que has desarrollado ampliamente como docente y qué aspecto has visto cambiar (involucionar o evolucionar) en el alumnado?
A.V.: Ante todo, he pretendido transmitir el amor por la Música, un amor que conlleva un gran respeto por el trabajo, por el espíritu de superación, por la curiosidad de conocer el porqué para encontrar el cómo. Estas son las herramientas fundamentales para desarrollar el espíritu crítico imprescindible para recorrer el camino vital del músico.
Por otra parte, siempre me ha parecido esencial que cada uno encuentre su voz, una voz que en cada caso es única y personal porque emana del tándem instrumentista-instrumento. Sólo alcanzando la plenitud en esta relación se llega a modularla con naturalidad para utilizarla como vehículo de expresión.
Debo añadir que también he considerado fundamental sembrar en los jóvenes la curiosidad por todas las ramas del saber y la cultura, mostrándoles así la conexión entre las distintas disciplinas y la posibilidad que nos ofrecen de cultivar nuestra sensibilidad.
En cuanto a los cambios que se han producido en el alumnado, debo decir que son los propios de la nueva sociedad: escasea la paciencia, y la disciplina asociada al estudio y práctica de un instrumento no forma parte de la cotidianeidad. Los recursos han aumentado de manera espectacular, pero no al ritmo en que crecen y maduran las personas, de forma que la inmediatez sustituye desgraciadamente a la profundidad del conocimiento. Por supuesto hablo en términos generales.
Sin embargo, no todo es negativo, la buena utilización de estos recursos ha permitido que los jóvenes realmente interesados en su formación hayan encontrado los cauces adecuados para desarrollarla.
A.M.M.: Fuisteis muy pocas las guitarristas que aprobasteis la primera oposición para acceder al Conservatorio. ¿Vivisteis algún hecho diferencial reseñable respecto a los compañeros? ¿Y en vuestra etapa como alumnas?
A.V.: Fue una época difícil en la que nuestra juventud, entusiasmo y formación no parecían ser suficiente garantía para ciertos sectores del claustro de profesores. Por otra parte, también podía influir negativamente el ser poseedora de ideas innovadoras que rompían la línea establecida.
A.M.M.: Tu prestigio como docente te precede y eso no es fácil en un país como el nuestro. ¿Qué crees que le has aportado a tu alumnado? ¿Crees que tu trabajo al respecto ha sido suficientemente reconocido?
A.V.: Quizá esta pregunta deberían responderla los propios alumnos. Han sido muchas las generaciones que han pasado por mi aula y no miento cuando digo que ha sido siempre un camino de doble dirección. Ellos son los que me han impulsado a volcarme en el trabajo con todas mis energías, de ellos he aprendido y sigo aprendiendo cada día, aun cuando ya no estemos en el aula. Hemos crecido al mismo tiempo, día a día.
Respecto al reconocimiento, es algo que no debería dirigir nuestras vidas. Es cierto que cuando dudas sobre la calidad de tu trabajo, sobre si el camino escogido para acompañar a los alumnos en su aprendizaje es el más adecuado o no, es importante una segunda opinión que pueda valorar desde fuera y sin implicación la calidad del mismo. Pero el máximo reconocimiento que puedo tener es ver el progreso de cada uno de ellos y como se han ido convirtiendo en excelentes profesionales o en aficionados de calidad.
A.M.M.: Tras una vida de compromiso con la docencia, ¿Cuáles han sido tus mayores satisfacciones o decepciones al respecto? ¿Qué enseñanza vital te ha marcado al respecto?
A.V.: Contribuir a la educación de los jóvenes y a la transmisión del conocimiento siempre es un placer que en sí mismo lleva el premio y la satisfacción, a pesar de los obstáculos del camino o los problemas que de ellos se hayan derivado.
En cuanto a las decepciones, por un lado, podría considerar el no haber sabido comprender a alguno de mis alumnos para ayudarles en su camino, y por otro el gran desencanto que ha supuesto constatar a diario el poco respeto y consideración que la Administración tiene hacia las enseñanzas musicales. En este sentido la lucha siempre ha sido agotadora e inútil.
A.M.M.: ¿Piensas que es necesario ser un concertista para aportar un criterio valioso y realista como docente?
A.V.: Creo que la experiencia sobre el escenario es fundamental para poder transmitir ciertos aspectos de la formación del intérprete. Sin embargo, soy consciente de que la edad, la salud o ciertas circunstancias personales pueden hacer que en algún momento esa actividad se vea reducida o llegue a desaparecer.
A.M.M.: Has sido ejemplo de compromiso con la Igualdad en las programaciones de generaciones de alumnos cuando casi nadie se planteaba esta necesidad desde los Conservatorios. ¿Consideras que, a día de hoy, existe un compromiso real por parte de los centros educativos a la hora de normalizar la presencia de las compositoras en las programaciones?
A.V.: En absoluto. Desgraciadamente la presencia de las compositoras en las programaciones oficiales, si existe, es anecdótica. Ya sea por desconocimiento, desidia o falta de interés por la renovación, la labor de difusión en este sentido se limita al empeño particular de algunos profesionales. En cierta ocasión alguien me dijo que no se podía incluir una obra en la programación sin haberla testado. Estoy totalmente de acuerdo. Entonces, ¿cuántos años se necesitan para llevar a cabo ese trabajo por parte de los profesores? Imagino que más de una vida, a juzgar por lo poco que se han modificado desde mis tiempos de estudiante.
A.M.M.: Dicho compromiso, que pasa por la pertenencia a la AMM, se refleja en tus programas de concierto, donde el trabajo con las compositoras es un hecho tanto a solo como formando parte de distintas agrupaciones instrumentales. ¿Dan ejemplo las instituciones o la militancia individual a ese respecto sigue primando por encima de todo?
A.V.: En mi opinión la labor de las instituciones debería desarrollarse siguiendo dos líneas básicas de actuación: Por una parte, ofrecer al público la oportunidad de disfrutar en directo de la música por él conocida desde hace generaciones y, por otra, llevar a cabo una labor didáctica imprescindible para el cultivo de la sensibilidad de los ciudadanos de cualquier país del mundo. Es decir, ‘abrir los oídos’ al repertorio propio de nuestros días o de nuestro pasado más reciente, inculcar el placer por el descubrimiento sonoro y la capacidad de dejarse sorprender por lo desconocido. Desgraciadamente en este sentido queda aún mucho por hacer.
Debo añadir que ninguno de nosotros está exento de esta responsabilidad. Las instituciones son el vivo reflejo de la sociedad en la que vivimos; si esta sociedad adolece de una falta de interés y criterio, es en las aulas donde debemos iniciar esta labor, construyendo desde la base para que en el futuro no se repita un modelo que a todas luces se ha mostrado de una pobreza que asusta.
A.M.M.: ¿Qué recuerdos y experiencias profesionales guardas de tu etapa de formación en Austria? ¿Intentaste aplicar lo aprendido o adaptarlo al mundo educativo español?
A.V.: En un momento en el que viajar y conocer otras culturas era un verdadero privilegio, sobre todo por las dificultades que implicaba, puedo decir que hubo realmente un ‘antes’ y un ‘después’. Me di cuenta de que la música se vivía y se desarrollaba como profesión a un nivel muy distinto del que teníamos en España. A partir de ese momento mis reflexiones a nivel didáctico se convirtieron en un factor esencial y de constante revisión a lo largo de mi labor como docente.
A.M.M.: ¿Qué modificarías del sistema educativo musical en nuestro país? ¿Y en la manera de programar música contemporánea por parte de las Instituciones?
A.V.: El sistema educativo musical en España es en mi opinión demasiado cerrado. Hay excelentes profesionales que no pueden llevar a cabo su trabajo como desearían porque viven inmersos en un sistema administrativo poco eficiente y que desconoce las verdaderas necesidades formativas de un músico. Todo se desenvuelve dentro de un marco que escapa a la realidad del ejercicio profesional. Es indudable que este ‘marco cerrado’, desgraciadamente, beneficia a las personalidades acomodaticias. En consecuencia, me preocupa el perjuicio que está empezando a dejarse sentir en las nuevas generaciones.
A.M.M.: Sabemos que a la guitarra en España le sigue costando desembarazarse de muchos clichés tradicionales, tonales y de ciertos prejuicios compositivos que parecen pervivir en este instrumento más que en otros. A ese respecto, ¿consideras que se ha producido un cambio significativo o todavía estamos a años luz de otros lugares?
A.V.: Afortunadamente el panorama creativo para la guitarra ha cambiado. Hoy por hoy es difícil encontrar un verdadero espíritu creativo que no se haya percatado de las posibilidades expresivas y de color que tiene este instrumento y que no le haya dedicado alguna partitura. En este sentido es encomiable la labor de las nuevas generaciones de profesores de Composición, que, ajenos a esos prejuicios, ofrecen a sus alumnos una visión amplia del mundo sonoro, provenga del instrumento que provenga.
Para romper una lanza a favor de aquellos que se obstinan en no explorar los innumerables recursos de la guitarra, debo decir que en muchos casos se debe a la falta de interés de los propios guitarristas, los cuales buscan sumergirse en un terreno técnico conocido tanto por ellos como por el público, un terreno que asegura la comprensión y el aplauso incondicionales. Si algo me llena de gran satisfacción al dedicarme a la música contemporánea es el placer que produce la búsqueda entre dos intereses creativos que se mueven en distintos campos, aunque buscando un fin común. Es obligación nuestra dar a conocer nuestro instrumento y, sobre todo, ofrecer soluciones técnicas a las necesidades expresivas del creador.
A.M.M.: En general, ¿crees que la labor de las guitarristas españolas está lo suficientemente reconocida en nuestro país? En el ámbito de la música contemporánea, además, ¿hay que tener un apellido extranjero para que te programen en España?
A.V.: Dependiendo del ambiente en el que te muevas, es evidente que la consideración y el respeto profesional por un hombre no es el mismo que por una mujer. Muchos organizadores de cursos y festivales siguen viviendo en la ignorancia de cuál es el verdadero panorama guitarrístico del país, lo que les lleva a volver una y otra vez a lugares comunes en sus programaciones y su contratación de músicos. Afortunadamente existen honrosas excepciones en las que lo que prima es la valía profesional independientemente del sexo. Confiemos en que estemos viviendo un periodo de cambio sustancial en este sentido.
Ocurre lo mismo con ciertos prejuicios muy arraigados en la sociedad española respecto al poco interés que se siente por el producto nacional, aunque éste sea excelente. Por otra parte, la división administrativa en Comunidades ha provocado que en demasiadas ocasiones los músicos no podamos ser contratados en distintas regiones por el mero hecho de no pertenecer a ellas. Es realmente triste que no se considere una riqueza cultural el fructífero intercambio de personas y saberes.
A.M.M.: ¿Qué te aporta la codirección de un Curso-Festival tan diferente como Ex Corde?
A.V.: El Curso-Festival Ex Corde que se desarrolla en Molina de Aragón (Guadalajara), y del cual este año celebraremos su VIII edición, es la oportunidad que todo profesional de la Música espera encontrar para desarrollar su trabajo en un ambiente de absoluta cooperación entre los profesores titulares que, en estrecha colaboración con los profesores invitados y los músicos que participan en los conciertos, ofrecen a los alumnos una visión profunda y abierta del hecho musical desde distintos ámbitos, enriqueciendo así su formación no sólo como músicos, sino también como seres humanos. Ni que decir tiene que el foco principal de nuestra actividad es la música contemporánea, lo que nos hace únicos en España. No obstante, debo decir que nos contradeciríamos si habláramos de "formación integral" y no ofreciéramos a los alumnos y público en general la posibilidad de acercarse al pasado para comprender y amar el presente. He aquí el porqué de la variedad de oferta en nuestros talleres y conciertos. El Curso-Festival Ex Corde ha sido además desde sus comienzos un modélico espacio de Igualdad.
A.M.M.: ¿Cuáles son tus próximos proyectos, si se pueden confesar?
A.V.: La actividad con el Dúo Arcadia es absolutamente prioritaria para mí. En este sentido acabamos de encargar obras a compositores y compositoras a los que nos sentimos especialmente unidas por la admiración que sentimos por sus creaciones, que hemos tenido el placer de interpretar en nuestras carreras como solistas o como componentes de distintas agrupaciones, y por una relación de amistad cimentada en años de colaboración. Este proyecto culminará en nuestro segundo CD.
Como solista estoy embarcada en la grabación de todas aquellas obras que me fueron dedicadas a lo largo de mi carrera.
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