"Me gustaría que la zarzuela fuera considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad [...] En mi opinión la música contemporánea se ha alejado del público en muchos momentos."

Antonio Hernández Nieto
14 julio 2021
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Miguel Ángel Fernández

La presentación de la temporada 2021-22 del Teatro de la Zarzuela facilita el encuentro con Daniel Bianco, su director. Escenógrafo de formación que ha desarrollado una larga e intensa carrera que le ha llevado por los teatros más importantes del mundo como alla Scala de Milán, Le Chatêlet de París, el Mariinsky de San Petersburgo y, en España, el Teatre Liceu y el Real. También ha ocupado puestos directivos en compañías y teatros públicos españoles como la Dirección Técnica y de Producción del Centro Dramático Nacional, de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y del Teatro Real. Y, antes de llegar al Teatro de la Zarzuela, fue director artístico adjunto del Teatro Arriaga de Bilbao.

Antonio Hernández: El lema de la temporada 2021-22 es “Una nueva temporada, una nueva ilusión” ¿con qué quiere ilusionar al público a partir de septiembre?

Daniel Bianco: Con todo lo que presentamos recuperando todo lo que la Covid nos quitó, que es la unión entre el espectador y el artista. Ese momento de comunicación y respiración que se da entre el espectador y el teatro.

Si bien es cierto que se suplió con la tecnología, el streaming, Internet y muchas otras herramientas. Herramientas que son muy útiles pero que no pueden sustituir la esencia del teatro musical.

Una vez que pudimos arrancar elegimos la prudencia antes que la prisa. La prudencia fue saber que podíamos ir poco a poco adaptándonos a este nuevo mundo. Un mundo en el que hablamos con una mascarilla puesta. Así que durante esta entrevista no nos podemos ver la parte inferior de la cara.

De ahí que la nueva temporada sea una nueva ilusión. La ilusión de reencontrarse en el teatro. Porque cada vez estamos más cerca de lo que éramos o de donde estábamos.

A.H.: ¿Cuáles son los puntos fundamentales de esta programación?

D.B.: Una programación no es un hecho aislado. En este caso es el fruto de un camino que ya tiene seis años de andadura. El del proyecto que presenté y por el que gané el concurso para ser director de este teatro. Dicho proyecto tenía un punto fundamental que era que el Teatro de la Zarzuela siguiese siendo el escenario privilegiado del teatro lírico español y un teatro público, accesible y asequible.

Este teatro tiene que ser la casa de todas y todos. La programación no puede ser solo lo que me pueda gustar a mí. Cuando uno está sentado en la silla del director artístico debe tener los ojos y los oídos muy abiertos para escuchar y ver.

El género lírico español es muy amplio. Además, todo el mundo piensa que es dueño de dicho género. Y es verdad, pero como colectivo, no como individuos.

La zarzuela tiene una serie de grandes títulos que son los que la gente quiere oír habitualmente. Están muy bien y hay que ofrecerlos con las mejores producciones y cantantes.

Sin embargo, la música lírica española tiene un patrimonio que hay que recuperar. Tan importante como su literatura o su pintura. Son tantas y tantas las obras que están guardadas, que me da placer el poder recuperarlas para que se conozcan. Por ejemplo, en esta temporada recuperamos Circe, una obra de mil novecientos de Chapí, que no hay ningún ser vivo que la haya escuchado.

No solo vamos a poder escucharla y valorar si nos gusta o no. Además va a quedar un material para los que vienen detrás puedan escucharla si quieren.

En general, la música española está muy abandonada. Por ejemplo, La del manojo de Rosas se venía tocando con una partitura que contenía todas las anotaciones de las muchas personas que la habían dirigido para el teatro. En el Teatro de la Zarzuela hemos trabajado para recuperar la partitura original. Creo que este es el tipo de trabajo que tiene que hacer un teatro público.

Por otro lado, hay que renovar el público. Hay que atraer a los jóvenes. ¿Cómo lo hace el Teatro de la Zarzuela? A través del Proyecto Zarza. Un proyecto que lleva seis años, hecho por jóvenes y para jóvenes. Tiene mucho éxito. A las audiciones de junio se han presentado más de ochocientas personas. A la última criba llegaron ciento veinte a partir de la que hemos hecho una compañía de dieciocho para el próximo espectáculo de este proyecto.

Además, los jóvenes tienen descuentos a través del carnet joven que en la actualidad tiene más de tres mil personas.

Ni puedo ni quiero imponerle un género a nadie. Pero lo que sí quiero es facilitar que, independientemente de la edad, la gente tenga acceso a la zarzuela para que pueda conocer el género.

A.H.: Además de estos tres puntos fundamentales ¿hay algo más?

D.B.: Los conciertos. Ayudan mucho a que la gente venga al teatro. Este año hay bastantes dedicados al flamenco. Aunque abarcan todo tipo de música. Por ejemplo, hay programado un concierto de Lisette Oropesa. Lo hemos llamado Concierto de ida y vuelta porque es un homenaje a la zarzuela cubana, ya que sus padres eran cubanos, aunque también cantará zarzuela española.

A.H.: ¿Cómo se convence a una diva de la ópera como Lisette Oropesa para que cante zarzuela?

D.B.: Llamándola. Igual que trajimos a Sonia Yoncheva, Javier Camarena o Elīna Garanča. Hay que tener en cuenta que la música lírica española se está expandiendo y cada vez se conoce más.

Claro que no toda la música lírica española es buena, como no toda la ópera italiana lo es. Pero la lírica española tiene muy buenos compositores y además es una música que va directa al corazón. Es su pretensión, llegar al corazón del público, hacérselo pasar bien y que la cantaran en la calle.

Algo que ocurría siempre con la zarzuela. Por ejemplo, las crónicas del estreno de Benamor cuentan que la función acabó a la una de la mañana porque se había llegado hasta hacer tres bises de las romanzas que se cantaban en esta obra.

Es este tipo de pasión que tiene la música la que convence a estos divos de la ópera para cantarla. Con Sonia Yoncheva fue muy fácil. La llamé, se lo expliqué así y le mandé muchísimas romanzas. Le gustaron tanto que incluso quiere grabar un disco.

A.H.: ¿Todas las recuperaciones del patrimonio se hacen en versión concierto?

D.B.: No. La próxima temporada se recupera The Magic Opal. Es una comedia musical en inglés que se le encargó a Albéniz para ser representada en mil ochocientos noventa y siete. Al año siguiente se estrenó en el Teatro de la Zarzuela con traducción del propio Albéniz, traducción de la que no queda rastro alguno.

La obra no se volvió a montar nunca más, aunque sí se ha hecho en versión concierto. Se ha programado porque quería que se viera un Albéniz muy diferente, incluso se ha hecho una nueva traducción al español que permita ponerla en escena como él quería y para que el público la pueda disfrutar aún más.

Lo mismo pasa con Don Gil de Alcalá del maestro Penella con la que se cerrará la temporada. En mi opinión es una gran ópera española en la que en el foso predominan la cuerda y dos arpas. Una obra que habla del viaje que él hizo entre España y Veracruz, en México.

Otra recuperación importante es Tabaré del maestro Bretón. Es de mil novecientos trece. En su día se hicieron una o dos funciones en el Teatro Real. Es una historia que transcurre en lo que hoy es Uruguay, protagonizada por los indios Charrua. Trata del amor de una española con un indígena. El propio Bretón la consideraba una de sus mejores obras.

Esta zarzuela me llegó por casualidad. Fui a México a unas conferencias sobre zarzuela y el director de un teatro de Uruguay me regaló un disco con la obra. Cuando llegué a Madrid estuve hablando con los musicólogos sobre la misma y decidimos llevarla adelante.

A.H.: ¿Cómo decide las obras que incluye en la temporada?

D.B.: A mí no se me ocurre hacer una obra si no tengo el cantante para hacerla. E intento tener los mejores cantantes. Por ejemplo: tenía el deseo de hacer Circe pero para poder hacerla necesitaba a Saioa Hernández. Como tenía a la cantante he podido incluirla en el programa de la temporada.

Para mí son claves los directores musicales y los cantantes. Tenemos la gran suerte de que todos los grandes de este país quieren trabajar con nosotros. Claro que todos ellos salieron de este teatro porque este teatro les sirvió de plataforma.

Por aquí han pasado Carlos Álvarez, Ainhoa Arteta, Jorge de León, Saioa Hernández, Sabina Puertolas, Celso Albelo, Ismael Jordi, Ruth Iniesta y muchos otros. Todos están en la temporada. Intento que todos encuentren un hueco en sus agendas internacionales para volver a este teatro que es su casa.

A.H.: En esta temporada también cuenta con grandes directores de escena

D.B.: Soy un hombre de teatro que dirige desde el escenario. Soy un hombre de escenario. La zarzuela necesita un alto nivel musical y también un alto nivel de escena. Un teatro como el Teatro de la Zarzuela debe dar grandes producciones.

Para conseguirlo, trato de involucrar a buenos directores de escena en los proyectos. Como Mario Gas, que es un gran director de zarzuelas. O Sanzol que no había hecho nunca zarzuela y creo que hizo un gran trabajo con El barberillo de Lavapiés que se repone esta temporada.

También contamos con Paco Azorín que ya ha hecho varios montajes para nuestro teatro. Esta temporada dirigirá The Magic Opal. O con Emilio Sagi para Don Gil de Alcalá.

Me parecen fundamentales, porque hacemos música que se ve. No es lo mismo que un concierto. En un concierto puedes cerrar los ojos porque la música te envuelve. Pero en la lírica tienes que ver lo que ocurre en escena.

A.H.: ¿Cómo ha influido la llegada de un nuevo director musical?

D.B.: Es un director madrileño, con una gran carrera internacional, que tiene muchísima formación en música española y en teatro. Ha sido maestro repertorista y un gran concertista de piano. Tiene el tipo de currículo que necesitaba para el teatro que quería hacer.

A.H.: ¿Qué cree que ha aportado su llegada?

D.B.: La experiencia que tiene al haber trabajado en los mejores teatros de Europa. A parte de que tengo una excelente relación intelectual con él. Algo que para mí es muy importante porque me gusta conversar sobre las obras y verle hacer música.

Por ejemplo, va a poner en marcha un proyecto en el que en el ambigú y tocando el piano contará los espectáculos que se van a ver. Además de los compositores de la obra y de los músicos contemporáneos de estos.

A.H.: ¿Por qué casi solo se hace zarzuela en el Teatro de la Zarzuela?

D.B.: El declive de la zarzuela comienza en los años cincuenta con la aparición de otro tipo de ocio. Por un lado aparece el cine y, posteriormente, la televisión. Además comienzan las comedias musicales, que muchos compositores de zarzuela también las hicieron como Guerrero, Alonso o Moreno Torroba.

De todas maneras, en Oviedo hay un festival muy importante que tiene 27 años y nuestros montajes giran habitualmente por teatros como el Maestranza de Sevilla, el Liceu de Barcelona o el Palau de Les Arts de Valencia. Grandes casas que cogen al menos un título al año.

Pienso que tendrían que hacerse muchas más producciones y en diferentes teatros. Estoy convencido de que la competencia animaría mucho al público.

Cuando buscas Traviata en Internet, aparecen muchas y de distintos lugares y teatros. Hay muchas opciones. Sin embargo, cuando buscas zarzuelas, aparecen muy pocas producciones, casi todas de nuestro teatro. En nuestro canal de YouTube tenemos dieciocho producciones que han sido vistas por más de un millón de personas.

En mi opinión, si se hicieran más producciones, se generaría más entusiasmo en el público. La gente respondería. Por ejemplo, desde que yo llegué al teatro hemos conseguido reducir la media de edad de los espectadores en diez años pasando de sesenta y cinco a cincuenta y cinco años. Y se ha conseguido una ocupación del noventa y tantos por ciento que, después de la Covid, ya casi hemos recuperado.

Lo que quiero decir es que si difundes un género y lo comunicas, generas interés en el público. Incluso, hasta polémica, como ocurrió con Doña Francisquita dramatizada y dirigida por Lluis Pasqual.

El teatro sirve para pensar, reír, llorar y disfrutar. No es un parque de atracciones. Es un reflejo de la sociedad. Por eso el teatro sigue ganando en la vida y manteniéndose en el tiempo en cualquier circunstancia.

A.H.: ¿Se puede hacer zarzuela contemporánea?

D.B.: Creo que sí. De hecho estrenaremos Policías y ladrones de Tomás Marco. Una obra que hemos tenido que cancelar dos veces. La primera por una huelga y la segunda por la Covid.

En mi opinión la música contemporánea se ha alejado del público en muchos momentos. La lírica tiene algo de ficticio. Mimí muere en La Boheme cantando. Pero no se habla tal y como se canta en el teatro musical [y trata de continuar la conversación cantando].

Sin embargo, si lo que se canta no es tonal, no tiene una línea de canto, es más difícil. Evidentemente no estoy en contra de la música contemporánea. La disfruto. Pero para disfrutarla se tiene que tener una preparación, de la misma manera que te pasa con Miró. Si a un niño lo primero que le enseñas es un cuadro de este artista, no tendrá una gran revelación. Es cuando entiendes un poco más cuando puedes disfrutarlo.

Pienso que la música contemporánea, en lo que se refiere al teatro musical, al drama, se ha alejado del espectador. De forma genérica no tiene un discurso o un discurso que sea fácil de entender.

En cualquier caso, creo que se puede hacer una zarzuela contemporánea. ¿Por qué no? En este teatro tuvimos un éxito increíble con La Casa de Bernarda Alba de Miguel Ortega que para mí es música contemporánea. Como la zarzuela de Tomás Marco.

Habrá compositores actuales que serán más o menos extremos en cuanto a la música. A mí lo que me importa es que la música, en el caso de la lírica, que sirva para contar una historia y que esté en consonancia con el hecho teatral. Muy distinto cuando la música se compone para escucharse en un concierto en el que se trata de transmitir una atmósfera, una idea, incluso apoyándose en el canto.

A.H.: ¿Hay actividades programadas para niños?

D.B.: Sí. Aunque no tiene un nombre específico como el Proyecto Zarza. Es una actividad muy bonita. Forramos el ambigú de alfombra roja y a cada niño que viene se le da un cojín con el logo del teatro de la zarzuela, es su butaca, para que se siente en el suelo.

Hemos hecho varias cosas. Con música únicamente y también con títeres, aunque no es un teatro de marionetas, sino una mezcla de marionetas con actores, cantantes y músicos.

Hicimos La increíble historia de Juan Latino que ha girado por toda España. Para la temporada 2021-22 estamos creando un espectáculo de música sefaradí que se llama El cielo de sefarad dirigida a edades entre seis y nueve años. Haremos entre catorce y dieciséis representaciones para unos ciento y pico chavales en cada representación.

Para mí, lo importante es el trabajo didáctico que acompaña a estos proyectos. Las actividades extraescolares dependen mucho de los profesores. Por eso nos dirigimos a ellos para que quieran traer a los niños a vernos.

La Covid ha tenido un gran impacto en estos proyectos porque los padres no autorizan a los niños a venir. Esperamos que el próximo año sea distinto y recuperemos la actividad.

A.H.: Antes ha hablado de que el Teatro de la Zarzuela es un teatro público, accesible y asequible ¿podría aclarar que entiende por esto tres conceptos?

D.B.: Cuando era muy joven luchaba por muchos ideales. Estudiando Bellas Artes pensaba que todo el mundo debería tener acceso a la cultura.

Los años han pasado y de los treinta y cinco años que llevo trabajando, la mayoría lo he hecho en el teatro público. Ahora estoy en un teatro que hay entradas entre cuatro y cuarenta euros. A los que se añaden muchos descuentos para mayores de sesenta y cinco, parados y jóvenes. Hay muchas posibilidades para que cualquiera pueda venir al teatro.

Cuando cuento a los cantantes extranjeros que vienen a dar recitales que si la gente saca las entradas con antelación y aprovechando los descuentos, pueden escucharles por dieciocho euros, no se lo pueden creer.

Además, este teatro siempre debe ser y es apoyado por los gobiernos independientemente del partido al que pertenezcan porque supone la defensa del patrimonio cultural español. Como lo puede ser un museo o como lo puede ser la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Supone la defensa de nuestra identidad.

Cuando digo asequible, quiero decir que pueda venir la gente, pero, que también puedan venir los artistas. A diferencia de la lírica europea, no se puede contar con un artista lírico de otro país que no sepa español. Así que el Teatro de la Zarzuela se convierte en una plataforma y un lugar de preparación en la que puedan surgir artistas.

Además de que somos una escuela, pues no hay centros en los que te enseñen a cantar y a hablar. Alfredo Kraus decía que a él no le importaba grabar las canciones de zarzuela, pero que no quería representarla, porque no podía cantar una romanza, tras la que le aplaudirían, y luego ponerse a hablar.

Por ejemplo, muchos de los jóvenes que han participado en el Proyecto Zarza luego han pasado a otras producciones del teatro. Han estado en El manojo de rosas o estarán en Los gavilanes del año que viene. Es una manera de abrir el grifo y dejar correr el agua para que salga cada vez más cristalina.

Me siento un privilegiado dirigiendo un teatro público. No porque desprecie lo privado, sino porque tengo la posibilidad de hacer la zarzuela accesible para todos los públicos y para todos los artistas.

A.H.: ¿Tiene la intención de internacionalizar la zarzuela o el teatro lírico español?

D.B.: Ya lo hicimos con El cantor de México. Aunque en este momento es un poco difícil. No es lo que más preocupa en este momento. A mi lo que me gustaría conseguir en los dos años que me quedan de contrato es que la zarzuela se nombrase Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Me parece importantísimo y necesario. Un arte tan popular y tan propio y que ha cruzado el Atlántico y se ramificado tanto. Solo en Cuba hay registradas tres mil zarzuelas hechas allí. Y en Argentina el sainete español dio lugar al sainete criollo.

Su música es muy representativa y siempre ha acompañado las grandes emigraciones a América. Incluso han surgido nuevas obras en aquel continente. Por ejemplo, Marianela es una zarzuela de un exiliado catalán, Pahissa, que se programó la temporada pasada en este teatro y que tuvo su estreno mundial en el Teatro Colón de Buenos Aires. La emigración ha hecho universal la zarzuela más gracias a que hay un continente que comparte un mismo idioma.

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