Entrevista realizada al joven compositor Víctor Morató, recientemente galardonado con el importante premio Musikförderungspreis der Stadt Graz.
Joan Gómez Alemany: ¿Qué impresión o emoción tuviste al recibir el Musikförderungspreis der Stadt Graz? Un importante premio de la ciudad austríaca que contaba este año con un tribunal de reconocidos compositores como son Franck Bedrossian, Beat Furrer, Clemens Gadenstätter y Klaus Lang.
Víctor Morató: Componer es un estado solitario y no especialmente alegre, más bien uno sufre y piensa demasiado, en si lo que se está haciendo está bien, o si está suficientemente bien, si es demasiado o demasiado poco, si es obvio o si es incomprensible, largo, corto, bello, etc. Por lo que qué reconozcan el trabajo que se está haciendo sienta bien. Pienso que hay que dar la importancia justa a estas cosas, sin dejar de disfrutarlas, hay pocos momentos así en este campo, así que conviene pasarlo bien un rato siempre que se puede.
Este premio llegó en un momento más bien difícil. La situación con la Covid empezó pocos meses después de llegar a Graz (Austria), y pasé la pandemia prácticamente entera encerrado en una habitación diminuta de una residencia de estudiantes. Después de casi tres años de Covid, de intentar adaptarme a una ciudad nueva sin salir de mi cuarto y de pelearme con el alemán (para aprenderlo), me dieron una buena noticia, así que sí, la agradecí y la celebré.
Este trabajo es un poco así, y supongo que me voy acostumbrando. En general anda uno solo en casa, pensando qué escribir, intentando escribir algo que tenga sentido y de vez en cuando, sucede algo positivo, social y que se puede compartir pero que es fugaz, pasa lo mismo con los conciertos, ensayos o proyectos. Es bueno intentar retener estos momentos para equilibrar lo demás. No me malinterpretes, el trabajo solitario con el papel me encanta y es mi lugar natural, pero con la situación de la Covid, entendí que necesitamos también porciones de realidad.
J.G.A.: Tus estudios de música y composición se inician en tu lugar de origen, en Barcelona con Oliver Rappoport y Ramon Humet, luego en Lyon con Martin Matalon, para finalizar en Graz con Beat Furrer y Clemens Gadenstätter, ciudad en la que ahora mismo te has instalado. ¿Nos puedes contar brevemente cómo fueron tus estudios y cuál ha sido la decisión para residir ahora mismo en Graz?

Call of the void de Víctor Morató, danza y coreografía de Luan de Lima da Silva, intérpretes PPCM dirigidos por Shu Jun Zhao en Mumuth, György-Ligeti-Saal (Graz)
V.M.: Empecé a estudiar bastante tarde, con 26, y nunca antes había pisado una Universidad. Tardé mucho en saber qué hacer conmigo y una vez me decidí por la composición, me volqué. Oliver Rappoport tiene una comprensión a un nivel profundo del arte que pocas veces (o ninguna) he visto, recuerdo algunas de nuestras conversaciones y clases con mucho cariño. Ramon Humet es implicación, pasión, trabajo y oficio, nunca se le reconocerá lo suficiente la tarea que ha hecho, y sigue haciendo, de pedagogo. En Francia hice un Erasmus de solo seis meses, así que mi visión es limitada, pero el conservatorio de Lyon es uno de esos lugares con historia y se respira un ambiente especial, Matalon es sensibilidad y generosidad. En Austria he estudiado con Beat Furrer y con Clemens Gadenstätter, aquí la relación con los profesores es diferente y me tuve que acostumbrar, pero han sido unos años intensos de intentar refinar y ajustar tanto aspectos técnicos como de concepto, algunos de los elementos que se han convertido en esenciales en mi música los he desarrollado en Graz junto a Furrer y Gadenstätter.
Ahora mismo estoy bastante instalado en Graz, veo que hay oportunidades aquí y que puedo dedicarme plenamente a la composición. Hace casi tres años empecé, junto con otros músicos residentes en Austria, un grupo llamado LaKT Ensemble. Ver que nos están apoyando y que el proyecto se va consolidando es también un motivo para quedarme.
J.G.A.: En tu trabajo compositivo, tiene especial relevancia la creación musical para la escena, sea por ejemplo el teatro o la danza. ¿Nos puedes explicar esta peculiaridad y cuáles son tus intereses para focalizarte en este género?
V.M.: Mucho antes de descubrir la música contemporánea, que fue muy tarde (prácticamente cuando empecé los estudios de composición, a los 26), fui un día al Mercat de les Flors, en Barcelona, a ver una pieza escénica. Si no recuerdo mal, lo primero que vi fue Ultrainocencia, de la Compañía Los Corderos, y me enganché. Empecé a ir al Mercat a ver danza contemporánea casi cada fin de semana y pude ver piezas muy diferentes, conocí algunas obras ya clásicas del s. XX, nombres internacionales y también la escena local de Barcelona. Creo que desde el primer momento que empecé a estudiar composición y descubrir compositores y piezas de música contemporánea, lo relacioné con lo que conocía del mundo de la danza. Sin embargo, me di cuenta que eran ambos mundos bastante estancos que no solían colaborar, con algunas pocas excepciones. Cuando iba al Mercat a ver danza, no sabía muy bien por qué iba, en ese momento no lo veía como algo profesional, pero cuando empecé a componer fui descubriendo que podía incorporar elementos coreográficos o de movimiento e ideas escénicas en mi música. Ahora mismo centro toda esta parte de mi trabajo con LaKT Ensemble, y disfruto mucho también cuando tengo la oportunidad de escribir música estrictamente para concierto (no visual o escénica).

Bailando Teresa Doblinger con LaKT Ensemble, María Mogas (acordeón), Anna Grenzner (cello), Audrey G. Perreault (flauta)
J.G.A.: Siendo el director artístico del LaKT Ensemble ¿Podrías explicarnos cuál es tu concepción del ensemble, cómo surgió el proyecto, qué conciertos habéis realizado y cómo va desarrollándose su trayectoria?
V.M.: Seguramente la idea esencial de LaKT Ensemble la estuve gestando durante años, sin saber que un proyecto así era posible y que pudiera ser articulado cómo concepto. La idea del Ensemble viene de la sensación que en el mundo de la música a menudo la parte escénica no está muy bien tratada y qué al revés, en el mundo de la danza el aspecto sonoro o musical está algo olvidado o no muy respetado. El propósito de LaKT Ensemble es abrir un espacio en el que ambas disciplinas, la música y la danza, puedan coincidir y colaborar. Ahora mismo tenemos varias líneas de trabajo, por un lado, yo estoy escribiendo una serie de piezas llamadas Plom(a), en las que podemos permitirnos investigar y profundizar en las ideas que surgen. Con esta serie de piezas hemos actuado ya en Graz (Mumuth y Theater am lend), en Viena (Off Theater) y en Barcelona (Centre d’Arts Santa Mònica). Por otro lado, cada año organizamos un pequeño festival llamado Coalescence en Graz, donde invitamos a compositores, bailarines/coreógrafos y músicos a colaborar y crear piezas conjuntamente. El próximo concierto será Sonic Gardens, un proyecto que estamos organizado en colaboración con Zeitschleife, un colectivo de compositores de Graz, y tocaremos cuatro piezas que han compuesto para nosotros.

Una performance de LaKT Ensemble (de izquierda a derecha) Teresa Doblinger, María Mogas, Anna Grenzner y Audrey G. Perreault
J.G.A.: LaKT Ensemble tiene una original característica que lo diferencia artísticamente frente a los ensembles ordinarios, como es que los músicos desarrollan un trabajo no solo instrumental-sonoro, sino también coreográfico-visual y de danza. ¿Cómo explicarías esta interesante característica y cómo la trabajáis?
V.M.: Las partituras musicales, son de algún modo coreografías que sincronizan movimientos de brazos, dedos, pies en algunos casos, aire… indicando diferentes tonos de energía y articulación en los gestos de los intérpretes a un nivel muy detallado y específico, y los músicos están muy entrenados y son muy buenos reaccionando a estas indicaciones. Estas indicaciones, tradicionalmente, tienen el propósito de resultar sonido, pero la pregunta es, ¿Qué sucedería si los desunimos? ¿Qué sucedería si escribimos una partitura donde el propósito no es el sonido resultante de un gesto, si no el gesto en sí? Seguramente esta es una de las preguntas que intenta responder este proyecto, aunque más allá de la parte de investigación, que es fundamental para LaKT, somos sobre todo un grupo artístico que produce piezas juntando artistas que nos interesan de diferentes ámbitos, con un peso especial lógicamente en la música y en la danza. El proyecto se lo propuse inicialmente a Anna Grenzner, cellista y co-curator del Ensemble, con ella diseñamos los proyectos, planeamos la organización anual y gestionamos el presente y el futuro de LaKT. También se juntaron a nosotros des del inicio Audrey G. Perreault, flautista y Maria Mogas Gensana, acordeonista. Un poco más adelante se juntó al grupo Teresa Doblinger, que es clarinetista, bailarina y coreógrafa. La incorporación de Teresa ha sido clave para avanzar en el camino de relacionar las dos disciplinas, ya que conoce bien el mundo de la música y también el de la danza y nos hace la traducción entre una disciplina y la otra. Siempre que ensayamos dedicamos un tiempo a trabajar movimiento y cuerpo, pero incluso quedamos de vez en cuando para hacer exclusivamente workshops de danza. La idea no es tanto convertir en bailarines a los músicos de LaKT, sino contar con músicos abiertos a moverse y a improvisar con el cuerpo en contextos escénicos. En el último encuentro lo intentamos, Teresa se puso a tocar el clarinete y el resto del grupo a improvisar con el cuerpo o bailar, ¡fue sorprendentemente bien! y pensé que estamos yendo hacia la dirección que imaginábamos, hace dos años esta situación habría sido impensable.

Forma I de Víctor Morató interpretada en el Festival Ensems por la Jove Orquesta de la Generalitat Valenciana dirigida por Marcel Ortega i Martí en el Palau de les Arts
J.G.A.: Uno de tus proyectos más ambiciosos es el que se titula Plom(a), una obra de grandes dimensiones que has ido desarrollando a lo largo de los años y sigue en proceso de creación. ¿Cómo surge esta pieza, cuáles son sus características, puedes comentarnos alguna cosa sobre ella?
V.M.: Lo cierto es que Plom(a) es, ante todo, el proyecto que pienso que LaKT Ensemble necesita de entrada para entenderse a sí mismo y también para contarse a los demás. Necesitábamos un proyecto que nos diera tiempo y espacio para investigar, para conocernos y para dar forma al tipo de trabajo que queríamos hacer. Dicho esto, Plom(a) es una serie de tres piezas de unos veinte minutos cada una, que pueden ser interpretadas conjuntamente, formando un trabajo de aproximadamente una hora de duración. Ahora estamos realizando la tercera y última pieza de la serie, que presentaremos junto con las otras en diferentes espacios a finales de año. Plom(a) parte de la intuición de que existe una relación entre el peso y el silencio. Siendo el peso un aspecto central en la danza y el silencio un elemento musical, hemos estado trabajando diferentes direcciones y estrategias para explorar relaciones entre las dos disciplinas mediante estos dos elementos.
J.G.A.: Para concluir ¿Cuáles han sido tus recientes proyectos y dinos en qué estás trabajando ahora?
V.M.: Recientemente he tenido dos proyectos en los que me he podido centrar estrictamente en la composición musical. Por un lado recibí un encargo del festival impuls para el marco Text im Klang (texto en el sonido), que es un proyecto en el que cuatro compositores escriben una obra inspirada en un texto. En este caso fue un libro del escritor austríaco Ferdinand Schmatz, pudimos trabajar y compartir ideas con él durante el proceso de creación y fue muy estimulante. La obra la estrenó Schallfeld Ensemble y Schamtz leyó algunos fragmentos de su libro entre las piezas musicales. Por otro lado, recibí también un encargo de Open Music, una serie de conciertos aquí en Graz, la obra la estrenaron miembros de Klangforum Wien junto con Phillipp Kienberger al contrabajo. Ahora mismo estoy principalmente componiendo una obra encargo del Festival Mixtur de Barcelona con la colaboración del Institut Ramon Llul y trabajando, como ya he contado, en la tercera parte de la serie de piezas Plom(a) que estrenaremos con LaKT Ensemble a finales de año.
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